Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) engloban fundamentalmente tres vertientes: la anorexia, la bulimia y el trastorno por atracón. A día de hoy son consideradas a nivel médico como enfermedades mentales que deben de ser tratadas de igual manera que una depresión o una esquizofrenia, pero “a nivel social no tanto”.
“Se sigue considerando, en la mayoría de los casos, que son tonterías de niñas que quieren ser modelos, cuando no hay nada más lejos de la realidad”, cuenta Carmen Grandas, presidenta de ADANER Cantabria.
Desde la Asociación para la Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa (ADANER) explican que la anorexia consiste en un trastorno por el cual los afectados no comen, “y lo poco que comen lo compensan” por lo que la delgadez de estas personas está muy acentuada. La “compensación” es el término utilizado por los especialistas, y círculos cercanos, para hacer referencia a los vómitos a los que a menudo recurren estos enfermos.
La bulimia es, junto con la anorexia, uno de los trastornos más conocidos. Consiste en que los enfermos comen más de lo normal, o se dan atracones y, posteriormente realizan “compensaciones”, por lo que acaban desarrollando problemas relacionados con los vómitos continuados.
La tercera vertiente de los TCA engloba a los afectados por el trastorno por atracón, quienes comen grandes cantidades pero, a diferencia de las otros dos, luego no ejecutan esas “compensaciones”. “La mayoría tienen sobrepeso”, explica Granadas, y “existen dificultades acarreadas por esta enfermedad como diabetes, problemas físicos, cardiovasculares o presión arterial alta”.
Para este colectivo los trastornos de la conducta alimentaria “son enfermedades mentales muy serias”. La realidad es que “estas personas tienden a obsesionarse profundamente con las imperfecciones que creen tener, lo que deriva en conductas perjudiciales para sí mismos y termina afectándoles a nivel psicológico, físico y emocional”, expone esta especialista. “No es una elección o un capricho”, añade Grandas.
Resulta difícil llevar un registro concreto del número de personas afectadas por trastornos de la conducta alimentaria. Desde ADANER comentan que en los archivos solo se encuentran detalladas aquellas personas que están recibiendo tratamiento, dejando fuera a muchas otras que no lo reciben o que ocultan su enfermedad.
Subvenciones y apoyo
La asociación ha recibido recientemente una subvención pública de 18.000 euros con el que “desarrollará actividades informativas en el conjunto de la población”. Esta ayuda pública ya se le otorgó anteriormente, hace cuatro años. Para 2018, como en años anteriores, el Ejecutivo cántabro se la ha vuelto a renovar tras presentar un plan de acción, en el que detallaban cómo y de qué manera se invertirían esos 18.000 euros.
Grandas explica que la subvención les permitirá poder organizar y desarrollar unos talleres impartidos por psicólogas. Durante el año 2017 han realizado cuatro: de prevención de la salud y desarrollo de recursos para afectados y afectadas; otro de educación y técnicas de autocontrol para mejorar la calidad de vida de pacientes con trastorno por atracón y obesidad; y un tercero, que ha empezado en diciembre, de mindfulness para personas con un trastorno de la conducta alimentaria de larga duración.
Finalmente, el último taller está especialmente dirigido a la prevención de conductas que puedan derivar en un trastorno de la conducta alimentaria y, por eso, está enfocado especialmente a los colegios. De esta manera, “mostrando a los más pequeños los peligros de estas enfermedades, se puede evitar que un gran número de menores caiga en ellas o, en caso de hacerlo, pueda identificar correctamente lo que le ocurre y consulte a un especialista”, concluye Grandas.