Cantabria registró hace apenas un mes el menor número de casos activos de coronavirus desde que comenzó la pandemia. A principios de julio vació sus hospitales de pacientes con COVID-19, desmontó algunas de las medidas de urgencia que las autoridades sanitarias se vieron obligadas a improvisar en el momento más duro de la crisis y acumuló varios días consecutivos sin contagios, en lo que se antojaba como la fase final de la desescalada. Las normas se relajaron, se recuperó la movilidad y el turismo regresó poco a poco en un verano atípico, en el que la comunidad autónoma presume de unas cifras de visitantes muy por encima de otros territorios más acostumbrados a las masificaciones.
Sin embargo, la curva de contagios no ha tardado en apuntar hacia arriba y la tendencia al alza de las últimas semanas ha hecho saltar de nuevo todas las alarmas, con cerca de 600 positivos en los últimos 30 días y una cifra de casos activos que se acerca peligrosamente a la del mes de marzo, cuando la población estaba confinada en sus casas y solo se desarrollaban actividades esenciales. La situación, eso sí, no es todavía tan dramática como entonces. El número de hospitalizados sigue siendo bajo, con una mayoría de pacientes con síntomas leves, en aislamiento domiciliario y una edad media mucho menor entre los afectados, muy lejos de los momentos críticos, en los que el virus golpeó a las personas mayores, con casi un 70% de los 215 fallecidos por coronavirus en Cantabria en las residencias de ancianos.
También ha cambiado la forma de detectar estos casos. El trabajo de los rastreadores está permitiendo a la Administración autonómica controlar algunos focos o tomar algunas decisiones más drásticas, como el confinamiento obligatorio al que se sometió a todos los habitantes de un edificio de Santander o a las tripulaciones de unos barcos pesqueros atracados en Santoña cuando se notificaron varios positivos relacionados entre sí. Pero poco a poco la relajación de las normas tras la desescalada ha provocado un incremento progresivo de los casos en las últimas semanas y la aparición de casi una treintena de focos con contagios masivos en los círculos personales más cercanos.
Aunque las cifras bailan y necesitan prácticamente de una actualización en tiempo real, dadas las circunstancias, la Dirección General de Salud Pública de Cantabria tiene detectados en estos momentos un total de 27 brotes activos en la comunidad autónoma. ¿Los lugares de los contagios? Son de lo más variopintos: comidas familiares, barbacoas con amigos, cumpleaños, comuniones, restaurantes, bares de copas, actividades deportivas o residencias de ancianos: ahí están los puntos calientes en los que la COVID se ha hecho fuerte. Y prácticamente todos tienen algo en común: la cercanía de las relaciones sociales entre los afectados.
Un ejemplo ilustrativo: el brote de coronavirus más grande que existe en estos momentos en Cantabria suma 18 casos entre un grupo de amigos y familiares y tuvo su arranque en un cumpleaños que se celebró en Santander. Le sigue de cerca, con otros 16 positivos, un brote detectado en el restaurante 'El pájaro amarillo' de Oyambre, donde ya hay 13 empleados con la enfermedad y otros tres familiares que han sido contagiados a raíz de este foco. Se siguen haciendo pruebas a los contactos estrechos para frenar la expansión del virus cuanto antes.
También ha sido muy sonado el caso del restaurante 'El Cantábrico', en Comillas, que acumula 10 positivos entre la plantilla de este local de hostelería. Fue el propio consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez (PSOE), el que confirmó el foco y anunció que el Gobierno de Cantabria trasladaría a la Fiscalía la actuación de sus dueños, que mantuvieron el negocio en marcha con varios trabajadores infectados y con la orden de que debían cerrar sus puertas hasta tener los resultados del resto de pruebas que se practicaron como medida preventiva.
Además de estos brotes relacionados con la restauración, de los que han trascendido los nombres por diversos motivos, hay al menos otros tres focos relacionados con la hostelería, con cuatro, seis y siete casos respectivamente, en los que el personal ha contraído el virus y lo ha trasladado también a alguno de sus familiares directos. Por norma, Salud Pública no considera necesario hacer pruebas masivas entre la clientela al considerar que no se producen contactos estrechos, dado que se emplean generalmente mascarillas y la exposición sin respetar la distancia de seguridad no debería sobrepasar los 15 minutos.
A partir de aquí, el goteo es constante. Hay cinco casos tras una comida familiar en Suances, otros cinco contagiados durante una barbacoa en Santander, seis en una cena entre amigos, seis más en una comunión, siete en otra comida familiar esta misma semana, además de una decena de brotes que suman entre todos unos 60 casos hasta la fecha y que tuvieron como escenario principal el domicilio familiar o diferentes reuniones sociales, que en ocasiones se trasladó después al entorno laboral. También es significativo un brote de coronavirus con seis afectados tras la realización de una actividad deportiva de ocio en Santander o el foco que se propagó entre familiares tras el regreso de una pareja de un viaje por Europa y que suma siete casos.
En lo que se refiere a las residencias de mayores, muy golpeadas en la primera oleada, los datos que ha facilitado el propio vicepresidente de Cantabria, Pablo Zuloaga (PSOE), tras la reunión del Consejo de Gobierno, indican que ya son cuatro los geriátricos con positivos entre los residentes. En concreto, la residencia situada en Liencres tiene ahora mismo a un anciano y a dos de sus trabajadores con la enfermedad, después de que varios más se hayan recuperado; hay otro positivo en la residencia Alborada de Torrelavega, y otro que acaba de superar el virus; un brote en la residencia Villa Cicero de Gama con un anciano con COVID, y un último caso, de momento, en la residencia La Loma de Castro Urdiales.
El plan de la Consejería es iniciar los trámites “inmediatamente” para trasladar a todos los residentes que han dado positivo a la nueva residencia habilitada como centro COVID en Suances, gestionada por Mensajeros de la Paz, y que fue inaugurada esta misma semana, para agrupar a los pacientes que no necesiten hospitalización y tratar de contener así el avance de la epidemia en unas instalaciones en las que se están extremando las medidas para no volver a lamentar contagios masivos.
Este trabajo que está realizando Salud Pública a través del rastreo permite hacer una radiografía de la situación del coronavirus en Cantabria, e investigar la estela de contagios para actuar con anticipación, aunque sigue dejando sombras. Esta treintena de focos con contagios múltiples suman menos de 200 casos en total, cuando la cifra de personas afectadas en la comunidad autónoma en estos momentos duplica ampliamente esta cifra, ya que están notificados cerca de 450 casos activos.