Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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La derecha española no sabe perder. Piensan que el poder les pertenece por cuna, por tradición, por derecho divino, porque yo lo valgo y se dedican a boicotear a quien se lo arrebata poniendo siempre en duda su legitimidad. El país es suyo y cuando se lo quitan, lloran y patalean (antes era peor: daban golpes militares). No ha sido una excepción este debate de investidura. La derecha ha acusado al gobierno de romper España, traicionar a los españoles, saltarse la Constitución, entregar la patria a golpistas y asesinos y hacerle una moción al Estado de derecho. Menos la muerte de Manolete, todo ha sido culpa de Sánchez, que es el nuevo ZP.
La derecha se ha hecho (más) indistinguible (aún) de la ultraderecha y utilizan sus armas más rastreras: el insulto y la mentira. Además de llamar a Sánchez estafador, traidor o tirano, dicen que el PSOE ha pactado un referéndum de autodeterminación con Esquerra, lo cual es rigurosamente falso. Dicen que Torra es socio del gobierno, lo que es falso también porque JxCat votará en contra, junto a la derecha española. Y dicen que Moncloa tiene el apoyo de ETA, lo que es otra falsedad porque ni ETA existe ya, ni Bildu es ETA, ni siquiera Bildu apoya a Sánchez, sólo se abstendrá para evitar otras elecciones y más ultraderecha. Miente que algo queda.
Pero no se vayan todavía, aún hay más. Casado ha amenazado con denunciar a Sánchez ante la Justicia para intentar ganar en los tribunales lo que no consigue en las urnas, y Ciudadanos en la tribuna y las redes llama abierta e insistentemente al “tamayazo” de algún diputado socialista. Así es como entienden la democracia, como la mafia. Si hay que cambiar una votación, se presiona, se extorsiona, se amenaza. Diputados socialistas o de Teruel Existe han denunciado la campaña de acoso que han recibido por tierra, mar y aire para que cambien su voto. El matonismo falangista ha vuelto (si es que alguna vez se fue).
La derecha va con todo para intentar evitar el gobierno de coalición. También la prensa vomita sus andanadas incendiarias y la cúpula de la Iglesia pide rezar por España. El último misil lo lanzaron los conservadores a través de la Junta Electoral Central que votó la inhabilitación de Torra sin esperar la decisión del Supremo ni a la investidura porque querían dinamitarla, hacer que Esquerra rompiera con todo. No lo consiguieron. Precisamente para acabar con las cloacas, hace falta un gobierno de coalición que las ha sufrido y las sufre.
Si sale adelante sin tránsfugas ni trampas, los conservadores van a ser muy rastreros en esta legislatura. La izquierda debería aprender del pasado, mantener la calma y la sonrisa y disfrutar de cómo se retuercen como lombrices en el fango. La derecha hace todo este ruido para ocultar la vergonzante paradoja de que son ellos los que han echado a Sánchez en los brazos del independentismo, al bloquear cualquier otra opción. Ahora que se lo coman.
Yo ya he empezado a comer palomitas. Sólo por ver cómo rabian la derecha política y mediática, el Círculo de Empresarios, la CEOE, el Ibex 35 o la Conferencia Episcopal, vale la pena este gobierno. Si a ellos les molesta tanto, a la mayoría nos conviene mucho.
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