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Ocho posibles motivos del populismo xenófobo del PP
Hay que ser un desaprensivo inhumano para tachar despectivamente de “buenismo” el respeto por la búsqueda de una vida digna y hay que ser un ignorante para despreciar la hospitalidad, un imperativo ético que Kant consideraba requisito para la “paz perpetua”.
Sin embargo, parece más que claro que el PP ha decidido unirse a las fuerzas de la ultraderecha europea —compitiendo en esto con Ciudadanos— y apostar por la demagogia xenófoba —y aporófoba—: “No es posible que haya papeles para todos, no es posible que España pueda absorber millones de africanos que quieren venir a Europa y tenemos que decirlo, aunque sea políticamente incorrecto”, ha sentenciado el populismo de Pablo Casado, a la par que su equipo le alaba el “hablar claro”.
Ya deberíamos saber que, cuando un político dice que va a hablar claro, detrás suele venir una demagogia simplista o, directamente, una mentira. Sin embargo, más que desmontar sus bulos —algo que ya se ha hecho muy bien mediante análisis y mediante datos— o afearle la inhumanidad, y la falta de ética y de respeto a las vidas humanas —y recordemos que Casado, en lo que también es una tendencia en el PP, cree que la ética la marca sólo la ley —, me propongo indagar en las razones de fondo de este explícito discurso xenófobo tan peligroso.
A continuación, propondré algunas hipótesis, no excluyentes entre sí.
1. Porque ha percibido que la extrema derecha está en auge en Europa, y lo que le preocupa es conseguir votos, no la convivencia pacífica ni el bienestar del país y las personas. El PP ha podido valorar que azuzar el racismo y la xenofobia le ha resultado rentable al Frente Nacional en Francia, al Partido de la Libertad en Holanda, al Ukip en Reino Unido, a Amanecer Dorado en Grecia, al FPÖ en Austria… En resumen, que han apostado por la xenofobia como estrategia electoral. Eso explicaría que a sus aspavientos sobre “hablar claro” le siguiera un “así es como se obtiene la confianza para ganar elecciones”… Una confianza, eso sí, a la que aspira por encima de los miles de cadáveres que tapizan el Mediterráneo.
Por ello, está calcando el discurso de la “invasión”, que carece de respaldo global real en datos. Tampoco le importa que estudios como el realizado en la Universidad de Warwick en el Reino Unido hayan demostrado —estudiando las intervenciones de Alternativa por Alemania o de Donald Trump—, que el discurso del odio sostenido por los y las representantes políticas tiene como efecto un incremento del odio en su entorno social. No le importa alimentar el fanatismo, el odio y la intolerancia criminal hacia el diferente. Un electoralismo peligroso para la convivencia.
2. Porque le viene bien para no hablar de corrupción (ni de su política económica). Por supuesto, es más cómodo darles protagonismo a estos temas que afrontar el panorama desolador que ha dejado su partido, algo que ha llevado a Casado, potencial corrupto en lo académico, vía renuncia de Rajoy, al poder. A modo orientativo, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia cifró en 2016 en 90.000 millones de euros al año el coste de estos delitos en España… y quedaban casos por salir. Según datos del National Bureau of Economic Research de Estados Unidos recogidos por los Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha), el dinero depositado en paraísos fiscales —al estilo Soria, Bárcenas, Granados…— y oculto al fisco español ascendería hasta los 140.000 millones de euros, el equivalente al 12% de nuestro Producto Interior Bruto (PIB). Es decir, que lo que aportan los inmigrantes al PIB, en torno a un 13,2% en épocas expansivas con poca variación en épocas de crisis, según el estudio de Ramón Mahía Casado, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, al menos compensa lo que se llevan los grandes defraudadores, muchos de ellos vinculados al PP a juzgar por los más de 60 casos por corrupción que el partido tiene o ha tenido abiertos.
Frente al precio que pagamos la ciudadanía por estos tremendos expolios, atender a las personas migrantes sin papeles, a quienes el PP quitó la Sanidad, algo que afectaría a aproximadamente 38.000 personas, tiene un coste aproximado 450 millones de euros que, por dar referencias para establecer proporciones, es tan solo nueve veces lo que nos cuesta la Casa Real, y prácticamente lo mismo que cobran los 150 ejecutivos de banca mejor pagados en España… de esos bancos a los que hemos rescatado sin ningún tipo de devolución ni retorno para la ciudadanía.
3. Porque quiere justificar el incumplimiento de la legalidad internacional en materia de refugiados. Poco hay que decir al respecto: el Gobierno del PP incumplió el 89% de nuestro compromiso europeo de acogida siendo España uno de los Estados con mayor tasa de incumplimiento en Europa, solo por delante de varios países del Este y superado por Rumanía.
4. Porque le interesa enfrentar a los pobres: me remito al punto 2 para mostrar que quienes esquilman bienes sin control a la población son los ladrones de cuello blanco, y una parte de ellos, a juzgar por la corrupción, engrosan —o han engrosado— las filas del PP. Esta gente está, por supuesto, muy interesada en que las clases menos favorecidas se enfrenten entre ellas sin encontrar una cohesión que haga frente a un proyecto neoliberal destinado a concentrar el capital y el bienestar en muy pocas manos.
5. Porque prefiere que odiemos a los de abajo que a los de arriba, entre los que claramente se encuentra él, que presume de liberal y de representar a “la España que madruga” pero jamás ha tenido un empleo que no fuese público o derivado de su actividad política—. En Contra el odio, Carolin Emecke explica que odiamos a los de arriba o a los de abajo, pero siempre odiamos “al otro”. Para Byung Chul Han, la sociedad del odio y la del miedo se promueven mutuamente y el enemigo es un proveedor de identidad, sobre todo para aquellos que no tienen nada: cuidado, porque esto facilita que medren los discursos xenófobos. ¿Querrán generar un cortafuegos que frene el creciente odio que se han ganado las élites, en buena parte porque la crisis ha servido para que el 1% de la población más rica en España concentre una cuarta parte de la riqueza (25,1%), casi lo mismo que el 70% de la población (32,1%)? ¿Será que para justificar la crisis económica y social han procedido a buscar como siempre un chivo expiatorio, la población migrante?
6. Porque quiere estimular un mercado negro de mano de obra barata. Al final, Casado y el PP saben perfectamente que no se pueden poner puertas al campo. Si los migrantes no tienen vías legales y seguras, tendrán que entrar por vías ilegales y formar parte de la economía sumergida… y de un importante contingente de mano de obra barata que compita para bajar los salarios en el caso de que las clases trabajadoras autóctona y migrante estén desunidas. Qué más quieren las élites, ¿no?
Al resto de los mortales nos interesa, en efecto, que haya vías legales —“papeles”— y seguras para que quien quiera, pueda llegar y aportar a la economía, la demografía y la riqueza cultural común, y no que se gasten ingentes cantidades de dinero en el negocio de las fronteras. Ya se han desmontado en muchos sitios los tópicos de que copan los servicios sociales y la seguridad social. El catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid, Rafael de Arce Borda, en una ponencia para el Capítulo español del Club de Roma, explicaba que ni los migrantes son una carga económica para el Estado, ni detraen más recursos del Estado de lo que producen, ni restan puestos de trabajo ni sobrecargan el sistema de prestaciones del Estado de Bienestar.
7. Porque no ha estudiado el tema y desconoce la aportación al PIB de los migrantes. Si hubiera estado atento en clase, quién sabe, tal vez, además de tener menos problemas legales ahora, Casado podría haberse informado adecuadamente acerca de cómo la inmigración contribuye a un mayor crecimiento económico y a incrementos en productividad —como indican estudios como esta investigación de la Universidad de Pensilvania o este de la Universidad de Berkeley—. El informe Inmigración y Estado de bienestar en España, dirigido por Francisco Javier Moreno, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y María Bruquetas, profesora de la Universidad de Ámsterdam, apunta que “en relación con el sistema fiscal español, la llegada de inmigrantes sólo puede verse de una forma netamente positiva: favorece el aumento del empleo, de la renta per cápita y del consumo”.
8. Porque, en general, su populismo necesita de un enemigo, en especial ahora que ya no existe ETA. Hay una forma de hacer política que está basada en el odio —recuerden los más de 17 millones de votos obtenidos por Hitler en las elecciones de 1933 o los casi 63 de Trump — a la que el PP, puede incluso que sin darse del todo cuenta, está acercándose peligrosamente. Esperemos que sus votantes, de seguir así, les apliquen un correctivo.
Y alguna más que no desarrollo aquí para no abusar de la atención de las lectoras y lectores: ya son ocho las razones posibles, y ninguna es buena.
Hay que ser un desaprensivo inhumano para tachar despectivamente de “buenismo” el respeto por la búsqueda de una vida digna y hay que ser un ignorante para despreciar la hospitalidad, un imperativo ético que Kant consideraba requisito para la “paz perpetua”.
Sin embargo, parece más que claro que el PP ha decidido unirse a las fuerzas de la ultraderecha europea —compitiendo en esto con Ciudadanos— y apostar por la demagogia xenófoba —y aporófoba—: “No es posible que haya papeles para todos, no es posible que España pueda absorber millones de africanos que quieren venir a Europa y tenemos que decirlo, aunque sea políticamente incorrecto”, ha sentenciado el populismo de Pablo Casado, a la par que su equipo le alaba el “hablar claro”.