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Traiciones o traducciones

Sr. Soyelquesoy, su pregunta es muy interesante, aunque creo que le falta información. De la producción editorial española algo así como un 22% son traducciones de otros idiomas. A pesar de que ahí se incluyen las traducciones de lenguas españolas distintas del castellano, no es un número pequeño: me parece somos los segundos y que sólo en Alemania se publican más traducciones que en España. Desde luego, es más fácil encontrar clásicos de la lengua inglesa en español que clásicos españoles en inglés, todo lo cual no es más que la consecuencia del imperialismo (también cultural) de Estados Unidos. Una novela como Fortunata y Jacinta, de Galdós, no tuvo traducción al inglés hasta 1973, por poner un ejemplo.

Por tanto, traducimos mucho. Aun así, hay omisiones de difícil perdón, no lo dudo, pero me habría gustado que citara algún ejemplo. Al menos para mí no es obvio cuáles son esos clásicos que tienen versiones “en numerosos idiomas”, pero no en español.

Por otra parte, el problema va más allá de la traducción: a menudo es difícil encontrar ediciones españolas de muchos libros en castellano. Le pongo un ejemplo: leí hace muchos años, en Nueva York, Respiración artificial, de Ricardo Piglia, en una edición argentina. Cuando volví a Madrid de vacaciones, descubrí con asombro que en España el libro y el autor eran desconocidos por completo. Lo más curioso es que en Argentina lo había publicado la editorial Planeta, que no lo publicó en España, no me explicó por qué. Al final la novela la publicó Anagrama, ¡veinte años después de la edición argentina!

Usted me pregunta quién tiene la culpa de cosas como ésta. Todos y nadie. Por una parte, para ceñirme al ejemplo, puedo entender que hubiera un error de apreciación. La novela (excelente, fascinante) de Piglia puede parecer demasiado local, porque en España no tanta gente tiene información sobre la dictadura de Rosas, que es el período que elige Piglia como trayectoria oblicua para hablar de lo que no podía mencionar cuando escribió la novela: la dictadura de la Junta Militar. Así consigue, en mi opinión, darle un alcance aún más universal. Pero puedo entender que un editor español de los años ochenta pensara que era un disparate publicar una novela compleja, ambientada en parte en la Argentina del siglo XIX y en la que tienen una importancia decisiva algunas ideas nada simples de Wittgenstein, James Joyce y Franz Kafka. Veinte años después la edición española se convirtió en un éxito (como lo fue también la traducción de la novela al inglés). En fin, son errores de juicio que cualquiera puede cometer, ¿no le parece?

La literatura también es una cuestión de gusto y, por lo tanto, de modas, de errores, de casualidades y coincidencias afortunadas.

Por eso le recomiendo que dé ejemplos. ¿No le parece que siempre puede haber alguien escuchando y capaz de tomar nota?

Es lo único que podemos hacer, porque es obvio que no se puede traducir todo y también que, si alguien toma una decisión, puede equivocarse.

Sr. Soyelquesoy, su pregunta es muy interesante, aunque creo que le falta información. De la producción editorial española algo así como un 22% son traducciones de otros idiomas. A pesar de que ahí se incluyen las traducciones de lenguas españolas distintas del castellano, no es un número pequeño: me parece somos los segundos y que sólo en Alemania se publican más traducciones que en España. Desde luego, es más fácil encontrar clásicos de la lengua inglesa en español que clásicos españoles en inglés, todo lo cual no es más que la consecuencia del imperialismo (también cultural) de Estados Unidos. Una novela como Fortunata y Jacinta, de Galdós, no tuvo traducción al inglés hasta 1973, por poner un ejemplo.

Por tanto, traducimos mucho. Aun así, hay omisiones de difícil perdón, no lo dudo, pero me habría gustado que citara algún ejemplo. Al menos para mí no es obvio cuáles son esos clásicos que tienen versiones “en numerosos idiomas”, pero no en español.