El desarrollo en Cantabria del Plan Nacional de Médula Ósea ha sobrepasado todas las expectativas. Casos como el de Pablo Ráez, el joven malagueño que revolucionó las redes sociales y que falleció a finales de febrero tras una dura lucha contra la leucemia, junto a la labor de divulgación y concienciación del Banco de Sangre y Tejidos de Cantabria, han provocado que el número de donantes en la comunidad autónoma se haya multiplicado por cinco en los últimos cuatro años.
Frente a los 742 voluntarios que estaban registrados a 1 de enero de 2013 en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, hay en la actualidad 3.954, lo que supone un incremento del 532%. Tan solo en el último año se han apuntado 898 nuevos donantes, según consta en la memoria que elabora anualmente el Banco de Sangre consultada por eldiario.es.
Este notable aumento va en línea con el experimentado a nivel nacional. Cada día se registran 100 nuevos donantes, y en tres años se ha pasado de 100.000 a superar ampliamente los 200.000, cumpliendo así un año antes de lo previsto el objetivo que se habían marcado para 2016 el Ministerio de Sanidad y la Fundación Josep Carreras, la entidad que gestiona en España el registro de donantes de médula ósea, denominado REDMO.
No obstante, pese a que la sociedad es cada día más consciente de la importancia que tiene la donación de médula ósea para salvar vidas, aún existe mucho desconocimiento sobre el proceso y lo que ello supone. De hecho, es habitual que se confunda con la médula espinal cuando “no tienen absolutamente nada que ver”, según explica la doctora Cristina Amunárriz, miembro del equipo técnico que dirige en nuestra comunidad José Luis Arroyo.
La médula ósea se encuentra en el interior de algunos huesos, como los de la cadera, y origina la sangre que circula por nuestro cuerpo, que transporta el oxígeno y que genera, entre otras cosas, las defensas del organismo contra infecciones, mientras que la médula espinal se encuentra en la columna vertebral y transmite los impulsos nerviosos desde el cerebro hacia todo el cuerpo y viceversa.
Aunque son varias las enfermedades derivadas de una anomalía en la médula ósea, la más común es la leucemia, que se produce cuando las células sanguíneas no cumplen su función y por tanto hay trastornos, como anemia, infecciones o falta de coagulación.
¿Cómo es el proceso?
A rasgos generales, cualquier persona de entre 18 y 55 años que esté sana puede ser donante. Registrarse es sencillo. “Lo más importante es estar bien informado. De hecho, es tan importante que queda registrado quién ha hablado con el posible donante y también tiene que firmar un testigo”, subraya Amunárriz.
Junto a esos datos, se extrae una muestra de sangre y se realiza un tipaje de baja resolución del HLA, que es el conjunto de proteínas que se identifica para medir la compatibilidad entre donante y paciente.
Pero no todas las personas registradas han donado ni mucho menos. “Cuando un paciente necesita un trasplante, lo primero que se hace es buscar entre los parientes cercanos, especialmente en los hermanos. Sin embargo, aproximadamente el 75% no tiene un familiar compatible y entonces es necesario recurrir al registro de donantes. Por ello, hay que tener una base amplia”, apunta Amunárriz.
Cuanto mayor sea el número de antígenos HLA compatibles, mayor será la posibilidad de que el cuerpo del paciente acepte las células madre del donante.
Es la Fundación Josep Carreras, que está conectada con una red internacional, la que da aviso de la posible compatibilidad entre un paciente y un potencial donante. “Nosotros desconocemos absolutamente todo, no tenemos ningún dato salvo el código del paciente”.
Para verificar la compatibilidad, continúa exponiendo la doctora, se lleva a cabo una segunda extracción de sangre y un análisis del tipaje más exhaustivo. También se realiza un cuestionario porque “desde que se registró como donante hasta que llega el momento de donar han podido pasar muchas cosas”. Del mismo modo, se hace una serología para comprobar que no existe ninguna enfermedad en la sangre que se va a trasfundir.
En caso de que el donante sea el idóneo se programa la extracción, que puede ser de dos tipos: mediante una citoaféresis (extracción de sangre periférica) o mediante la extracción de la médula del hueso a través de la punción de las crestas ilíacas (hueso de la cadera). La forma se valora según las necesidades médicas del paciente, “respetando siempre la opción elegida por el donante”. Además, existe una tercera fuente, que es la donación del cordón umbilical.
En un 70% de los casos la donación se realiza mediante la extracción de sangre, que se prolonga durante cuatro o cinco horas. Este modo es más “benigno” para el donante, ya que en el otro caso es necesario un ingreso hospitalario (habitualmente de 24 horas), requiere una intervención quirúrgica con anestesia y una transfusión de la propia sangre del paciente.
“La mayor parte de donantes opta por este primer proceso, pero también al ser personas tan concienciadas normalmente responden a lo que les solicita el médico”, asegura Amunárriz.
“Informados y comprometidos”
En este sentido, según destacan desde el Banco de Sangre de Cantabria, los donantes de médula ósea son personas “informadas, concienciadas y muy comprometidas”. “Es una donación muy especial que se hace en vida”, apostilla la doctora, que apunta que la mayor parte llegan “sensibilizados por algún familiar, amigo o conocido”.
Aunque la médula se regenera y la donación no conlleva ningún trastorno, Amunárriz cree que “el miedo es respetable” y por ello considera que “tiene que ser algo muy meditado”. “Por supuesto que nosotros animamos, sobre todo a que se informen”, incide.
“Una vez realizada la donación, casi todos nos dicen: 'Tanto cuento para esto'. Es muy sencillo y muy satisfactorio, pero es una cuestión personal”, recalca.