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Valiente intelectual
Pues aparentemente no, se trata de latín muy eclesiástico, ya que el Papa Benito 16 es uno de los pocos que sabe conjugarlo. Y la periodista Giovanni Chirri una de las pocas que supo entenderlo en latín y, gracias a ello, fue la primera que dio la noticia. Según ABC, “se encontraba en mitad de una misa de canonización junto a otros cinco periodistas (un italiano, un mexicano, dos franceses y un japonés), pero ella fue la única que le entendió”. De haber estado allí alguno español, me temo que también habría hecho el ridículo (salvo quizá mi amigo Juan Manuel de Prada). El motivo de su renuncia (o dimisión o quizá, por qué no, abdicación) no es otro que el haber llegado al convencimiento de que “vires meas ingravescente aetate non iam aptas esse ad munus Petrinum aeque administrandum”; vamos, que se veía sin fuerzas, a una tan “ingravescente aetate”, pues no poca gravedad son ochenta y cinco castañas.
Qué le vamos a hacer: más se perdió en Cuba y venían cantando. No creo, sin embargo, que el señor Ratzinger haya dejado el oficio Petrino o munus Petrinum, de Pedro y de piedra, para proporcionarle al señor Rajoy una cortina de humo que desvíe la atención de su pétreo gobierno.
Según el ABC, este Papa “desarboló los tópicos con los que fue recibido”. No puedo estar más de acuerdo. El tópico pretendía que el señor Ratzinger era un intelectual. Todavía lo afirma el editorial de El País dos veces con motivo de su renuncia: “un intelectual riguroso”, “su rigor intelectual”. Al menos ese tópico lo ha desmentido a voces el pontificado del señor Ratzinger.
Aunque a veces creo, como Sartre, que intelectual es quien se mete donde no le llaman (“l'intellectuel est quelqu'un qui se mêle de ce qui ne le regarde pas”), tiene que hacerlo para intentar comprender, intelligere.
Pues bien, nuestro “intelectual riguroso” (el de El País) resulta ser una rata de biblioteca que escarba hasta encontrar la cita de un ignoto Manuel II Paleólogo para utilizarla en contra del Islam: “Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba”. Esto fue lo que sóltó en la universidad de Ratisbona, el cabecilla de una religión que ha patrocinado Cruzadas, tan campante, y sin entender las consecuencias de sus actos (entre ellas, el asesinato de una monja católica). Pues valiente intelectual.
El mismo que predicaba en África en contra de los condones, sin importarle las vidas que ponga en peligro su fanatismo. Y así con todo, siempre se ha comportado como el jefe de la Inquisición que fue.
Lo más triste es que nos quieran vender ahora al señor Ratzinger como un tipo que ha renunciado por las presiones del búnker vaticano que no quiere que castigue a los pederastas, un tipo tolerante y justo, un moderno @pontifex. Lo que nos faltaba por oír son cosas como: “es una muestra del poder innovador que en ocasiones ofrece la más estricta ortodoxia y el regreso a los principios”
Pues valientes principios.
Y lo más triste de todo es que esa última frase no la firme el ABC, sino el editorial de El País.
Pues aparentemente no, se trata de latín muy eclesiástico, ya que el Papa Benito 16 es uno de los pocos que sabe conjugarlo. Y la periodista Giovanni Chirri una de las pocas que supo entenderlo en latín y, gracias a ello, fue la primera que dio la noticia. Según ABC, “se encontraba en mitad de una misa de canonización junto a otros cinco periodistas (un italiano, un mexicano, dos franceses y un japonés), pero ella fue la única que le entendió”. De haber estado allí alguno español, me temo que también habría hecho el ridículo (salvo quizá mi amigo Juan Manuel de Prada). El motivo de su renuncia (o dimisión o quizá, por qué no, abdicación) no es otro que el haber llegado al convencimiento de que “vires meas ingravescente aetate non iam aptas esse ad munus Petrinum aeque administrandum”; vamos, que se veía sin fuerzas, a una tan “ingravescente aetate”, pues no poca gravedad son ochenta y cinco castañas.
Qué le vamos a hacer: más se perdió en Cuba y venían cantando. No creo, sin embargo, que el señor Ratzinger haya dejado el oficio Petrino o munus Petrinum, de Pedro y de piedra, para proporcionarle al señor Rajoy una cortina de humo que desvíe la atención de su pétreo gobierno.