El pesquero 'Vilaboa Uno', con base en Santander y que naufragó hace un año frente a la costa de esta ciudad con el balance de dos tripulantes muertos y uno desaparecido, se hundió por “inundación progresiva” a través de la tolva de desperdicios, que se encontraba “abierta”, y tras una “acumulación previa de agua en el parque de pesca”.
Es la conclusión a la que ha llegado la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (CIAIM) en un primer informe, consultado por Europa Press y elaborado a partir de la inspección submarina que realizó el ROV de Salvamento Marítimo en el barco -que permanece a unos 124 metros de profundidad- y de las declaraciones y análisis llevados a cabo.
De acuerdo con el estudio del CIAIM, dependiente del Ministerio de Transportes y que se acaba de publicar, para que el buque pudiera hundirse a través de la tolva se produjo previamente una acumulación de agua en el parque de pesca, que hizo que aumentase su calado a popa hasta que el borde interior de la tolva quedó “muy cerca” de la superficie del mar.
Esta acumulación previa de agua tuvo lugar en el período en el que el buque “quedó al pairo en el caladero, atravesado al mar de fondo”, detallan en el informe los investigadores, que no han podido establecer “con certeza” la causa por la que se produjo esa acumulación inicial de agua en el parque de pesca.
Como posibles causas de la misma apuntan a “embarques intermitentes” de agua a través de la tolva, al acompasarse el movimiento de balance del pesquero con el oleaje de fondo, de “2 metros de altura significativa”; o a la rotura en algún elemento, válvula o tubería del sistema de refrigeración en el tramo del parque de pesca, donde los tripulantes -siete fueron rescatados con vida- observaron mayor acumulación de agua aunque no pudieron ver si estaban rotos por estar ocultos tras cajas de pescado.
Como tercera posibilidad de esa acumulación previa de agua los expertos señalan la hipótesis de que se baldeó el parque de pesca y no funcionaron las bombas de achique de agua: “Antes de salir del puerto se baldeó el parque de pesca. Si hubiera quedado en funcionamiento la bomba de baldeo, el parque de pesca podría haberse inundado si dejaran de funcionar las bombas de achique”, explican.
“El agua no pudo ser desalojada, probablemente porque los conductos de achique estaban parcialmente obstruidos por desperdicios, y/o porque las bombas de achique del parque de pesca, que estaban conectadas en modo automático, no funcionaron correctamente”, abunda el estudio, para indicar que el jefe de máquinas “sólo comprobó que los pilotos de la bomba estuvieran encendidos, no que las bombas estuvieran efectivamente achicando”.
En este sentido, el CIAIM contempla el escenario de que las bombas de achique estuvieran “funcionando ”correctamente al salir del puerto“ y posteriormente dejaran de hacerlo ”por rotura o por obstrucción, parcial o total, de los conductos de achique“.
Sobrecargado
Además, como factores contribuyentes del suceso, los expertos añaden que el buque salió de puerto “sobrecargado, con la tolva de desperdicios abierta y parcialmente sumergida”, que la zona de las tuberías “no era accesible” -con lo que no se pudo ver el estado de las tuberías ni válvulas-, y que al ser una de las zonas donde se almacenan las cajas pueden estar “sometidos a impactos, con su consiguiente riesgo de rotura”.
A ello se suma que la configuración del sistema de achique del parque de pesca presentaba “algunos inconvenientes” en su operación, como la existencia de filtros y rejillas “poco accesibles” que propicia la acumulación de desperdicios antes de la aspiración de las bombas, “reduciendo su capacidad de achique”, o que los pocetes del parque de pesca no disponen de alarma acústica y/o visual, por lo que “puede irse acumulando agua sin que nadie se percate de ello”.
Así, los investigadores reflexionan que la presencia de bombas de achique de funcionamiento automático “puede crear una falsa sensación de seguridad en las tripulaciones al asumir que cualquier agua que entre será inmediatamente desalojada por las bombas, descuidando la supervisión del cierre de la tolva”.
Y además, añaden que la porta de desperdicios no dispone de “ningún tipo de alarma visual o acústica”, por lo que no se puede saber desde el puente si está abierta o cerrada.
Naufragio
El 'Vilaboa Uno' se hundió el 3 de abril de 2023 a unas seis millas de la costa de Santander, frente a Cabo Mayor, cuando salía a faenar de madrugada, sin temporal ni mala mar.
Un año después del siniestro sigue desparecido el tripulante Walter John Ferreyros Soto, de nacionalidad peruana y residente en Laredo. Sus familiares y los de una de las víctimas mortales, Francisco Sampedro Faleato 'Fali', de Santander (el otro fallecido era ghanés), han pedido el reflotamiento del buque para arrojar luz sobre este suceso, conocer las causas y con ello evitar que se repitan hechos similares.
Además, creen que el cuerpo del desparecido podría estar en el interior del barco, de ahí que insistan en que se reflote el barco o que bajen buzos.