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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

“La UE quiere echar a las ONG porque son testigos incómodos de la realidad del Mediterráneo”

“La situación en el Mediterráneo es un tanto caótica debido al cambio de actitud tanto de Libia, como de la UE y de Italia en las labores de vigilancia y rescate”. Óscar Camps, director de la ONG Proactiva Open Arms, relata el panorama al que tienen que hacer frente este año en sus trabajos de salvamento de refugiados en alta mar. 

“Libia, a través de uno de los grupos armados que tiene el control de la ciudad de Trípoli -único reconocido por Europa, que se le financia, se le dota de material y se le instruye-, ha pasado de una actitud de vigilancia expectante, de control de sus aguas territoriales, a una actitud muy agresiva, por no decir hostil”, asegura este profesional del salvamento que puso en marcha la ONG en septiembre de 2015.

Cuenta que Libia ha empezado a “usar las armas para la intimidación, amenazando a los barcos que navegan en aguas contiguas, fuera de las 12 millas”, en una semana en la que desde Proactiva Open Arms, han denunciado que los guardacostas libios llegaron a disparar “al aire” a uno de sus barcos de salvamento, “por encima de sus cabezas”.

Camps, que participa este martes en una mesa redonda en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander relacionada con este asunto, subraya en una entrevista a eldiario.es que se les acusa de “una intrusión inexistente”. 

“Nadie entra en aguas libias y cuando se entra, se hace con permiso, con autorización y bajo el control, la coordinación y la dirección de la Guarda Costera Italiana”, argumenta. “Ninguna ONG hace nada de forma unilateral”, insiste. “Es un poco ridículo que se nos acuse a nosotros y no a la Guardia Costera que es quien coordina”, apunta Camps, y explica que cada dos horas les pasan un reporte con la posición, rumbo y velocidad. “Nos tienen monitorizados constantemente”, recalca.

Así pues, hace hincapié en que la actitud y el rol de Trípoli han cambiado. Sin embargo, matiza que “no de Libia en su conjunto”, porque en el resto de ciudades “hay otros grupos armados que las gobiernan con otros guardacostas que no tienen nada que ver con Trípoli”, señala.

A través del acuerdo UNCLOS, firmado por Gadafi en los años 70, los países ribereños disponen de 12 millas como aguas territoriales y las 12 siguientes como contiguas, y en esas últimas tienen competencia para evitar delitos, pero son aguas internacionales.

En este sentido, el director de la ONG, pone de manifiesto que ahora “han puesto unos límites antinaturales”, ya que, según detalla, “decir que son 60 o 70 millas sus aguas territoriales no es lícito”. “Todos conocemos el derecho internacional”, afirma, “y si quieren ser un país seguro y responsable, y si pretenden negociar acuerdos con Europa, tendrán que demostrar que respetan los convenios internacionales, y no lo hacen”. 

Camps lamenta que les hayan disparado y amenazado en aguas contiguas, siendo “una organización pacífica, con un barco que no es nada hostil y que no hace nada malo”. “No hay ninguna necesidad de disparar al aire a un barco que no tiene armas y que, además, depende de Roma, al igual que ellos”, sostiene.

Esta es la situación actual del Mediterráneo, “nada que ver con la del año pasado”. Camps explica que entonces estaban coordinados por Roma, por el Maritime Rescue Coordination Centre (MRCC), y que los guardacostas libios “no tenían medios y apenas salían de sus puertos”. “Cuando lo hacían, llegaban como mucho a las 12 millas, pero no les notábamos nada hostiles”, reconoce.

“Ahora la UE, a través de Italia, les financia”, asegura. La razón, tal y como expone, es “única y sencilla”: “echar a las ONG que son testigos incómodos de la realidad del Mediterráneo”, resalta y pone de manifiesto que llevan muchos meses en los que se les “vierten falsas acusaciones de todo tipo”.

Como ejemplo de alguna de ellas, Camps apunta que consideran a las ONG un pull factor, es decir, “un factor de atracción para los traficantes”,  algo que para él “es demagogia”. “Un país con 2.000 kilómetros de costa y que tiene un barco a 12 millas de la costa, ¿cómo puede ser eso un punto de atracción?”, se pregunta.

“Ese barco se está moviendo constantemente, no te puedes dirigir a él”, asegura. El hecho de que España haya “cuadriplicado las llegadas por mar este año”, en un lugar donde “no hay ninguna ONG –está salvamento marítimo y la Guardia Civil-, les desmonta esa teoría del factor de atracción”, ratifica. Por su parte, apunta que en Italia el número de llegadas ha disminuido respecto al año pasado en las mismas fechas.

De esta forma, Camps afirma que su discurso “no se sostiene”, pero que ha hecho “mucho daño puesto que da alas a los xenófobos y a los radicales que se acogen a cualquiera aunque no tenga sentido común”.

Otro de los ejemplos que pone, hace referencia a las señales lumínicas que hacen. “Si estamos navegando a 12 millas (18 kilómetros) -como muy cerca y siempre de día, porque de noche nadie se atreve ya que hay riesgo de abordaje por cualquier grupo armado- es físicamente imposible que lleguen esas señales de luz a la costa”, recalca.

Se trata de acusaciones que “no tienen sentido, pero que hacen mella en la gente que se lo cree todo”, lamenta Camps. “Nos han metido un discurso y toda una campaña de descrédito, nos han dado una imagen caótica, por lo que, según ellos, necesitamos orden”, afirma.

Sobre estas acusaciones, el director de Proactiva Open Arms asegura que las ONG están coordinadas por Roma y que han rescatado al 40% de las personas rescatadas en el Mediterráneo, por lo que “no hay caos”. “Para solucionar este supuesto caos se inventan un código de conducta que no es otra cosa que poner por escrito lo que llevamos haciendo todos desde hace un año”, explica, “y lo cumplimos todo”, incide.

Política de la UE

Camps pone de manifiesto que está todo muy precocinado. “Primero hay que desacreditar a las ONG porque dejan en evidencia a la UE y a su inacción en cuanto a las labores de salvamento en el Mediterráneo”, relata. “Una vez conseguido eso, hay que ponerles normas para que no hagan lo que quieran, las cuales aceptamos porque son las mismas que ya cumplimos”, prosigue.

Posteriormente, se pasa a una segunda fase que consiste en “dar credibilidad a un país sin Estado, que no respeta los derechos humanos y que permite el asesinato, la esclavitud, la violación, entre otras violencias”, enfatiza.

Finalmente, viene la “fase de maquillaje de la UE”. “Vamos a hacer que Libia tenga un Gobierno, lo llamaremos el Gobierno de Trípoli, que solo gobierna allí, no en todo el país, pero eso la gente no lo sabe”, explica Camps. “Están negociando con un grupo armado, a nosotros se nos acusa de ello y resulta que es la UE la que lo hace, dándoles armas y recursos”, lamenta.

En este sentido, pone de manifiesto que “vamos a pagar cualquier precio” para evitar que la gente huya a Europa por mar por la zona de Libia, en vez de evitar el tráfico por tierra. “En lugar de dotar a Libia de los medios necesarios para detener a los traficantes por tierra, lo hacen por mar una vez que han podido saquear a las personas que buscan huir”, expone Camps.

Se calcula que allí el 30% de la población está viviendo del tráfico de personas, “es mucho dinero el que se mueve”. “Es más barato perseguir a las mafias por tierra antes de que salgan al mar que poner medios en el mar, pero no sé por qué optan por esa política”, reconoce.

En definitiva, Camps hace hincapié en que la UE quiere transmitir de Libia una imagen de país que “está entrando en el buen hacer, que es seguro y que trata bien a las personas que huyen”. “Llegarán a un suculento acuerdo económico con Libia para que haga el trabajo sucio, como está haciendo Marruecos y Turquía”, lamenta.

“La política de la UE es externalizar fronteras y pagar a terceros países para que hagan el 'trabajo sucio' saltándose los derechos humanos, la Convención de Ginebra y todos los convenios internacionales a los que Europa está suscrita”, afirma. “Esta es la realidad y el resto es demagogia”, apostilla Camps.

Ante este panorama, pone en valor la colaboración que disponen de los medios de comunicación. “La necesitamos, lo que hacemos es duro, y tenemos en los profesionales de la comunicación nuestro gran aliado”, subraya. “Escribís el artículo con más cariño porque trata de un grupo de voluntarios que se la están jugando para salvar vidas en medio del mar, contra todo y contra todos”, asegura Camps. “Si no os tuviéramos, se nos comerían con patatas, ya que la maquinaria del poder es gigante”, concluye.