El recital de Ara Malikian da la bienvenida al Año Santo con una multitudinaria peregrinación que iluminó Liébana

Celia Álvarez

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El público que se encontraba en el monasterio de Santo Toribio de Liébana este sábado enmudeció con la primera nota y continuó así durante los diez primeros minutos de una actuación que no dejó indiferente a nadie. La noche caía cuando Ara Malikian salió del claustro del cenobio tocando el violín hasta llegar a una alfombra con el logotipo del 74º Año Santo a la que rodeaban varias personas ataviadas con trajes regionales y capas de color granate o verde mientras sujetaban luces y farolillos. El silencio de las más de 2.000 personas que escuchaban y observaban en ese momento al artista no se rompió hasta que dejó de sonar su violín. Un breve aplauso y a seguir. El espectáculo estaba asegurado. Llegó el esperado Año Jubilar Lebaniego.

La música volvió a impregnar cada rincón del templo con el comienzo de la siguiente melodía y poco después Ara Malikian partió hacia Potes. El artista hizo camino al andar. Y vaya si lo hizo. Los asistentes a este peculiar concierto recorrieron junto al violinista los dos kilómetros y medio que separan el monasterio de Santo Toribio y el recinto ferial de la capital lebaniega. La marcha fue tan original como emocionante, pues imitaba la peregrinación que motiva la conmemoración del Año Santo.

Alrededor de 6.000 personas esperaban al músico en Potes mientras seguían el recital en directo a través de dos grandes pantallas. También ellos callaron al oír a Ara Malikian arrancarse en el escenario. El artista tocó el violín mientras saltaba, con los ojos cerrados, dando vueltas sobre sí mismo, entre la gente e incluso sin camiseta. Hasta rompió alguna de las cerdas del arco. Y aún así, le quedaban fuerzas y energía suficientes para agradecer la asistencia del multitudinario público, bromear, contar su historia y lanzar mensajes de amor hacia todos los ciudadanos del mundo, lo que provocó que el público se deshiciera en risas y aplausos cada vez que el músico cogía el micrófono.

Todo estaba en órbita la noche antes de la apertura de la Puerta del Perdón, que había presenciado una interpretación sin igual a escasas horas de asumir todo el protagonismo tras seis años desde su clausura.