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“Muchas veces el poder nos hace daño y hay que rebelarse y resistir”

A las generaciones más jóvenes el nombre de Jean Michel Jarre puede que no les diga gran cosa; para los más veteranos es una verdadera eminencia, una leyenda viva. El compositor e intérprete francés, nacido en Lyon en 1948, es considerado como el inventor de la música electrónica y es pionero en la celebración de conciertos concebidos como espectáculos multitudinarios al aire libre. 

El Gobierno de Cantabria ha confiado en Jarre la responsabilidad de conectar Liébana con el mundo. El próximo 23 de abril se abrirá tras once años la Puerta del Perdón del Monasterio de Santo Toribio, en el que según la religión católica se guarda el 'Lignum Crucis' -el trozo más grande de la cruz donde murió Jesucristo-. Y seis días más tarde, el sábado 29, el músico francés ofrecerá el concierto inaugural del Año Jubilar Lebaniego. No será multitudinario. Tan solo 6.000 afortunados podrán disfrutar de su show en directo, mientras que el resto del mundo lo podrá seguir de forma gratuita en streaming.

A sus 68 años, Jarre está viviendo una segunda juventud. Tras varios años de sequía musical por “cuestiones personales” -fallecieron su padre, su madre y su editor-, en los últimos dos ha publicado Electronica 1: The Time Machine y Electronica 2: The Heart of Noise, en los que se ha rodeado de los compositores más granados de su género, y ha completado la trilogía de Oxygene, título del disco con el que revolucionó el mundo de la música en los años 70. Actualmente está de gira, aunque ha hecho un alto en el camino para visitar el Monasterio de Santo Toribio. Allí, precisamente, atiende a eldiario.es.

Usted es un artista internacional que ha sido invitado a actuar en los lugares más importantes del mundo, como las pirámides de Egipto, la Plaza de la Concordia de París, la NASA o Moscú, donde se congregaron más de 3 millones de personas. ¿Por qué ha aceptado tocar en Cantabria, una pequeña comunidad del norte de España con apenas 500.000 habitantes?

La relevancia de un lugar no tiene nada que ver con el tamaño, lo que importa es qué simboliza y qué representa. Y por eso me siento muy afortunado. Es un verdadero honor hacer un espectáculo en un lugar con tanta cultura, con tanta historia. Como francés, como europeo y como ciudadano del mundo, este sitio es desde el punto de vista religioso tan relevante como Jerusalén, el Vaticano o como Santiago de Compostela. Y yendo más allá de la religión es, sobre todo, un lugar espiritual y es patrimonio histórico. 

Como decía el consejero de Turismo durante la rueda de prensa de presentación del espectáculo, se espera que usted sirva como “altavoz” para dar a conocer Liébana al mundo. ¿Siente esa responsabilidad o con su trayectoria uno ya no se inquieta por nada?rueda de prensa de presentación del espectáculo

Los músicos tenemos una parte hedonista, de placer en lo que hacemos, pero también existe un componente social en los espectáculos. Por eso, llevo más de 25 años como embajador de la Unesco. Siempre he sido muy consciente de que un espectáculo musical en un lugar concreto puede ayudar a concienciar a la gente. Después de Cantabria voy a Israel, al lado del Mar Muerto. ¿Por qué lo voy a hacer? Para concienciar que ha habido una pérdida de 1,2 metros de altura del nivel del mar. Es un verdadero peligro y tenemos que hacer algo.

En el caso de este proyecto es un poco lo mismo, es compartir las riquezas que tenemos en el planeta, ya sea desde el punto de vista geográfico, ecológico, histórico... Vivimos en un momento, en una era, en la que necesitamos más que nunca los mensajes de paz, de tolerancia, de entendimiento mutuo. Y creo que la música puede ayudar a ello.

Parece que cuantos más mensajes de paz, más se complica la situación política y social a nivel mundial.

Es en los momentos más difíciles precisamente cuando hay que lanzar esos mensajes de paz. No son fáciles de vender, por eso tenemos que ser inteligentes y dar un poco la vuelta a la tortilla, por medio de la música o de las diferentes herramientas que tengamos. Son momentos muy complicados.

Es la primera vez que ha acudido al que va a ser el escenario del concierto. ¿Qué sensaciones tiene?

Me ha sorprendido tremendamente porque es como una especie de viaje iniciático. Cuando llegas al Monasterio a través del Desfiladero, con un paisaje precioso, cerrado y de repente se abre, es como si el cielo te diera la bienvenida. Me ha encantado pensar en que cuando se construyó fue verdaderamente audaz. 

Cuando hagamos el concierto vamos a utilizar también tecnología muy nueva, futurista casi, y eso me parece que nos conecta con las raíces, con los orígenes del Monasterio. A veces cuando vemos algo del pasado, no pensamos con los ojos de quienes lo construyeron en su momento.

Usted que es mundialmente conocido por haber sido pionero en la celebración de conciertos multitudinarios, ahora va a actuar ante 6.000 personas. ¿Eso le condiciona a la hora de preparar su espectáculo?

Creo que el valor de un concierto no se puede medir por el aforo. Pienso en mi vida, en mi carrera, y ha habido muchas veces en las que he actuado ante grandes multitudes. ¿Por qué? ¿Porque sea mi prioridad o mi obsesión? No. Hoy por hoy, en la era de internet, afortunadamente podemos compartir un concierto o un evento de manera gratuita con muchísima audiencia. Por eso este concierto está diseñado para esos dos niveles, para ese público que lo va a disfrutar en directo, y para quienes lo van a seguir en el resto del mundo por streaming

¿Pero se puede transmitir igual la música aunque la tecnología haya avanzado mucho?

De la misma manera no, pero sí que me gusta pensar que cada medio puede proporcionar sensaciones diferentes. Pero fíjate, puedes estar en la otra parte del mundo y conectarte con Cantabria, no con la misma sensación, es verdad, pero es increíble. Para eso hago yo la música, para conectar a las personas. 

Allá donde va siempre le hablan o le pregunta por 'Oxygene'. No sé si se siente honrado por ello o, por el contrario, es casi como un fantasma que le persigue.

Hay que aprender a vivir con ello y la verdad que no duele demasiado (ríe). Es verdad que cuando hablan de mí, hablan de ese álbum y me parece que está muy bien porque muchas veces acceden a mí gracias a ese trabajo y a partir de ahí siguen escuchando otras obras y profundizando. Ser famoso con algo así es como una llave que te abre la puerta al mundo de un artista. Luego son las personas quienes deciden si lo abren o no. Es estupendo.

En 'Electrónica 2' ha invitado a participar en una de sus canciones a Edward Snowden. ¿Por qué?

La tecnología es un tema recurrente en mi carrera. Por un parte tenemos el mundo en el bolsillo con los móviles, pero a la vez también seguramente nos pueden estar espiando. Cuando estaba grabando el disco, leía sobre Snowden y pensé en que mi madre, que tuvo un papel en la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial y pensaba en que muchas veces el 'poder' puede crear situaciones que nos hacen daño y que nos hacen querer resistir y rebelarnos. Y es lo que hizo en mi opinión Snowden. 

Lo que hizo no fue para hacer daño a su país sino para ayudar. Estados Unidos es como si se hubiera fundado en un acto de resistencia que el rey británico en su momento habría definido como traición. Ahí me surgió esa relación en mi cabeza.