La nanotecnología aplicada a la medicina prevé importantes avances, algunos ya se están materializando, en el diagnóstico, terapias y tratamiento de enfermedades como la COVID-19 o el cáncer.
En la COVID se está avanzando para identificar de forma rápida los parámetros que definen la reacción a la enfermedad --mientras unas personas son asintomáticas, otras sufren efectos secundarios durante mucho tiempo--, lo que permitiría adaptar terapias a los pacientes, mientras en el cáncer las nanopartículas de oro se ha demostrado que pueden evitar muchos de los efectos de la quimioterapia.
Así lo ha explicado en rueda de prensa el doctor en Ciencias Químicas, director científico y jefe de grupo del CIBER-BBN, académico de número de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Luis Manuel Liz Marzán, que ha inaugurado hoy el curso 'La medicina del futuro: nanomedicina' en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
En relación a la COVID, Liz ha indicado que actualmente no se sabe cómo afecta el coronavirus a cada persona, pues “hay quien lo pasa sin enterarse” mientras existe un grupo de población que sufre la COVID persistente, con efectos secundarios durante mucho tiempo.
Por eso resulta crucial identificar los parámetros que definen esta reacción a la enfermedad e identificarlos de una forma “lo suficientemente rápida como para adaptar terapias a cada grupo de pacientes”. “Si esto puede llegar este año o los próximos, no lo sé, pero los avances que estamos haciendo son esa dirección”, ha indicado.
Liz ha señalado que el futuro de la nanotecnología se dirige a muchos ámbitos, uno de los cuales, “clarísimo”, es el diagnóstico, porque las propiedades de los nanomateriales lo “facilitan enormemente”.
Un claro ejemplo son los test de antígenos, “que no siempre funcionan bien, pero nos ayudan a resolver muchos problemas en la vida cotidiana”, ha dicho.
Y ha aclarado que estos test no han surgido para el Covid sino que su concepto es el mismo “que llevamos décadas utilizando para los test de embarazo y muchos otros diagnósticos”, basados en las propiedades de los nanomateriales que no existe en materiales con otro tamaño.
Además, esos y otros materiales se pueden utilizar para terapias. En este sentido, Liz trabaja fundamentalmente con nanomateriales de oro y ya existen estudios de ensayo clínico de tratamiento específico y selectivo de cáncer con nanoparticulas de oro, “que si se llegan a aceptar y administrar de la forma adecuada pueden evitar enormemente muchos de los efectos secundarios que tenemos en la quimioterapia”, ha asegurado.
Igualmente los nanomateriales tienen aplicación en los tratamientos. La liberación de fármacos, que es uno de los temas donde más se ha trabajado desde el comienzo de la nanomedicina, sigue avanzando, ha afirmado.
Al respecto ha explicado que hay materiales que se pueden dirigir de forma bastante específica a la zona donde tienen que actuar. “La velocidad de liberación de los fármacos se puede adaptar para reaccionar de una forma bastante precisa al entorno y la composición química de la zona donde deben actuar”. Así, ha dicho que en los tumores se sabe que hay una variación del ph que puede activar o desactivar la degradación del transportador del fármaco “y eso puede hacer más eficiente o incluso mas suave el tratamiento de una cierta enfermedad”.
El doctor ha referido que actualmente se están considerando muchas direcciones de actuación, y algunas de ellas ya están dando lugar a tratamientos y diagnósticos “muy eficientes”, mientras otras todavía están “en marcha”.
En este sentido, ha señalado que actualmente hay “muchísimas pequeñas empresas”, sobre todo en Estados Unidos, que surgen de ideas de aplicación novedosa y que encuentran inversores que apuestan “por estas tecnologías de futuro”.
Al respecto, Liz ha abogado porque el modelo de ciencia y de transferencia “vaya cambiando gradualmente en España y que vayamos más a ese tipo de modelo donde las ideas sean las que den lugar a la inversión y a la transferencia al mercado o la clínica”.
En relación al coste de la nanomedicina, el experto ha comentado que analizar esta cuestión es “muy complicado”. “Por una parte existen muchas terapias aceptadas para distintos tipos de enfermedades pero no existe esa adaptación de la dosis y el tipo de terapia”.
“En el caso de una fiebre hay gente que le va mejor el Paracetamol y otra el Ibuprofeno. Si supiéramos cuál es el parámetro que lo define y pudiésemos identificarlo con anterioridad, nos ahorraríamos muchísimo en medicamentos que no son efectivos”, ha afirmado.
Y ha apuntado que en enfermedades “mas serias”, si se tiene en cuenta el coste de hospitalización, “también cambia el cálculo completamente”.
“Decir si será más o menos costoso no es fácil, pero claramente tendría muchas ventajas”, ha asegurado.
Liz ha estado acompañado por el coordinador de la red de española de Nanomedicina del Consejo Superior de Investigaciones Científica (CSIC), Fernando Herranz, y por Ana Victoria Villar Ramos, del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (IBBTEC).
Herranz ha explicado que el objetivo del curso es fomentar la integración, intercambio y colaboración entre los distintos grupos de trabajo del CSIC en nanomedicina, que aglutina a 130 investigadores de numerosas disciplinas.