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Puerto deportivo de San Vicente: hipocresía ambiental
Tiene razón el consejero de Obras Públicas, José María Mazón, cuando dice que el Puerto Deportivo de San Vicente de la Barquera no es un macropuerto, no al menos si tenemos en cuenta su dimensión (272 amarres) con respecto al Puerto Deportivo de Laredo (857 amarres), o las del Puerto Deportivo de Castro Urdiales cuya obra quedó desierta en la licitación de sus 842 amarres proyectados. Pero no nos confundamos, la mayor o menor medida que damos a las cosas no depende solo de su tamaño, sino de la capacidad que tengamos para soportarlo. Y lo que no tiene ningún soporte es que el consejero nos quiera convencer de que “el puerto deportivo responde a una necesidad real de San Vicente”.
¿A qué viene la insistencia en que el puerto de San Vicente es una necesidad real? ¿Dónde está escrito el estudio de necesidades que nos aporte certeza sobre esta cuestión?
Esperaba encontrar la respuesta en la Memoria del nuevo Plan de Puertos de Cantabria, pero no, en este Plan no se desvela la demanda real a la altura de este puerto deportivo. Este estudio, el que justifica el Plan de Puertos, sí que es grande, acaso macro o supermacro. El Plan de Puertos de Cantabria tiene 2.520 páginas. De ellas hay solamente 21 páginas dedicadas a estudiar la demanda real de las instalaciones portuarias de Cantabria que en realidad no es un estudio riguroso sino más bien una traslación de indicadores y datos nacionales. El único dato que merece ser tenido en cuenta es el que señala que la demanda de embarcaciones deportivas en San Vicente aumenta a un ritmo de entre 5 y 10 embarcaciones de lista 7ª al año. Si esto es así difícilmente se puede sostener la dimensión de este puerto deportivo. Por lo tanto, la demanda real, o eso que se denomina “necesidad real” no puede justificar una actuación como la que se pretende, sino que más bien habría que optar por paulatinas ampliaciones de las instalaciones actuales para adaptarse a la escasa demanda de amarres en la ría de San Vicente, conclusión a la que, por otra parte, llega el mismo Plan de Puertos cuando dice que “se considera que es preferible desde el punto de vista ambiental la ampliación o remodelación de las instalaciones portuarias que la construcción de nuevas instalaciones”. Este Plan, en lo que se refiere a San Vicente, se desdice a sí mismo.
Se desdicen más cosas. El propio Plan de Puertos dice que “de manera general se han considerado como zonas no aptas para la implantación de nuevos puertos o instalaciones portuarias aquellas áreas de especial valor ambiental (rías o marismas)”. El propio Informe de Sostenibilidad califica la actuación del puerto de San Vicente como de “impacto crítico”, señalando además las zonas de la ría y marisma de San Vicente como zonas excluidas del Plan de Puertos, algo coherente con el hecho de que la ría de San Vicente se halla dentro del Parque Natural de Oyambre. Todos los estudios ambientales, e incluso la posición de la Dirección General de Medio Ambiente fueron al principio en esta dirección; sin embargo, el itinerario seguido con este proyecto y con el propio Plan de Puertos denotan una sumisión incomprensible de los valores ambientales a las “grandes actuaciones” (así denomina el propio Plan a los puertos deportivos de Suances y San Vicente) contraviniendo nuestra propia legislación ambiental. El impacto sobre los ecosistemas protegidos por la ley 4/1998 que declara el parque natural de Oyambre, y por la ley 4/2006 de Conservación de la Naturaleza de Cantabria, y por la ley de Costas (pues la zona donde se quiere construir el puerto deportivo se halla en zona de dominio público marítimo terrestre) va a ser mortal por efecto de un dragado de doscientos mil metros cúbicos de los fondos arenosos de la ría, además de las obras complementarias y la propia actividad que concierne a dicho puerto. A tenor de nuestra legislación ambiental esta es una actividad expresamente prohibida, y no cabría entender otra cosa puesto que si se declara la protección de parque natural es justamente para librarle de amenazas como las del puerto deportivo de San Vicente.
Especialmente incomprensible es la posición del patronato del Parque Natural de Oyambre presidido por el consejero de Medio Rural, Pesca y Alimentación, Jesús Oria, dando el visto bueno a esta actuación. La crónica enviada por esta Consejería el pasado mes de noviembre dice que “el único patrono que se ha pronunciado ‘negativamente’ sobre el proyecto ha sido el representante de las asociaciones conservacionistas, mientras que el resto de los patronos se han mostrado ‘favorables’ al puerto, estando todos de acuerdo en que un proyecto de esta naturaleza deben extremarse las cautelas ambientales”. Menos mal. Pero extremar las cautelas significa que el Puerto Deportivo no debe construirse en el espacio protegido e instar a la Dirección General de Puertos que estudie alternativas más acordes con la protección del espacio natural. El Patronato que debe velar por la protección del Parque y la preservación de sus ecosistemas le hace la ola a la Consejería del mismo partido, la de Obras Públicas: ¿hubiera sido pertinente que el patronato encargara un informe independiente sobre los daños ambientales que va a ocasionar el puerto deportivo y sobre el incumplimiento del propio Plan de Ordenación de los Recursos Naturales del Parque?
El mismo día en el que escribo estas líneas, leo la crónica que conmemora el día de los humedales en Cantabria y aplaudo que el consejero Oria que preside el Patronato, responsable de biodiversidad y de los espacios protegidos de nuestra región, haya estado presente el viernes 2 de febrero en San Vicente, junto con el alcalde de la villa, y otros miembros del mismo Patronato, y que le haya dicho a los niños escolares lo valioso que es sensibilizarse sobre los problemas del medio ambiente y lo importante que es la conservación y el uso sostenible de nuestros humedales (sic).
Cuando leo esto, y pienso en el Puerto Deportivo de San Vicente, me veo sumido entre el despotismo que impone lo excesivo y la hipocresía ambiental, la de aquellos que nos quieren hacer creer lo importante que es la conservación de nuestros espacios naturales a sabiendas de los efectos destructivos de proyectos que lo hacen imposible.
Tiene razón el consejero de Obras Públicas, José María Mazón, cuando dice que el Puerto Deportivo de San Vicente de la Barquera no es un macropuerto, no al menos si tenemos en cuenta su dimensión (272 amarres) con respecto al Puerto Deportivo de Laredo (857 amarres), o las del Puerto Deportivo de Castro Urdiales cuya obra quedó desierta en la licitación de sus 842 amarres proyectados. Pero no nos confundamos, la mayor o menor medida que damos a las cosas no depende solo de su tamaño, sino de la capacidad que tengamos para soportarlo. Y lo que no tiene ningún soporte es que el consejero nos quiera convencer de que “el puerto deportivo responde a una necesidad real de San Vicente”.
¿A qué viene la insistencia en que el puerto de San Vicente es una necesidad real? ¿Dónde está escrito el estudio de necesidades que nos aporte certeza sobre esta cuestión?