Es sabido que la vida da muchas vueltas y que en la política española de los últimos tiempos cualquier giro o cambio de guion inesperado cada vez sorprende menos. Pero es que el caso de la presidenta del PP cántabro es especialmente llamativo por los numerosos bandazos y altibajos que ha tenido su liderazgo al frente del partido.
María José Sáenz de Buruaga tiene lo que se podría decir ‘siete vidas’ políticas, desde que asumió el cargo hace cinco años en un polémico Congreso Regional por tan solo cuatro votos hasta que lo ha revalidado en la actualidad en otro proceso interno, esta vez sin contestación por ser la única candidata.
Por el camino, fue protagonista de una guerra interna que fracturó la formación conservadora en Cantabria, fue defenestrada por el expresidente del PP, Pablo Casado, y ha sido resucitada por el nuevo líder 'popular', Alberto Núñez Feijóo, con la mirada puesta en las elecciones autonómicas de 2023.
“Tenemos que culminar lo que empezamos en 2017, esta vez sin zancadillas”, dijo Buruaga cuando anunció su candidatura a ser reelegida. Y es que ha sido un mandato que se torció nada más arrebatarle las riendas del PP regional al expresidente autonómico, Ignacio Diego, por la mínima. Los partidarios del que fuera jefe del Ejecutivo cántabro de 2011 a 2015 iniciaron una batalla interna con acusaciones de “pucherazo” que terminó en los tribunales.
Fue un año de fractura total en el partido, con ataques cruzados entre los dos bandos, con un grupo parlamentario dividido y con todas las miradas puestas en un juicio que debía resolver si fue legal o no el Congreso Regional.
Los 'dieguistas', entre ellos el que fuera portavoz del PP incluso sin el aval de la dirección encabezada por Buruaga, Eduardo Van den Eynde -que falleció en 2020 a causa de una enfermedad-, denunciaron cuantiosos ingresos por parte de altos cargos y familiares para abonar las cuotas de otros afiliados a través de una “cuenta pantalla”, incluso medio millar de transferencias realizadas a nombre de un militante con discapacidad que reconoció no haberlas hecho. Los 'buruaguistas', por su parte, consideraron “legal y lícito” el pago por terceros, acusando a los primeros de “no aceptar la derrota que sufrieron en las urnas”. Finalmente, la Justicia avaló el proceso interno y ratificó la victoria de Buruaga.
Y cuando las heridas de ese conflicto fratricida empezaban a cicatrizar y la líder 'popular' estaba centrada en las elecciones autonómicas de 2019, Génova asestó un golpe casi letal a sus aspiraciones políticas: impuso a la campeona olímpica Ruth Beitia como cabeza de lista para esos comicios, apartando de la carrera por la Presidencia autonómica a la líder del partido elegida por la militancia. Buruaga amagó con dimitir, pero finalmente decidió no hacerlo de sus cargos públicos -diputada- y orgánicos.
Segundo plato
Sin embargo, la apuesta de Pablo Casado, entonces al frente del PP nacional, y de Teodoro García Egea, número dos del partido, fracasó en tan solo dos semanas de forma estrepitosa. Las desafortunadas declaraciones de la atleta como candidata 'popular' obligaron a la propia Ruth Beitia a renunciar no solo a ser cabeza de lista, sino a toda su carrera política, lo que se tradujo en que Génova repescara a Buruaga para encabezar la candidatura.
La presidenta aceptó ser segundo plato pese haber sido humillada por la dirección nacional de su partido, y en mayo de 2019 perdió las elecciones frente al PRC de Miguel Ángel Revilla obteniendo nueve escaños, cuatro menos que en 2015, año en el que el PP fue la fuerza más votada.
A partir de entonces, todas las quinielas apuntaban a que Buruaga estaba amortizada, que incluso era un 'cadáver político' y que Génova terminaría por pasar la guadaña para imponer algún nombre de su cuerda al frente del partido en la región, impulsados también por voces críticas que empezaban a surgir incluso de quien había sido apuesta personal de la presidenta como su número dos al Parlamento.
Y para ello sonaba fuerte la alcaldesa de Santander, Gema Igual, pero el desenlace de la crisis interna desatada en Madrid entre Pablo Casado y la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, dio un giro de 180 grados al presente y futuro del PP cántabro y de su presidenta.
La llegada de Alberto Núñez Feijóo a Génova ha sido un balón de oxígeno para ella y ha supuesto un aval necesario para seguir al frente de la formación que hasta ahora no tenía. “Abrimos una nueva era en el PP después de intoxicaciones, rumores e injerencias”, aseguró Buruaga en una entrevista con elDiario.es.
Así, en el Congreso Regional convocado para principios de octubre, la líder 'popular' ha sido la única candidata, por lo que repetirá como presidenta. Todo apunta a que esta vez no habrá sobresaltos para ella en su aspiración por encabezar la lista en mayo de 2023. No contempla una bicefalia, aseguró, porque cree que quien se gana la confianza de sus bases debe pelear por la Presidencia de la comunidad. Sin embargo, los antecedentes en su carrera política no invitan a confiarse, y las sombras de Gema Igual y del que fuera alcalde de Santander y ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, sobrevuelan sobre sus intereses y objetivos.