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Postpunk. Romper todo y empezar de nuevo

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La editorial argentina Caja Negra es la principal responsable de la publicación de Simon Reynolds en nuestro idioma. Hasta el momento han publicado Retromanía, Después del rock, Como un golpe de rayo, y el título que hoy nos ocupa, Postpunk. Romper todo y empezar de nuevo. Además les tenemos que agradecer la publicación de los libros de Johyn Waters, y más cosas de las que hablaremos en el futuro.

En Postpunk Reynolds sostiene que el movimiento supuso una verdadera revolución a diferencia del punk: primero porque no fue rápidamente engullido y mercantilizado como éste y, segundo porque su filosofía estaba más desarrollada que el impulso nihilista del no future. Y, resulta obvio: musicalmente nos legó bandas maravillosas como Joy Division, Pere Ubu, The Slits, Wire o The Fall, por nombrar unas cuantas.

Los interesados en el post punk tienen su propia biblia en Romper todo y empezar de nuevo, un exhaustivo repaso que relata la revolución estética y artística que explotó tras el nihilismo del punk. Nos encontramos con un análisis tanto musical como ideológico de un movimiento surgido a la vez que el punk pero que se asignó una misión y se volcó íntegramente en el presente; el post-punk suscitó un vibrante sentimiento de urgencia, y llevó la filosofía del DIY a extremos hasta entonces inimaginables: por ejemplo, la auto edición puramente independiente. Tipos sin ninguna preparación fundaban sellos discográficos independientes que funcionaban por debajo del radar de las grandes compañías, como por ejemplo Rough Trade (cuyo primer lanzamiento fue Spiral Scratch de los Buzzcocks) Y cuando digo independiente quiero decir sin ningún tipo de distribución por parte de las majors, doblando y pegando las carátulas de los discos y vendiéndolos por correo. Esto que hoy puede parecer absolutamente demodé, supuso en su momento una verdadera epifanía para artistas que se vieron en disposición de saltarse una serie de pasos que creían inaccesibles, propiciando un chorreo de sellos y bandas sin ninguna atadura a las concesiones comerciales.

Los temas sobre los que hablaban las bandas y los periodistas también contribuían a esa sensación de ingreso a una nueva era, basada en una filosofía que nace como arte callejero. Se trataba desde el origen de una relación con la sociedad; el post-punk heredó los sueños del punk de resucitar la música rock como fuerza de cambio, si no del mundo, al menos de la conciencia de los oyentes individuales; esta forma de radicalismo se manifestaba tanto en las letras como en el sonido. Un sonido verdaderamente modernista, alejado de la agotada fórmula del rocknroll acelerado de tres acordes de Chuck Berry desnaturalizado por New York Dolls y regurgitado por los Pistols. La influencia del Reggae o del Kraut insufló nuevos bríos a unos grupos que en su mayor parte basaron su propuesta en líneas de bajo potentes y beats que se alejaban del shuffle.

Extenso, sesudo e inteligente, el libro de Reynolds explora todas estas aristas y además lo amplía con un estudio del No wave y lo extiende hasta el rock gótico y los nuevos románticos. Imprescindible.

La editorial argentina Caja Negra es la principal responsable de la publicación de Simon Reynolds en nuestro idioma. Hasta el momento han publicado Retromanía, Después del rock, Como un golpe de rayo, y el título que hoy nos ocupa, Postpunk. Romper todo y empezar de nuevo. Además les tenemos que agradecer la publicación de los libros de Johyn Waters, y más cosas de las que hablaremos en el futuro.

En Postpunk Reynolds sostiene que el movimiento supuso una verdadera revolución a diferencia del punk: primero porque no fue rápidamente engullido y mercantilizado como éste y, segundo porque su filosofía estaba más desarrollada que el impulso nihilista del no future. Y, resulta obvio: musicalmente nos legó bandas maravillosas como Joy Division, Pere Ubu, The Slits, Wire o The Fall, por nombrar unas cuantas.