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Nevenka y Pelicot: la vergüenza cambia de bando

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En el año 2000, una concejala del PP de Ponferrada de tan solo 26 años dio una rueda de prensa para revelar que había sufrido abusos sexuales por parte del alcalde popular, Ismael Álvarez, de 50 años, con el que había mantenido una breve relación. 

Nevenka Fernández, llevaba meses de baja por depresión y se había trasladado a Madrid para escapar de los mensajes obsesivos y las humillaciones a las que el edil llevaba sometiéndola 3 años. Un acoso insoportable que él siempre negó y al que se sumó el silencio cómplice de sus compañeros, la connivencia de los medios y el apoyo de una parte de la sociedad ponferradina. El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León le impuso nueve meses de cárcel, una multa de 6.480 euros y una indemnización de 12.000 euros. Era la primera vez que un político español era condenado por acoso sexual. Y solo entonces, por fin, dimitió. Pero fue ella la que tuvo que abandonar el país.  

Es una historia que refleja un momento histórico, y nos ayuda a leernos hoy a través de “Soy Nevenka”, la última película de Icíar Bollaín, que se estrenó el pasado viernes, y que nos acompaña en este programa.  

Un programa en el que vamos a hablar también de Gisèle Pelicot, superviviente de uno de los casos de violencia sexual más terribles que hemos conocido, y de todas las mujeres que siguen diciendo que ya basta: que la vergüenza ha cambiado de bando y son ellos quienes deben guardar silencio. 

Nos acompañan la corresponsal de Televisión Española en Paris, Mavi Doñate, que ha estado siguiendo el día a día del juicio de Pelicot y hablamos de esta cultura de la violación, de cómo se sigue percibiendo a los agresores y de violencia sexual contra las mujeres con Ana Requena, redactora jefa de Género de nuestro medio asociado eldiario.es.

En el año 2000, una concejala del PP de Ponferrada de tan solo 26 años dio una rueda de prensa para revelar que había sufrido abusos sexuales por parte del alcalde popular, Ismael Álvarez, de 50 años, con el que había mantenido una breve relación. 

Nevenka Fernández, llevaba meses de baja por depresión y se había trasladado a Madrid para escapar de los mensajes obsesivos y las humillaciones a las que el edil llevaba sometiéndola 3 años. Un acoso insoportable que él siempre negó y al que se sumó el silencio cómplice de sus compañeros, la connivencia de los medios y el apoyo de una parte de la sociedad ponferradina. El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León le impuso nueve meses de cárcel, una multa de 6.480 euros y una indemnización de 12.000 euros. Era la primera vez que un político español era condenado por acoso sexual. Y solo entonces, por fin, dimitió. Pero fue ella la que tuvo que abandonar el país.