Pederastas y fascistas con sotana

La cumbre del Vaticano sobre la pederastia en la Iglesia Católica ha terminado con la decepción unánime de las víctimas. En su alegato final, el Papa ha dedicado casi más tiempo a las violaciones de menores fuera de su comunidad y el sexo de los ángeles, que a los curas violadores y encubridores. No ha propuesto medidas concretas como cesar y denunciar a los culpables, indemnizar a las víctimas o entregar pruebas a los juzgados, antes de que las destruyan (como siguen haciendo, según ha revelado en la cumbre un obispo alemán). “La tolerancia cero”, concluyen las asociaciones de víctimas españolas, “se ha convertido en credibilidad cero”.

Era de esperar. Un cónclave de cardenales para combatir los abusos a niños es como una reunión de lobos para hablar de la protección de las ovejas. El propio Papa Francisco, que dice abanderar esta lucha, negó las denuncias en Chile, donde se hizo acompañar por un obispo denunciado como testigo de los abusos sexuales. Sólo hace unos meses, el Pontifex pidió perdón empujado por las evidencias. Sólo hace un mes, la curia romana rompió 63 años de silencio sobre los crímenes sexuales de Marcial Maciel, jefe de los Legionarios de Cristo. Con el Vaticano hemos topado, querido Sancho.

Pete Saunders, víctima y activista, tiene claro que “el Papa es parte del problema” y que su campaña contra la pederastia es cosmética. Este británico fue invitado a la comisión vaticana creada en 2014 para investigar los abusos y apartado de ella en cuanto empezó a hacer preguntas incómodas. El conciliábulo de este fin de semana ha sido un capítulo más del lavado de imagen. Palabras huecas y promesas vacías. Hay un hecho incontestable: la Iglesia Católica es la organización que emplea a más pederastas en el mundo.

El caso de España es sangrante. Mientras la mayoría de diócesis del planeta, mal que bien, empiezan a colaborar con la Justicia civil, la Conferencia Episcopal continúa sin enviar al Gobierno la información sobre pederastas que le solicitan. El presidente de los obispos españoles minimiza el asunto, no se reúne con las víctimas y aún no ha asumido la obligación de denunciar a los delincuentes sexuales ante los tribunales.

Es la misma jerarquía que da cobijo al dictador golpista y genocida en el Valle de los Caídos y que permite al prior franquista de la basílica oponerse a la salida de Franco de Cuelgamuros. Ésa es otra. El gobierno de Sánchez, en uno de sus típicos movimientos en falso, ocultó parte de la carta del Vaticano sobre la exhumación de Franco y nos hizo creer que Roma apoya su desenterramiento. Buscando un aliado, encubrieron involuntariamente a los encubridores. La realidad es que la Iglesia Católica sigue colaborando con el fascismo tanto como con la pederastia. Por obra y por omisión.

Es un error creer que la institución se ha modernizado con un Papa que dice que “todo feminismo acaba siendo machismo con faldas”. Los machistas con faldones están en los obispados y en las sacristías. Ya es hora de que se cumpla el Concordato que establece la separación de la Iglesia y el Estado español. Ya es hora de que se rompa con esa fábrica de pederastas con sotana, ese refugio de fascistas con falda.

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