María de los Ángeles Rozalén (Albacete, 1986), más conocida por su apellido que por su nombre, es una de esas artistas que buscan transmitir algo más allá de lo obvio en las canciones. Así, sus temas recogen cuestiones tan variopintas como el sida, la violencia machista o la memoria histórica, y precisamente, por su implicación en temas sociales ha logrado convertirse en una de las cantantes más reconocidas del panorama nacional. Ahora, y gracias a la gira de su cuarto álbum, llamado 'El árbol y el bosque' y sacado a la luz en plena pandemia, recalará en Santander el próximo 8 de enero como colofón del ciclo Magdalena Winter.
Sacó disco hace un año e imagino que haya vivido muchos vaivenes con la pandemia. ¿Qué recuerdo le quedará de este cuarto álbum cuando eche la vista atrás?
¡Buah! Nosotros es verdad que tampoco hemos tenido muchas cancelaciones... Hemos tenido suerte y solo hemos tenido algún aplazamiento. Fuera de 2020, claro, que ahí todo se fue al carajo. Con este año me siento súper privilegiada. Creo que recordaré esta gira como en la que más arropada me he sentido siendo el año más difícil. Además, después de estar tanto tiempo sin tocar la hemos cogido como la gira más deseada porque en cada concierto nos hemos subido al escenario como si fuera a ser el primero y el último. Al final, cuando te arrebatan lo que quieres parece que lo valoras más.
Fue de las caras más visibles durante el confinamiento y no sé si recuerda que por entonces daba la sensación de que todos nos íbamos a volver más empáticos. ¿Mantiene el optimismo? ¿Descarta ya que saldremos mejores?
Con la canción de 'Aves enjauladas' precisamente demuestro que no puedo ser mas utópica, y que yo camino en la utopía todo el rato… Sobre todo las primeras semanas en las que todo el mundo estaba apoyando y ayudando a los vecinos, aplaudiendo a los sanitarios, y pensaba que sí. Luego te das cuenta de que no es del todo así, pero sí que creo que lo bueno abunda, que es lo mayoritario, y que lo que pasa es que lo que destruye hace mucho ruido.
Últimamente se habla mucho del odio que hay en las redes sociales. Usted es bastante activa por allí, ¿cuál es su secreto para utilizarlas de forma sana?
A veces me agobio mucho con las redes, y yo que muestro además muchas cosas de las que pienso y de mi día a día, sí que quiero mostrar de mí lo que quiero que la gente sepa de mí: como que vivo en el campo, que tengo un huerto o que tengo animales adoptados. Y sí que creo que se puede utilizar como algo muy positivo y muy constructivo. Y luego, desde hace unos años yo me protejo porque llevo mis redes sociales yo misma. Y, por ejemplo en Twitter, que es donde mas haters y bots hay, tengo un filtro para que no me lleguen las cosas tan desagradables… Y también tomé una decisión importante y soy mucho más feliz, y es que le dedico mucha más atención a lo positivo que a lo negativo porque es lo justo. No puede haber, de mil comentarios, 999 buenos y que yo conteste al que me está insultando. Entonces, cero atención y cero tiempo a quien te dispare odio, porque no es lo justo. El amor es lo que más recibo todo el rato.
Muchos compañeros han mostrado su desacuerdo con el nivel de restricciones en los eventos culturales por la crisis sanitaria. ¿Qué opinión tiene Rozalén?
Con algo así en lo que nadie sabemos bien cómo funciona, y a día de hoy seguimos sin saberlo del todo, a veces se han tomado decisiones que, por un lado favorecían a unas cosas y por otro lado perjudicaba a otras… Nosotros hemos vivido situaciones de estar en eventos públicos con muchas normas y restricciones, de seguridad, de mascarilla… Y después de eso subirte a un tren a reventar para irte a tu casa, y ahí te preguntas qué sentido tiene eso. Pero también entiendo que es una situación nueva. Al principio, los conciertos, el fútbol y todo lo que es de masas, supongo que teníamos el ojo crítico encima todo el rato. Aunque con el tiempo se ha demostrado que no es lo mismo, y que las cosas haciéndolas bien hechas se pueden llevar a cabo.
Es el ejemplo que demuestra que en la música no solo se puede hablar de amor o desamor. ¿Cree que ha podido influir en ello su vena de psicóloga?
Sí, claro. Se me nota cada vez más la vena terapéutica, sobre todo en este disco, que es terapéutico total. Creo que el amor está en muchas formas. Está claro que en la cultura nos hemos fijado mucho en el amor romántico o el de pareja, pero yo creo que el amor propio, el amor hacia lo que le pasa al vecino en las causas sociales… Me parecen amores muy puros. Entonces, sí, se me notan mis vocaciones varias a la hora de escribir canciones porque al final yo escribo lo que vivo, lo que siento y lo que observo. Además, es que yo he escuchado a artistas que también hablaban de otros temas, así que creo que se pueden tratar muchos temas en las canciones.
Hay artistas que prefieren no involucrarse en temas políticos y otros que piensan que pueden ser un gran altavoz y que escogen hacerlo, y usted es de las segundas. ¿Cree que eso le ha podido perjudicar como artista?
Creo que no. Hay gente que te puede dejar de escuchar porque no le gusta tu manera de pensar, pero en realidad ellos se lo pierden. Mira lo que se ve en otros países: en Chile ahora, por ejemplo, que ves a un montón de artistas implicados… Es normal que los artistas tengamos nuestras ideas y opiniones y que las compartamos abiertamente. Aquí en cambio te echan la cruz enseguida. Y yo aún así tengo un público súper variado, y lo más importante para mí, y lo que no tengo que perder, es hablar siempre desde el respeto y desde el amor. Y a día de hoy creo que lo hago, pero si algo no me parece justo lo que tengo que hacer es decirlo, y me podré equivocar, pero es que antes de artista soy ciudadana. Además, considero que la gente que nos escucha tiene mucha sensibilidad. Creo que gano más que pierdo, porque quien me quiera quiero que me quiera por cómo soy. Y no veo diferencia, en nuestro caso, entre artista y persona porque además en mi caso cuento mi vida: la de mis padres, la de mi familia… Entonces, no hay trampa ni cartón. Y me callo mucho, ¡te lo aseguro!
Ha hablado abiertamente, primero a través de una canción y después en un programa de televisión, de la importancia de la memoria histórica. ¿Qué sigue fallando en ese tema?
Pues es una herencia de dónde venimos, y creo que no se ponen en el papel de quien no ha podido tener una dignidad ante sus muertos. No han debido pensar en ningún momento en lo que pudo sentir mi abuela o en lo que he sentido yo creciendo al lado de una persona que sentía un dolor dentro muy fuerte. En el caso de ETA, quizá lo sientan más próximo porque ha pasado menos tiempo pero a mí me parece muy positivo que se esté hablando tantísimo del conflicto vasco de esta manera, y, por ejemplo, me encantó la película de 'Maixabel'. Ya lo importante es saber que no existen solamente el blanco y el negro, sino que existe el gris, y que uno puede tener la capacidad de saber por qué cada uno piensa y siente de determinada manera… Pero claro, hay que hacer un ejercicio empático que no quieren. No profundizan, se quedan con el titular y no miran más allá.
Como mujer y como artista más que consolidada, ¿cree que el machismo disminuye cuando una tiene una posición?
Lo que he sentido siempre, y a día de hoy lo sigo sintiendo, es que siempre tengo que demostrar un poquito más por ser mujer. Y hay un paternalismo que en mi caso disminuye con el tiempo, pero que siempre está ahí por parte de amigos y compañeros que me dan lecciones de cómo debería hacer las cosas, y creo que lo hacen desde el cariño, pero ahí está.
¿Qué espera Rozalén de 2022?
Aunque este año para mí ha sido muy bueno profesionalmente por la gira y porque he obtenido muchísimos reconocimientos, creativamente y personalmente no ha sido tan bueno. Así que lo que espero es que salgan muchas cosas nuevas el año que viene de proyectos que ya he empezado, y ojalá lleguen nuevas canciones. Y lo que pido es salud para los que quiero y para los que no quiero también. Pido mucho amor y que esto se pase cuanto antes, aunque creo que no se va a pasar y que tendremos que adaptarnos… Por lo que pido canciones, salud y más tiempo con la gente que quiero.