Las consecuencias de los intereses por un territorio son muy diversas pero siempre tienen el mismo fin, la opresión. Unos ganan, otros pierden y el resto mira impertérrito. En el caso del conflicto saharaui, España no es un simple espectador sino protagonista ausente que prefiere ignorar aquello que no le interesó afrontar.
Desde que en 1975 Marruecos ocupara la antigua colonia española, las injusticias se han ido sucediendo de forma macabra y constante. Uno de los últimos casos impacta por la firmeza de una de sus protagonistas, Takbar Haddi, una madre coraje que permaneció en huelga de hambre acampada en las inmediaciones del consulado marroquí en Las Palmas de Gran Canarias durante 36 días, hasta que su salud se resquebrajó. Es la lucha ferviente de quien lo ha perdido todo.
La delegación cántabra del Frente Polisario y la Asociación Alouda, implicada en la causa saharaui, han decidido solidarizarse con esta madre coraje y dar la mayor difusión posible a su caso. Para ello, desde las 10 de la mañana de este sábado celebra una huelga de hambre en cadena en la Plaza del Ayuntamiento de Santander, y que se prolongará durante 24 horas. El llamamiento se ha realizado a través de una carta enviada a los partidos políticos, las organizaciones sindicales y los diferentes movimientos sociales presentes en la región con el fin de pedir colaboración en su resolución.
Un martirio sin resolver
Haidala soñaba con un Sáhara libre, un activista valiente y comprometido que luchaba por un futuro mejor. Su sueño se llevó su vida cuando el pasado 31 de enero varios colonos marroquíes, que trabajaban cerca de su residencia, le apedrearon en el pecho y en los brazos para sesgar finalmente su cuello con unas tijeras, según sostiene su familia y distintas organizaciones de derechos humanos, entre ellas, Alouda Cantabria. Mantienen, también, que la policía tardó una hora en llamar a la ambulancia y que en el hospital le intervinieron el cuello sin anestesia. Tras deambular por varios hospitales, la costura no aguantó lo suficiente, provocando su fallecimiento el 8 de febrero. El relato oficial niega esta versión y afirma que la agresión se produjo por una reyerta.
Tras la muerte de su hijo, Haddi se encontraba en España pero se trasladó a El Aaiún, lugar donde acontecieron los hechos, para investigar y esclarecer lo sucedido. Luchó, perseveró, se dirigió al Ministro de Justicia y al Procurador General del Rey en la zona sin obtener ninguna respuesta, y luego volvió a escribir al mismo Procurador solicitando información sobre el destino de las denuncias y reivindicaciones. Por respuesta obtuvo el refuerzo del asedio policial y los asaltos a la casa de su familia, denuncian las organizaciones prosaharauis.
Takbar Haddi pide justicia. Demanda su legítimo derecho de exhumar el cuerpo de su hijo para hacerle una autopsia imparcial y darle un entierro digno. También le ha sido denegado. Ya sólo le queda luchar con su propio cuerpo, ante la mirada impasible de Occidente.