Cantabria ha experimentado en el último año un retroceso en el camino para salir de la crisis y para recuperar los niveles económicos previos a la época de recesión. Así lo recoge la Encuesta de Condiciones de Vida de 2017 elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) y publicada recientemente por el Instituto Cántabro de Estadística (ICANE). En ella se refleja que el 17,6% de la población de esta comunidad -más de 102.000 personas- vive por debajo del umbral de la pobreza, lo que supone un repunte respecto al 15,3% de 2016 y al 14,9% de 2015.
Esta cifra acarrea volver a la situación de los años 2012 (17,7%) y 2013 (17,8%), revertiendo la recuperación de los dos años previos en los que se consiguió rebajar notablemente el 20,6% que se plasmaba en la tasa de pobreza del año 2014. Aunque actualmente Cantabria se sitúa por debajo de la media nacional en este ámbito (21,6%), el dato no sirve de consuelo puesto que las comunidades limítrofes, tal y como recoge el estudio, tienen mejor calidad de vida.
Concretamente, el País Vasco cuenta con una tasa de pobreza del 9,7%, Asturias del 12,6%, y Castilla y León del 15,4%. Por su parte, Navarra (8,3%) y La Rioja (9,7%) también ganan por goleada a la región cántabra, y únicamente Galicia, de las comunidades del norte de España, presenta una cifra peor que ella con un 18,7% de la población en situación de precariedad.
En lo que respecta al conjunto del Estado, los territorios del sur peninsular se llevan la peor parte. Extremadura (38,8%), Andalucía (31%) y Murcia (30,1%) se sitúan con los datos más alarmantes, junto con las ciudades autónomas de Ceuta (32,5%) y Melilla (26,2%), y las Islas Canarias (30,5%).
A fin de mes
Pero este estudio va más allá y deja un dato de lo más preocupante. Más de la mitad de los hogares cántabros tiene problemas para llegar a fin de mes. Concretamente, de un total de 240.000, 130.000 se encuentran en esa situación y de ellos, 18.000 son especialmente vulnerables por presentar mucha dificultad para hacerlo.
Además, cerca de 35.000 hogares -14,5% del total- no pueden afrontar ningún gasto imprevisto y para 66.000 -un 27,6%- irse de vacaciones al menos una vez al año es un lujo que no pueden permitirse. Asimismo, otro de los datos escalofriantes que deja este estudio es que casi 10.000 personas no pueden gastar en comer carne, pollo o pescado al menos cada dos días, así como que 23.000 personas no pueden mantener la vivienda a una temperatura adecuada.
Por otra parte, esta encuesta confirma que el nivel de formación influye sobre el de pobreza. Tan solo un 9% de las personas con estudios superiores están en riesgo de vivir en estas condiciones, frente al 23% de las que se quedaron en Primaria o al 24% de las que abandonaron en la primera etapa de Secundaria.
Sin embargo, como aspecto positivo, la población en riesgo de exclusión social descendió considerablemente en 2017 respecto al año anterior. Se situó en un 20,5%, cuatro puntos por debajo del 24,6% de 2016, registrando así la mejor cifra de lo que va de década junto con la de 2015 (20,4%). Esta tasa se calcula mediante el indicador europeo Arope y para ello combina tres variables: personas en riesgo de pobreza, en carencia material severa -que no disponen de al menos cuatro conceptos de una lista de nueve-, y la falta de empleo o la baja intensidad en el mismo.