El refranero ilustra sobre cualquier situación y circunstancia; no hay asunto o avatar humano sobre el que no pueda hacer una apostilla. Si hubiera que echar mano del dicho popular para ilustrar las últimas décadas de deterioro progresivo del Cabildo de Arriba, el barrio de Santander tan céntrico como desconocido, pudiera decirse aquello de “entre todos lo mataron y él solo se murió”, que es lo que se dice cuando nadie asume la responsabilidad de un daño irreparable aunque haya varios actores implicados, cada cual con su cuota de responsabilidad.
Nadie asume el deterioro del Cabildo de Arriba, después de múltiples planes, proyectos de recuperación e iniciativas singulares, pero lo cierto es que el barrio se ha hundido y sigue desplomándose en sentido literal. Siguiendo con los dichos, El Cabildo está más estropeado que la dentadura de un inglés. Con sus caries y sus alvéolos vacíos, la 'dentadura' del Cabildo de Arriba va perdiendo piezas, la última, la de la calle Alta, 17, edificio que se está derribando a petición de la mayoría de propietarios y después de declararse la ruina económica que hace que sea más caro recuperarlo que el valor en sí del inmueble.
De todos los actores implicados, ninguno asume la responsabilidad. Ni los vecinos, algunos de los cuales han hecho lo posible pero en circunstancias económicas personales malas, ni el Gobierno de Cantabria, la Administración del Estado o el Ayuntamiento de Santander, que después de múltiples reuniones, y fotos en los medios de comunicación, no han ido más allá de la reurbanización de un puñado de calles y el adecentamiento de algunas fachadas. Fracasado todo ello, el barrio, que se encuentra situado apenas a unos pasos de la Plaza del Ayuntamiento, ha entrado en un limbo en donde el 'laissez faire, laissez passer' lleva la batuta.
En consonancia, el 'dejar hacer' aboca a una espiral de abandono que hace que hoy mismo una quinta parte de lo que fue el barrio haya desaparecido. Sobre el terreno, el Cabildo ha ido menguando, lo que es una mengua también de la memoria de la ciudad hecha urbanismo. Si el Santander que se salvó del incendio de 1941 dejó escasos espacios en donde se conservaba la memoria de la ciudad, el Cabildo era uno de estos y se está perdiendo, del mismo modo que un enfermo de Alzhéimer pierde conexiones neuronales y con ello la memoria.
Los solares, los derrumbes, los siniestros y los edificios clausurados por precaución son el reverso de una moneda de un barrio humilde que sobre el papel tiene unas condiciones ideales para vivir: es céntrico, no está gentrificado aún y conserva un sabor a auténtico que pocos barrios han conservado en un Santander que fue destruido en el incendio de 1941 y reconstruido a golpe de especulación durante el franquismo.
Renta baja y voto al PP
Sobre la calle Jesús de Monasterio, en el tramo frontero con el Ayuntamiento de Santander, se abren tres calles en pendiente: Garmendia, Cuesta y Cuesta del Hospital. Pisar una de ellas es estar ya en El Cabildo de Arriba, un barrio con una elevada pendiente pero que carece de tramos de escaleras y pasarelas mecánicas. De la calle Isabel II arranca Ruamayor, también en cuesta, y no menos pindia es la rampa Sotileza que desde la calle Cádiz corona la calle Alta, eje vertebrador del barrio hasta el edificio de los Juzgados que es donde acaba El Cabildo por el oeste.
Entre la calle Alta, Jesús de Monasterio, Ruamayor y la parte superior del Pasaje de Peña se acota un área que es historia de la capital. En ella se encuentra el edificio más antiguo de Santander: la iglesia de Nuestra Señora de Consolación, edificio barroco levantado sobre una antigua ermita del siglo XV; las calles de las novelas y personajes peredianos y mil y un historias de barrio chino, puebla extramuros y costumbrismo. Hospital de San Rafael, ruinas de la muralla medieval y de la Casa de Recogida Santa María Egipcíaca, antiguo cementerio del Hospital de Santa María de la Calzada, Plaza de Juan José Ruano... Pocos barrios dan más en tan poco espacio.
Un estudio sociológico del barrio concluía “que se trata de un barrio habitado mayoritariamente por santanderinos, cuyas formas de vida y condiciones de vivienda son similares a las cualquier barrio de la ciudad, a la expectativa de los cambios urbanísticos que se van a experimentar en la zona. Los vecinos del Cabildo se sienten contentos de vivir en el barrio y de formar parte de su historia”. Contentos o no, lo cierto es que el nivel de renta, según datos actuales del Instituto Nacional de Estadística, es bajo.
Organizados sobre la base de las secciones censales, los datos del Cabildo están relativizados al unirse con calles como la de Jesús de Monasterio, pero revelan una renta media de 27.951 euros por hogar, muy lejos de uno de los distritos más ricos de España, como es el de El Sardinero, aunque no esté muy lejos geográficamente. La renta media por hogar en El Sardinero es de 54.881 euros, lo que le sitúa en el 4% de los barrios más ricos del país y en el 1% privilegiado de los más ricos de Cantabria.
La calle Alta, por utilizar otra comparación, tiene una renta media por hogar de 28.553 euros anuales.También El Cabildo está por debajo de la renta media bruta general del municipios que, según la Agencia Tributaria, era de 29.084 euros en Santander en 2017.
Más allá del nivel de renta, si se examina la fuente de ingresos, se constata que Cabildo y la calle Alta son barrios de 'asalariados, al igual que El Sardinero aunque en este distrito tienen un peso importante las rentas del capital. No obstante, el nivel salarial de los residentes en El Sardinero no es comparable en absoluto a los sueldos del Cabildo de Arriba, por lo que el concepto 'salario' es muy relativo. En El Cabildo, el 59,7% de los residentes viven de un salario, mientras un tercio (27,4%) es pensionista. Parados hay un 1,5% y otro 4,5% reciben alguna prestación. De las rentas de capital vive un 16,9% de los residentes. En El Sardinero, el 29,8% tienen ingresos por capital, mientras que el 44,9% perciben un salario y un 22,8% son pensionistas.
Un hogar en El Cabildo tiene una renta media anual de 27.951 euros, muy lejos de la de El Sardinero, que es de 54.881 euros
Pese a que tiene un nivel de renta medio-bajo, que es la mitad del que tiene El Sardinero, algo tienen en común estas dos zonas: el voto al PP, partido que ha gobernado la ciudad desde la democracia, arrasa. Siendo un barrio en donde son mayoría los asalariados y las condiciones urbanísticas son las que son, los vecinos refrendan la gobernanza del PP. En las últimas elecciones de mayo de 2019, en El Cabildo la abstención fue del 35,6%. Del voto emitido, el 37,9% de las papeletas fue a parar al partido de la alcaldesa Gema Igual. El PSOE sacó un voto de cada cinco (19,8%), el PRC parecido (16,9%) y Ciudadanos, un 8,4%. Vox y Unidas por Santander, los dos polos del espectro político local, cosecharon un 6,9% y un 6,5% de los sufragios, respectivamente. Se da el caso de que Unidas por Santander es una de las formaciones más combativas por la regeneración del barrio, lo que no se refleja en los votos, todo lo contrario.
En Ruamayor, con un nivel de renta superior al del resto del barrio, el PP obtuvo el 52,7% de los sufragios, mientras el PSOE solo obtuvo el 14,2% y el PRC, el 11,8%. Ciudadanos sacó el 11,6% de las papeletas y Vox ganó a Unidas por Santander, 4,4% frente a 3,7%, respectivamente.
En la calle Alta, el voto siguió siendo del PP pero con el PSOE más cerca. Si los populares obtuvieron e 33,9% de los votos, los socialistas registraron el 29,4%, mientras los regionalistas alcanzaron el 19,1%. Unidas por Santander fue la cuarta fuerza con el 6,6% de los votos, Cs le siguió con el 5,7% y Vox sacó un 3,8%. La abstención en la calle Alta y en Ruamayor fue menor que en el resto del Cabildo de Arriba.
¿Qué hacer con el Pepri?
Por El Cabildo de Arriba han pasado todos los experimentos urbanísticos de las administraciones, con una sopa de letras que habla de ARI, ARU y Pepri. También ha habido comisiones mixtas, planes especiales, estudios sociológicos, estudios de la edificabilidad... de tal modo que ahora, estadísticamente, hay mucha información sobre el barrio, pero en realidad es una información que no tiene efectos prácticos más allá de la reurbanización de alguna vía.
El Plan Especial de Protección y Reordenación Interior (Pepri) del Cabildo de Arriba databa de 2013 y estaba vinculado al Plan General de Ordenación Urbana de Santander de 2012, que fue tumbado por los tribunales, ordenándose urbanísticamente la ciudad desde entonces por el PGOU de 1997. Fue el penúltimo esfuerzo -el último fue un estudio sociológico y del estado de las edificaciones que se hizo años después- que ha dejado a todos agotados: vecinos y políticos. Los primeros han tirado ya la toalla. De hecho la Asociación de Vecinos del Cabildo de Arriba ha desaparecido. Los otros, tanto el Ministerio como el Gobierno de Cantabria y el Ayuntamiento de Santander, ya no saben qué más proponer.
La historia del barrio en las últimas décadas es un rosario de anuncios fallidos o a medio acabar. En 2006, el Estado declaró la zona Área de Rehabilitación Integral (ARI), en desarrollo del Plan Estatal de Vivienda 2005-2008. En 2008, el ARI se transformó en ARU, por el que se aumentaban las ayudas y acabaron rehabilitados 33 edificios y 294 viviendas y locales. De esta época data también la Oficina Municipal de Recuperación del Cabildo de Arriba que actualmente sigue existiendo pero más que nada como oficina de la Sociedad de Vivienda y Suelo de Santander, en donde se exponen las promociones que se realizan en todo el municipio.
En 2007 se constituyó una Comisión Mixta para la recuperación del barrio en la que se sentaban las tres administraciones implicadas. En febrero de 2009 comenzaron las obras del proyecto de urbanización del barrio, que adecentó pavimentos y aceras. De 2009 data el Area de Renovación Urbana, por el que se concedieron ayudas a 115 viviendas. Después el Plan Estatal de Vivienda 2009-2012, al expirar, dejó sin efecto el ARU. Y para de contar hasta el Plan Especial de 2013 y un nuevo 'plan' que un equipo redactor está preparando para el Ayuntamiento, según ha informado hace dos semanas el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Santander.
El resultado de estos años son un barrio con unas calles adecentadas como la Cuesta del Hospital, Garmendia y Ruamenor, ninguna escalera mecánica, ninguna pasarela, 10 edificios con problemas estructurales que amenazan su estabilidad, solares vacíos y un goteo de derribos.
El derribo del edificio de la calle Alta, 17 ha reabierto el debate. No es nada nuevo que se derribe un edificio. De hecho han desaparecido los números 13 y 15 de la cuesta del Hospital, el 1 de la calle San Pedro, el 15 y 11 de Garmendia, el 1, 3, 5 y 7 de Ruamenor y el 3 de la calle Alta. Sobre un total de un centenar de edificios, prácticamente una veintena, uno de cada cinco, ha pasado a ser historia. Y no solo derribos, también ha habido muertos: en 2007 el desplome de una vivienda en el número 14 de Cuesta del Hospital costó la vida de Gurmesinda Colmenero, Jesús Manuel Gómez Colmenero y Teodoro Monzón Flórez.
Pero con el derribo por ruina económica del 17 de la calle Alta el Ayuntamiento de Santander se ha empezado a mover de nuevo, sobre todo la oposición. PSOE y Unidas por Santander hablan abiertamente de movimientos especulativos de compraventa y acaparamiento de propiedades para lo que no deja de ser uno de los barrios con más potencial en el futuro. El PRC por su parte, pide que haya una modificación puntual del Plan General de 1997, obsoleto de por sí, que dé respaldo al PEPRI que ha quedado colgado.El Plan Especial es la última y mejor figura urbanística que se sostiene, por lo que los regionalistas quieren relanzarla, una propuesta a la que se suman socialistas y Unidas por Santander.
Diagnóstico de un enfermo: el Pepri
En el estudio que da base al Pepri se da a entender que el barrio es un agujero negro urbanístico que puede retroalimentarse en la precariedad social. El abandono atrae más abandono, del mismo modo que las condiciones económicas de los moradores del barrio no dan para alegrías rehabilitadoras. Los planes de cofinanciación de rehabilitación hasta ahora fallaban las más de las veces por el lado del propietario que, bien no llegaba a las exigencias, bien no estaba interesado. En todo caso, el estudio habla bien a las claras de “ausencia de conciencia colectiva” en el barrio, uno de los factores esenciales que explican por qué El Cabildo está como está.
“Las condiciones de las viviendas que permanecen en pie y el germen preexistente dan lugar a que se retroalimenten las posibles patologías, accediendo a las mismas los colectivos con más carencias económicas y sociales, que a su vez no van a poder mejorar el estado actual de los inmuebles”, se indica en el documento.
El Pepri concluye, con cierta obviedad, que solo las instituciones pueden pilotar la recuperación con una actuación decidida e integral y que, pese a la imagen pública de deterioro que pueda transmitir el barrio, socialmente está normalizado, con escasos y puntuales focos de exclusión. Y ello pese a que hubo una crisis de por medio, la de 2008.
Los redactores del plan apostaban por actuaciones de calado y hubo propuestas en tal sentido, como la de construir una gran plaza de 2.500 metros cuadrados, con parking subterráneo, en pleno meollo de barrio, aprovechando huertas interiores y solares vacíos. Dicho espacio tendría dos alturas con un desnivel de tres metros, a ubicar entre las calles Limón, Garmendia, Cuesta del Hospital y San Pedro, un plan que fue expuesto a la comisión mixta y que está aún esperando hacerse realidad.
Siete alternativas
El equipo redactor del Plan Especial estuvo integrado por las empresas Auge Estudio de Arquitectura y Apia XXI. Data de 2013 y estaba pensado como complemento del Plan General de 2012, que posteriormente se anuló. Aunque han pasado siete años, el Pepri planteaba una serie de alternativas y una solución elegida que es la que se hizo pública. A grandes rasgos, la opción era prolongar la calle Ruamenor eliminado las barreras a su paso hasta la calle Garmendia, habilitar una gran plaza central y construir un parking bajo ella. Curiosamente no había discrepancias políticas sobre el futuro del barrio entre los partidos mayoritarios. Regionalistas y socialistas defendieron la plaza pública, el párking y hasta un área comercial, en el caso del PRC.
El Plan Especial de 2013 (Pepri) surgió con la ambición de marcar la hoja de ruta definitiva para la recuperación del barrio, censurando de paso “actuaciones equivocadas” del pasado. “El pasado del barrio, como núcleo y origen del asentamiento de la ciudad de Santander, no ha evitado que hoy en día y fruto de equivocadas intervenciones, se encuentre en una preocupante y continuada decadencia, deterioro físico, pérdida de efectivos demográficos y disminución y fracaso de muchas de las actividades económicas tradicionales que durante mucho tiempo caracterizaron al barrio y otras de nueva implantación que han tenido que cerrar sus puertas como consecuencia de la degradación general que ha sufrido”.
En aquel entonces, con un Plan General recientemente aprobado, los impulsores del Pepri eran optimistas y veían aproximarse un futuro dinámico para el barrio. Siete años después, caído el PGOU, todo sigue igual que entonces o peor, ya que hay nuevos derribos en el 'debe' del Cabildo. La construcción de un “espacio vivo” tendría que esperar.
El Pepri analizaba la situación del Cabildo, tanto desde un punto urbanístico como sociológico, consultaba a las partes, recopilaba alternativas y se decantaba por una: prolongar la calle Ruamenor hasta la calle Garmendia, abriendo una gran vía transversal y paralela a la calle Alta, y construir un gran espacio central con párking subterráneo. Los regionalistas, además, veían con buenos ojos la apertura de una zona comercial o de ocio en el barrio.
Alternativa 0: No hacer nada
Dicho de otra manera, no intervenir en el barrio, permaneciendo en su situación actual sin cambiar la configuración de su trama urbana. Supondría condenar al fracaso el deseo de recuperar El Cabildo en todas sus vertientes.
Alternativa 1: Prolongación de Ruamenor hasta Garmendia
Se prolonga la Calle Ruamenor, consiguiendo de esta manera esponjar la trama urbana. Funcionalmente sirve para unir la Cuesta del Hospital con la Calle Garmendia, ya que hoy cuentan con un trazado con demasiada longitud, de esta forma el viario es más permeable en el barrio. Como hándicap, la actuación supondría romper la trama tradicional.
Alternativa 2: Eliminar la calle San Pedro
Con la prolongación de la calle Ruamenor se consigue una mayor permeabilidad y esponjamiento del barrio y una conexión amplia por el Parque del Agua. Pero supondría eliminar una calle histórica.
Alternativa 3: Nuevo espacio público
La propuesta de los técnicos municipales consistía en prolongar la calle Ruamenor y generar un espacio público. De manera complementaria se eliminarían varios inmuebles; esto tenía como consecuencia la pérdida de una parte de la edificabilidad.
Alternativa 4: Párking incluido
La propuesta del equipo redactor del Pepri creaba un gran espacio con párking subterráneo. Se abría un nuevo vial en la manzana central, aprovechando el corte del terreno y respetando la trama tradicional del barrio, generando un gran espacio público que, gracias a su tamaño y centralidad favorecería la implantación de diversos usos para una regeneración social y económica. Todas las alineaciones de esta alternativa respetaban puntos singulares que suponían una huella histórica. Se garantizaba la máxima edificabilidad. En la manzana central se crearía un gran aparcamiento, dando solución a uno de los principales problemas que presenta el ámbito. El conjunto de las alineaciones regularizaría en su totalidad la edificación, no dejando ningún edificio en situación de “fuera de ordenación”. El 'pero' de esta alternativa es que el nuevo espacio público generaría inseguridad a causa de sus accesos reducidos.
Alternativa 5: Dirección General de Vivienda
Se prolonga la Calle Ruamenor, según la propuesta del Gobierno, dotando de una mayor permeabilidad a la trama urbana, pero se rectifican las alineaciones, que en muchos puntos no presentan un trazado adecuado convirtiéndose en un “gesto caprichoso y no aportando ninguna mejora a la trama urbana”, valoraba a la sazón el equipo redactor.
Alternativa 6: La propuesta socialista
El PSOE hizo una propuesta que era una declaración de intenciones con poca concreción: definir elementos arquitectónicos en fachadas a recuperar o proteger; respetar la trama urbana tradicional; homogeneización de alineaciones, rasantes, número de alturas, materiales y condiciones estéticas; exigencia de rehabilitación; regeneración social, económica y urbana; alineaciones para corregir la situación de fuera de ordenación; conexión peatonal con el Parque del Agua; ordenanzas reguladoras de sustitución y rehabilitación; e intervención integral. Apostaba por un espacio central con salidas peatonales a Garmendia, Cuesta del Hospital y Limón. Abogaba también por aparcamientos y comercios, así como la eliminación del local adosado al ábside de la Iglesia de la Consolación. Asimismo, planteaba el PSOE conexiones mediante escaleras mecánicas: desde el túnel a través del Parque del Agua, y desde la Plaza del Ayuntamiento, así como adecuación de los accesos desde la calle Emilio Pino.
Alternativa 7: La propuesta regionalista
Los regionalistas defendían mejorar las condiciones de habitabilidad mediante la continuidad de los viarios existentes, reequipamientos y dinamización del tejido comercial; así como habilitar en la zona central “un área comercial o de ocio que permita una regeneración social y económica, y que sirva de reclamo y atractivo a los ciudadanos y los turistas”.
Crear un área comercial o de ocio que permita una regeneración social y económica, y que sirva de reclamo y atractivo a los ciudadanos y los turistas
Además, proponía respetar en todo lo posible la fisionomía y la trama tradicional del barrio, realizar intervenciones concretas, especialmente en la manzana central y peatonalizar o semipeatonalizar la calle San Pedro, aparte de defender una gran plaza y un párking.
Solución adoptada en 2013
Puesto que la elaboración del Plan General y del Plan Especial fue simultánea, y ambas de iniciativa pública, las propuestas de ordenación de ambos documentos se retroalimentaban, de modo que la evaluación de todas las alternativas anteriores se volcó en la solución adoptada. ¿Cuál era? Lo explica el equipo redactor: “Esta solución pasa, en primer lugar, por distinguir una zona de reforma interior de otra de protección/renovación. En la primera, el Plan General no establece ordenación finalista, siendo tarea del Plan Especial la de ultimar y concretar la solución final, tanto desde el punto de vista de la ordenación urbanística concreta (alineaciones, alturas, viales,…) como desde la definición de las propuestas materiales que coadyuven a la consecución del objetivo prioritario; la revitalización integral, física y humana del Barrio del Cabildo de Arriba”. Dicha reordenación apostaba por la gran plaza central, que es lo que defendió públicamente el exalcalde Íñigo de la Serna (PP).
Ello ocurrió en 2013. Han pasado siete años, el barrio sigue siendo transitado solo por sus ocupantes y el futuro tan prometedor que auspiciaba el Plan Especial sigue en 'stand by'.