Hace unas semanas viví y disfruté un momento muy especial. De una manera totalmente inesperada y casi involuntaria coincidieron en un mismo momento muchas circunstancias que admiro y valoro muchísimo: amigos, negocios y gastronomía.
Reconozco ser adicto a la buena mesa, al orden en ella, a la limpieza y los pequeños detalles. Y es que, quien disfruta haciendo disfrutar a los demás tiene un don, su presencia llena espacios donde apenas ha estado, solo con su esencia, con sus formas e intenciones.
Llegar a la casa, ver la mesa puesta, era el presagio de algo verdaderamente disfrutón.
Llevaba unos quince minutos sentado y charlando con amigos cuando aparece en escena Marina Peskova, dispuesta a descorchar la primera botella de prosecco, y mientras lo hacía se presentaba ante todos los presentes. Ahí comenzaba mi primera experiencia con una chef personal.
Antes de adentrarme en la pedazo experiencia culinaria que vivimos, voy a hablarles del ser humano que está detrás de esta historia. Marina Peskova es una chef nacida en Rusia, que comienza su dedicación a la cocina desde muy pequeña, aprendiendo recetas tradicionales rusas de la mano de unas grandes maestras como su abuela y su madre. Años más tarde, su curiosidad por el mundo gastronómico la llevó a viajar a España, Italia, Francia, Asia, Venezuela, Estados Unidos y República Dominicana. Estos viajes le aportaron mucha experiencia y conocimientos de otras cocinas y la impulsaron a abrir su propio restaurante en Rusia en 2013.
Atraída por la cada vez más sugerente cocina mediterránea, decidió iniciar una nueva etapa de su vida en Barcelona, y así descubrir los secretos de una de las mejores cocinas del mundo. Se formó en la prestigiosa Escuela de Hostelería Hofmann, aprendiendo de maestros como Lluis Rovira.
En 2021 sus experiencias le llevan a desembarcar en San Sebastián, tierra de tradición culinaria, donde ha trabajado en el restaurante del boutique hotel Jaizkibel en Hondarribia, y simultáneamente organizando cenas gastronómicas privadas para clientes españoles y franceses. Es ahí donde decide afianzar su proyecto.
“Lo que más me gusta de mi trabajo es el contacto directo con el comensal. Cuando eres tú quien cocina y luego presentas los platos, en una buena mesa preparada para la ocasión, y ves la respuesta inmediata en los ojos del comensal, eso no tiene precio. Esa es mi energía. En ese preciso momento, soy feliz”. Con estas palabras define Marina su pasión por lo que hace.
Volvamos al prosecco, allí estaba Marina pendiente de cada detalle y dispuesta a hacernos disfrutar con su primer pase, si hay algo que se nota siempre desde un inicio en toda actividad humana, es la pasión. ¿No les ocurre? cuando una persona disfruta de lo que hace se nota. Y es que cocinar y servir es un arte dual.
La fiesta culinaria comenzó con una brandada de bacalao y chips de tapioca, reconozco haber probado pocas brandadas, pero sin duda, en un día caluroso como el que era, este comienzo fresco, ligero y sabroso ya hacía elevar aún más todas las expectativas generadas. Un comienzo fantástico.
Ya estábamos comentando en la mesa lo sabrosa que estaba la brandada, cuando Marina nos retira el plato y seguidamente nos presenta una tartaleta con ensalada de millo, gel de limón, espuma de polenta y palomitas con mix de especias. Venga, vuelve a leer e imaginar esa tartaleta porque la sensación que tuve al escuchar la presentación y luego visualizar la creación solo fue superada por el sabor de ese pastelillo. De esos bocados que no quieres que acaben nunca.
Comenzamos con los platos calientes, es el turno de las gyozas de rabo de toro en su jugo con puré de chalota caramelizada y gel de mandarina. El fondo de este plato, con la calidad del producto más el toque del gel de mandarina, hace de esas gyozas algo peculiar y diferente. Rompiendo y mucho con la hegemonía y tipicidad de este estilo de platos.
Al acabar de disfrutar de las gyozas quise levantarme de la mesa e ir a la cocina para ver a Marina en acción. Una de las grandes ventajas de tener una chef personal en casa es esa: verla cocinar es algo parecido a ver a un artista que pinta su lienzo. Fue fantástico poder valorar la limpieza, el orden y el mimo con el que cocina. En ese preciso momento, mientras ya presentaba el plato, mantuve una conversación con ella, ¡cuánto disfruté de ese momento! Tuve que inmortalizarlo e hice un vídeo, juzguen ustedes mismos.
Como se aprecia en el vídeo, el plato principal fue solomillo, milhojas de papas, caviar de trufa y reducción de Pedro Ximenez , las imágenes hablan por sí solas.
En el grupo de amigos teníamos a una chica vegetariana y durante todos los pases Marina lo tuvo en cuenta. Así que en este pase de carne preparó especialmente un huevo a dos cocciones, un parmentier al estilo Robuchon, chef francés con puré de papa que se hace con leche y mucha mantequilla, huevo a baja temperatura y frito después con salsa panco, tomates confitados y salsa de Pedro Ximenez. He de reconocer que me quedé muy rascado por no probar este plato: adoro el huevo y tenía una pinta tremenda ese plato. Lo bueno es que Marina me ha prometido cocinarme especialmente ese plato en nuestro próximo encuentro, que lo habrá, y que estas líneas dejen constancia de ello.
La experiencia que estábamos viviendo era maravillosa: amigos, alta cocina y vinos de Italia. No podía ser más feliz, disfruto muchísimo de esos momentos y más cuando llega la sobremesa, que al estar conversando, Marina decide retrasar un poco más el postre, que cuando nos llega a la mesa, es un mousse de chocolate con café árabe, tule de cacao y gel de rosas. Ya saben que no soy de postres, pero ojalá todos fueran así de sutiles y sabrosos, me gustó mucho cómo conjugaba el café con todos los demás sabores.
Llegados hasta aquí, seguro que han pensado muchas veces en el coste por persona de este tipo de eventos culinarios. Y quizás lo que más me ha atraído del proyecto de Marina es que llega a personalizar tanto sus menús, que el precio también es acorde con tus gustos, número de pases, productos o número de comensales. Y si algo quiero hacer con esta crítica es primero dar aún más valor del que ya tiene este concepto gastronómico, lleno de valentía y pasión y por supuesto la recomendación total a que contacten con Marina y tengan la oportunidad de disfrutarla, no se arrepentirán.
Me atrevería a decir que he comido en casa a un nivel semejante al de muchos restaurantes galardonados con Estrella Michelin. Lógicamente, obviando a la sala, de la que saben que soy un fiel defensor; pero en casa, la sala la trabajamos nosotros.
Desde aquí quiero agradecer a Marina Peskova por todo lo que hace con tanto amor y emoción, es un auténtico placer disfrutarla y me encantaría animarla a seguir creciendo y evolucionando en este mercado tan poco practicado en Canarias, como es la alta cocina a domicilio.
“Disfruto mucho de un mundo muy pequeño donde conocemos a personas muy grandes”. Así se despidió Marina de nuestra conversación después de la gran velada que nos hizo vivir.
Una vez más, gracias por leerme. Nos vemos en una buena sobremesa, o en la mesa de casa, si cocina Marina Peskova.
Puedes seguirme en @gonzalo_santana ó contactar conmigo en disfrutones@canariasahora.com
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