Lucía Mazarrasa acaba de llegar al aeropuerto de Barajas después de haber sido retenida en Gaza por el ejército israelí. Esta enfermera cántabra jubilada de 70 años se embarcó junto a la ONG Rumbo a Gaza en una acción que buscaba frenar el bloqueo al que está sometida esta ciudad desde hace diez años. “Se están vulnerando los Derechos Humanos de los palestinos y las palestinas desde 1948, pero ahora se está llegando a un extremo totalmente inadmisible”, denuncia la activista.
La cántabra, que actualmente vive en Madrid, es inconformista de forma innata. “Recuerdo que cuando era pequeña mi madre me hablaba de su viaje a Palestina, que en ese momento estaba bajo mandato británico. Ella vio entonces cómo la población recibía el maltrato en la calle, cómo la policía pegaba latigazos a la gente a plena luz del día. Así que siempre he tenido esa indignación con el trato al pueblo palestino, desde bien niña”, comenta.
Así que decidió lanzarse a la aventura y participar en la Flotilla de la Libertad para enviar material sanitario a Gaza después de que el bloqueo se haya “recrudecido” en las últimas semanas. “No tienen gasas, suturas... No tienen lo básico para curar heridas. Llevábamos entre 10.000 y 15.000 euros de material sanitario y el ejército israelí nos lo robó cuando estábamos en aguas internacionales”, afirma tristemente. Ahora, la máxima de Mazarrasa es que el material sustraído se devuelva al pueblo palestino “que es quien lo necesita”. Por lo que desde la ONG se está pidiendo a los gobiernos que exijan a Israel el envío de ese material al lugar al que iba dirigido.
Esa sustracción se produjo cuando varios barcos de guerra rodearon a la organización al encontrarse a unas 42 millas de Gaza. “De esos barcos salieron pequeñas barcas armadas hasta los dientes y llenas de soldados enmascarados”, relata la enfermera. Poco después abordaron la embarcación de la ONG y comenzaron a “maltratar, golpear e incluso electrocutar a aquellos que oponían resistencia pasiva desde el puesto de mando”. “Nosotros somos gente pacífica que quiere ir a ayudar y a mandar un mensaje de solidaridad y de paz. Y eso los pone tan de los nervios que acaban siendo agresivos con nosotros”, relata.
El domingo sobre las 14.00 horas el barco fue asaltado y desde el momento en que se recibió el aviso, su familia inició las gestiones diplomáticas pertinentes para proceder a su liberación. Este miércoles llegaba a Madrid recibida como una auténtica heroína por sus familiares, amigos y compañeros activistas.
Sobre su estado después de pasar tres días secuestrada, Lucía confirma que se encuentra bien físicamente, aunque lo peor es la parte psicológica. “Estoy indignada. No estoy débil ni estoy mal, pero estoy indignada. Esto es el colmo de los colmos, se han vulnerado todos los derechos que teníamos como ciudadanos libres de naciones libres -entre comillas, porque libres tampoco somos-. Nosotros íbamos en un barco noruego, con su respectiva bandera y se supone que somos países que respetan el derecho internacional, pero es que eso Israel se lo pasa por el arco del triunfo”, narra la activista.
Pese a lo desagradable de haber vivido una situación “totalmente dictatorial”, la enfermera asegura que le han entrado aún más ganas de estar con el pueblo palestino. “Volvería al barco porque para mí ha sido un honor haber sido seleccionada. Es un orgullo haber colaborado un poquito para romper el bloqueo a Gaza y sin duda repetiría si la ONG lo considerase oportuno”, manifiesta convencida.
La solución para la cántabra es sencilla: que los gobiernos occidentales comiencen a colaborar. “Esto se permite desde los países que supuestamente somos ejemplo de Derechos Humanos. Y no somos ejemplo de nada mientras no ayudemos a que los palestinos y las palestinas refugiados recuperen su tierra y su mar” apunta.
Por último, Mazarrasa espera que la experiencia vivida sirva para algo. “La situación allí es injusta y extrema. Es una impotencia grandísima no poder llegar a donde quieres porque una fuerza brutal te lo impide”, asume apenada. “Hay que explicar que esto no es un conflicto porque los conflictos ocurren en situaciones de igualdad. Pero esto es una guerra de exterminio contra el pueblo palestino”, concluye.