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La gran evasión

20 de septiembre de 2021 22:25 h

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La Fiscalía del Supremo informó hasta tres veces al rey emérito de que le estaba investigando justo antes de las regularizaciones con las que intentó evitar su imputación penal, según publica El País. Para que una regularización te exima de ir a los tribunales tiene que ser “espontánea” sin mediar aviso formal previo de que te están mirando las cuentas. La noticia tiene dos lecturas posibles. Primera, le avisaron para asegurarse de que sea juzgado. Segunda, le notificaron para salvarle de un juicio, pero la prensa lo ha descubierto y el plan se ha ido al traste.

Si anuncias a un ladrón que le estás persiguiendo, normalmente no lo haces para pillarle sino para ayudarle a escapar. Pero veamos los hechos y saquen ustedes sus conclusiones. El abogado del rey evitó personarse ante los avisos, de manera que puede seguir sosteniendo que el monarca no conocía los detalles y que regularizó espontáneamente. No obstante, la investigación era de dominio público, estaba en todos los medios. El emérito la conocía y no hacía falta avisarle, a no ser que se hiciera para que se diera prisa antes de que termine la investigación. 

Dicen expertos en Justicia y Hacienda que no es habitual que se notifique al presunto delincuente de que le vas pisando los talones. Dicen también que es inédito que unas pesquisas preliminares duren tres años y que se pidan tantas comisiones rogatorias internacionales que están eternizando el proceso. O sea, no sólo le abren la puerta para fugarse sino que le dan 1000 días de ventaja. El tiempo corre a favor del fugado. Algunos delitos investigados han prescrito durante la investigación y otros están a punto de prescribir. El resto no se puede juzgar porque el rey era inviolable antes de abdicar (en realidad, otro subterfugio, porque el rey no tiene inmunidad para delinquir, sólo para firmar asuntos del Estado a instancias del Gobierno, eso es lo que dice la Constitución, que tergiversan para blindarle).

Hay que recordar que no fue la fiscalía española sino la suiza la que empezó a husmear en los turbios asuntos de Juan Carlos I, El Comisionista. Hasta entonces en España a nadie en la judicatura se le había ocurrido preguntarse de dónde salía su extraordinaria fortuna. Y desde entonces el fiscal del Supremo va siempre por detrás de los suizos y de los periodistas y avisa al rey para que vaya por delante. Aquí se investiga a instancias de lo que sale en la prensa o de lo que dice Suiza, pero despacito como si no se quisiera atrapar al diablo cojuelo. 

Se ha publicado que el rey llevó personalmente un maletín con 1,7 millones de dólares a un banco en Ginebra, que le regaló a Corinna 65 millones de euros, que cobró una comisión de 100 millones de Arabia Saudí por el AVE a la Meca, que disponía una tarjeta opaca con la que se gastó 8 millones en lujos y viajes, que recibió donaciones obscenas de amigos millonarios, que era beneficiario de empresas en paraísos fiscales, que su primo hizo de testaferro y la propia fiscalía reconoce indicios de que era un comisionista, pero aún no se le ha imputado por nada. 

Parece la gran evasión. Un plan para esconder el túnel de huida por el que escape de la mayoría de delitos. Si hay que cogerle, que sea por los pelos, que evite el banquillo y la cárcel. Pero la noticia de El País ha descubierto la fuga. Ahora es más difícil que la regularización salve al emérito del juicio. Veremos qué túnel de las cloacas buscan para sacarle del lío y evadir la responsabilidad de la monarquía.  

La Fiscalía del Supremo informó hasta tres veces al rey emérito de que le estaba investigando justo antes de las regularizaciones con las que intentó evitar su imputación penal, según publica El País. Para que una regularización te exima de ir a los tribunales tiene que ser “espontánea” sin mediar aviso formal previo de que te están mirando las cuentas. La noticia tiene dos lecturas posibles. Primera, le avisaron para asegurarse de que sea juzgado. Segunda, le notificaron para salvarle de un juicio, pero la prensa lo ha descubierto y el plan se ha ido al traste.