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“Santander ha demostrado que no es peor que otras ciudades, lo que necesita es que le den de comer cosas nuevas”

'El Principal', el singular espacio teatral que dirige el genuino Edy Asenjo, está de celebración. Acaba de cumplir su cuarto aniversario y el balance no puede ser más positivo. En este tiempo 9.000 espectadores han pasado por el salón de esta casa que en 2014 abrió sus puertas a la interpretación y cuya ubicación es desconocida hasta que se adquiere la entrada. Cada fin de semana un máximo de 33 personas, todas ellas sentadas en primera fila, tocan el timbre para disfrutar de teatro de “alto voltaje emocional”.

En el breve balance que hacían sus perfiles sociales decía: “Hoy cumplimos cuatro años y sin embargo aún parece que está todo por hacer”. ¿A qué se refiere?

Parto de la premisa de que cuanto más se hace menos se sabe. Y cuanto más hacemos, más quiere la gente que hagamos y más nos apetece hacer. La fórmula la tenemos ya muy manoseada, sabemos cómo se hace, y eso parece que nos impulsa a seguir. Ten en cuenta que es un proyecto que empezó pensando que íbamos a durar un día; no sabíamos si la gente iba a comerse esto, en Santander no se había hecho nunca, pero demostramos y la gente ha demostrado que sí. Cada vez que estrenamos una cosa, ya nos están preguntando por la siguiente. Por eso el comentario, por mucho que hagas, siempre está todo por hacer.

En su opinión, ¿cuál ha sido la clave del éxito para que haya funcionado tan bien?

La clave del éxito es siempre la calidad y la innovación. No hay más. Y no es una clave, es un esfuerzo. Si estás dispuesto a eso, ganarás; si no estás dispuesto, perderás siempre. Y aun estando dispuesto a dar calidad, a trabajar y a innovar, puedes perder también. Pero sabíamos que la única posibilidad era esa, dar algo que no había, lo mismo que hemos hecho con otros productos como ‘Santander en la sangre’, y dar lo mejor de nosotros mismos. De hecho, nosotros cobramos la entrada a 20 euros y no traemos compañías de fuera. Es lo nuestro repetido muchas veces. 'El Malentendido' de Albert Camus lo hemos hecho casi cien veces ya. Esto es totalmente innovador aquí y la gente ha demostrado, Santander ha demostrado, que no es una ciudad diferente ni peor que las demás, es una ciudad que necesita que le den de comer cosas nuevas. Así es.

¿Cómo surgió aquella idea de hacer teatro para un público tan reducido y en un espacio tan reducido?

Nosotros vamos mucho a Madrid y vemos cosas, y en su momento estaba funcionando 'La Casa de la Portera' y 'La Pensión de las Pulgas'. La fórmula era muy buena y el contenido cojonudo. Entonces, dijimos: “¿Y por qué esto no puede funcionar aquí?”. Sabíamos que Santander necesitaba un puntito más, porque por ejemplo en Madrid la gente cogía su entrada y esperaba en el bar de abajo. Nosotros pensamos en darle un cóctel a la gente en casa. El público es más exigente y nosotros estamos encantados con ello. Y efectivamente lo hicimos y funcionó.

Usamos una fórmula muy parecida, que es poner a todo el mundo en primera fila, hasta 33 personas que caben aquí. Y nada más, cobrar un precio razonable que nos permitiera pagar a los actores y ofrecer la máxima calidad posible que justificase esa entrada. Así surgió la cosa. Buscamos una casa que sabíamos que tenía que estar en el centro, muy accesible, en un barrio principal, donde se baja a comprar, porque pensamos que el teatro no es un producto diferente a ir a Zara. Y así lo hicimos, muy sencillo, la verdad (ríe).

¿Por qué han optado por clásicos contemporáneos? ¿El escenario se lo impone?

En gran medida sí. El espacio lo decoramos como una casa señorial y todo el teatro de cámara europeo del fin del siglo XIX y comienzos del XX tiene lugar en espacios como este. Nos iba como anillo al dedo: una sola unidad espacio-temporal, espectáculos de 90 minutos que terminan y acaban en el mismo espacio. Además, el lenguaje de los escritores europeos es muy afín a nosotros, más que los autores americanos que quizá usan otra música.

También los clásicos siempre te otorgan la posibilidad de darles mil vueltas. De hecho, nosotros las adaptaciones que hacemos para la casa manoseamos el texto una y otra vez para traerlo a la época en la que estamos viviendo y para que la gente acceda a esos grandes autores sin esfuerzo. Realmente, en los clásicos está la mayor modernidad, desde mi punto de vista.

¿Se han sorprendido del éxito que ha tenido la fórmula?

Lo hemos entendido a posteriori. Siempre que aciertas te sorprendes. Lo habitual es pasar de proyecto a proyecto y que tengan un éxito relativo, pero cuando llevas cuatro años y vemos que la gente accede entusiasmada en la puerta… Hemos visto incluso gente que no sabía dónde venía, que creía que venía a una especie de puticlub (ríe). Nosotros no hemos hecho nada en realidad, lo ha hecho la gente, que se han contado unos a otros que esto mola y se ha puesto como de moda. Aquí vienen muchas personas a las que incluso no les gusta el teatro.

¿De verdad?

Sí, sí. Viene público de teatro y gente que viene a pasar la experiencia y luego se queda sorprendido por lo que ve. Estamos muy contentos, porque yo creo que iniciamos en algunos de los clientes, porque yo les llamo así, una especie de afición. Y público también que ya estaba cansado de fórmulas de hacer teatro muy repetitivas, ¿no? Aquí encuentran otra cosa. También ofrecemos una peculiaridad, que los actores saludan y hablan siempre con los espectadores a la salida, eso no se hace salvo que vayas al camerino. Aquí salen de forma sistemática, vestidos con sus personajes. Intentamos que esto no se parezca a un teatro de ninguna de las maneras. Ahí una serie de hechos diferenciales que chocaron al principio pero que yo creo que son las claves del éxito.

Lo comentaba antes: además de poner en marcha 'El Principal', también están con 'Santander en la Sangre'. ¿Le gusta poco lo convencional?

Me gusta el teatro bueno. Si es convencional y es bueno, cojonudo, no tengo ningún problema. Si es innovador y es una basura, no me gusta.

En lo personal, lleva cuatro años dedicados a la producción y la dirección, apartado de la interpretación. ¿Por qué motivo?

Hay dos motivos fundamentales: uno, que es muy difícil que todo te quede como quieres y actuar a la vez, y otro es que me gusta mucho mandar (ríe). Me gusta dirigir. Creo que el teatro es una especie de escultura a la que vas añadiendo cosas y yo en mi origen soy artista plástico. Creo que me viene mucho de ahí, de esa composición tridimensional que también es el teatro. A veces me impide estar dentro porque necesito la visión exterior.

¿Qué novedades habrá en 'El Principal'?

Tengo dos libretos en la mano que estoy ultimando para este año. Uno se estrenará en verano y otro a final de año, y en el siguiente quizá me meta en camisas de once varas y tenga un papel. Sobre todo, por un lado me apetece, porque es buenísimo el personaje, y por otro, responde mucho a mi perfil.

¿Tiene el gusanillo ya?

Sí, realmente es mi naturaleza. Pero bueno, no soy solo un actor y no quiero ser solo un director. Y todo esto viene precisamente por eso, porque yo tenía también otras necesidades: la de dirigir, la de producir, la de gestionar, la de ser empresario, la de crecer… porque se me queda pequeño y esto no quiere decir que yo sea bueno, sino que tengo otras inquietudes. No me basta con un papel, necesito desarrollar toda la producción y eso me gusta mucho también.

¿Diría que está en su mejor momento profesional?

Creo que sí. Hombre, cuando gané el Max al mejor actor realmente estaba empezando, no me di cuenta de nada, fue una suerte eso. No era consciente de la profesión como lo soy ahora. Y aunque todo es más lento ahora y todo tiene mucho más peso, también es más firme y mucho más estable y creo que lo que estamos consiguiendo es lo mejor de siempre, sin duda.

¿Cuántos años lleva en el teatro?

He hecho muchas cosas antes, no llevo tantos años. Aproximadamente desde el año 2000. Yo empecé en el mundo del diseño gráfico y la decoración y poco a poco fui accediendo a esto. Hay gente por ahí que vende que desde que era muy pequeño ya enseguida… No es mi caso, yo tuve que hacer un recorrido vital diverso para llegar a esto y creo que esa inconcrección en esos primeros años forma parte de mí.

¿Y cómo se ve dentro de diez años?

Pues hombre, espero que con mucho dinero (ríe a carcajadas). No, a mí me gustaría hacer cine. Me gustaría hacer una película, no cortometrajes, una película de verdad, no con amigos. Eso es una cosa que nunca le he dicho a ningún medio. Y tengo ya ideas y proyectos en mi cabeza.

¿Pero como director o como actor?

No, no, como director. Me gustaría producir y dirigir una película. Tengo ya una buena idea pero no tengo dinero. Hacer teatro es mucho más sostenible, digámoslo así ahora que está muy de moda esta palabra, y hacer cine ya requiere dinero. Pero bueno, eso va para largo. Me veo currando en una peli y creo que tengo una cierta mano para dirigir a los actores y que valdría.

En 'El Principal' estamos consiguiendo un resultado atípico, muy cinematográfico. Ten en cuenta que la gente está muy cerca y entonces no podemos hacer teatro, digámoslo así entre comillas. Tenemos que hacer cine para que sea verdad. Todo eso me está pidiendo paso, pero claro, para el cine sí que se requiere un plan económico. Vamos a ver.

¿Y no se plantea llevar fuera estos proyectos como 'Santander en la sangre'?

Bueno, nosotros estamos abiertos. Fuimos con esta obra a FITUR como marchamo de la ciudad. Es caro pero se podría hacer perfectamente 'Albacete en la sangre', 'Madrid en la sangre'… Aquí ya estamos hablando de asuntos empresariales, porque para eso hace falta financiación. Nosotros en Santander, como residimos aquí, es más accesible y sostenible. Estamos recibiendo ayudas del Ayuntamiento para hacer la actividad. Es un producto fenomenal, aunque en la cultura las ideas se pueden desarrollar con poco dinero hasta un determinado lugar, a partir de ahí ya hay que poner dinero. Igual eso es una asignatura pendiente, no solamente mía sino de muchos artistas, que tenemos que obligarnos a dar un segundo paso y hacer más una especie de estudio económico sobre lo que hacemos.

La última. No se calla por nada. En las redes sociales opina sin medias tintas sobre Puigdemont, la reina Letizia, el Metro-TUS, los toros… ¿No teme que eso le pueda pasar factura?

No, no. Tengo un defecto: no tengo miedo. Sé que es un riesgo hablar, pero me da exactamente igual. Si el Ayuntamiento de Santander decide en un momento no apoyarme porque no me gusta su autobús de los cojones, pues nada, que no me apoye, qué quieres que te diga. ¿Qué pasa, que me tiene que gustar su autobús? ¿Me tiene que gustar que no tenga una ley de protección animal? ¿Me tiene que gustar que sigan matando toros en la Plaza de Cuatro Caminos? Ppssss. Pues no me gusta. Ahora, que si eso es suficiente motivo para que tú me niegues el saludo, el dinero o lo que quieras, pues es tu problema, no es el mío. Pero bueno, yo soy así y prefiero vivir así, y no me va mal. No lo vendo ni lo tengo a gala, ni se lo recomiendo a nadie; cada uno en su casa que haga lo que le da la gana. Pero bueno, yo quiero utilizar mi cabeza para pensar, no para ponerme sombrero.