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Alberto García-Teresa y la poesía crítica como “herramienta de disidencia”

El filósofo y sociólogo Jonn Holloway popularizó en sus reflexiones el pensamiento anticapitalista a través de la metáfora de un lago congelado, en el que, por debajo, sigue fluyendo el agua y sobre el que hay que ir abriendo grietas. Es la principal bandera que enarbola el poeta crítico español Alberto García-Teresa, uno de los mayores exponentes de las corrientes que han convertido a la palabra escrita y hablada en un herramienta para la disidencia contra el sistema. ¿Cómo es actualmente este pensamiento crítico? ¿Está llegando a la sociedad? ¿Cómo han influido las redes sociales? Hablamos con él en streaming en el marco del Festival Internacional de Poesía Voix Vives 2018.

Nacido en Madrid, en 1980, García-Teresa es doctor en Filología Hispánica con ‘Poesía de la conciencia crítica’ (1987-2011) y ha publicado varios libros de ensayo y diversas antologías como ‘Disidentes. Antología de poetas críticos españoles: 1990-2014’. Pertenece a la asamblea editora de 'Caja de Resistencia. Revista de poesía crítica' y codirige la editorial de poesía Los Libros de la Marisma. Escribe crítica literaria y teatral en diferentes medios y ha publicado seis poemarios y un libro de microrrelatos. Poemas y ensayos suyos han sido traducidos al esperanto, al inglés, al francés, al serbio, al rumano, al bengalí y al macedonio. Así ha sido la entrevista y su posterior recital:

¿Cómo encuadramos la poesía crítica en este festival?

Es muy importante que la poesía esté circulando por la calle. Hay dos vías de comunicación: el recital habitual en espacios más íntimos y otra es llevar la poesía a la calle y que la gente se tope con ello. Ambas vías hay que seguir trabajándolas y Voix Vives es una de las apuestas más fuertes de España por tener poesía de calidad en la calle.

“Tantos construyendo cerrojos

y tan pocos buscando llaves“

Con este verso entramos directamente en uno de los núcleos de tu obra. ¿Qué podemos entender como poesía crítica?

La poesía tiene muchas funciones, muchas capacidades y todas son válidas, pero tenemos que ser conscientes del efecto y de las causas ideológicas de lo que hacemos. Ninguna poesía es inocente como discurso cultural en la sociedad. Todo está interrelacionado con la gente que lo recibe y que lo produce. Es importante ver qué es lo que estamos reproduciendo u omitiendo dentro un poema. Sabemos que la poesía intenta posicionarse sobre el mundo. Lo hace o bien tolerándolo, o bien desde una perspectiva crítica. Esto último no es una posición estética, es política, y afecta a cómo está construido ideológicamente el mundo a nivel simbólico, al lenguaje que nos representa. Es importante atender también a todo lo que rodea a la poesía como sistema de producción: cómo se gestionan las editoriales y las revistas, cómo se construye un campo poético y los espacios culturales, porque cuando se intenta hacer con una orientación antagonista, anticapitalista y disidente, es importante saber que todo está en juego. No nos vale solo con que un texto sea potente sino que, hasta que lleguemos a quien lo recibe, tenemos que ser conscientes de las contradicciones con las que nos topamos.

¿Es entonces una poesía contra el sistema pero dentro del sistema?

Esta poesía la estamos utilizando como herramienta de confrontación. Es muy importante utilizarla también como elemento de autoafirmación, de dirigirnos a espacios sociales y políticos que están habituados a este tipo de lenguaje y formulaciones, pero lo interesante es confrontar y para ello tienes que irte a la barricada. Más allá, es imposible salirse del sistema, a menos que estés completamente aislado. Pero si quieres tener algún tipo de incidencia en la sociedad, tienes que apostar por ir directamente donde te van a confrontar, donde vas a tener pelea.

¿Qué se ha conseguido desde los años 80, desde los primeros poetas críticos de la era actual?

Es difícil a veces hablar de logros, porque se busca algo tangible. Pero una de las muestras más interesantes en la poesía de conciencia crítica, que arrancó en el 87 y que obtuvo más visibilidad en los 90 y su eclosión a raíz del 15M y de la onda larga de las mareas, ha sido ver cómo la gente que se moviliza dice: necesito una poesía que me acompañe, que esté cerca de mí. Y echa mano de autores y autoras que llevaban años hablando de conflictos y contradicciones. Una de las cosas más hermosas es que la poesía vuelva a estar en asambleas, que se vuelva a pedir a poetas que cierren manifestaciones, que aparezcan poemas no solo en revistas, sino en periódicos sindicales, y que la poesía pueda ser una herramienta para acompañar.

En toda esa trayectoria, ¿en qué podemos mejorar los medios de comunicación?

La estrategia es abrir grietas, meter cuñas y que se vayan ensanchando. Ir abriendo ventanas, colocando semillas y en un momento dado saldrá una enredadera preciosa, que germinará y terminará dando frutos.

¿Alberga la poesía más joven, la del nuevo siglo, un mayor compromiso derivado de la crisis?

No tanto. Cuando irrumpió el 15M hubo gente que se acercó muy puntualmente a eso, pero a medio plazo no ha habido una eclosión. Es decir, la suma de poetas nuevos críticos no ha supuesto un pico. Sí ha sido un pico de escucha, no tanto de producción. Y eso es también muy importante.

En la revista ‘Caja de Resistencia’ propiciáis también espacios de encuentro. ¿Hacer poesía es también dialogarla, debatirla?

Desde luego. Uno de los objetivos de la asamblea editora es que, en vez de colocar una sección de ensayo, podemos ver qué poesía está acompañando a esos procesos de cambio y poner en relación posiciones distintas, dialogar y ver qué puede germinar de ese debate. Creemos que es importante discutir, pensar y repensar. Sobre todo cuando estamos hablando de estrategias disidentes: necesitamos ver qué estamos haciendo y por qué lo estamos haciendo.

¿Y cómo crees que contribuyen a ello las redes sociales?

Siendo conscientes de que no las manejamos nosotros, que los medios de producción siguen en manos de personas y organismos muy concretos, son una ventana grande donde podemos colar mucho material. Tenemos que ser conscientes de los límites y de ciertos riesgos de que nos anulen. Pero facilitan eliminar fronteras, tender puentes, el contacto de otras culturas y otros países que son enormemente importantes. En 'Caja de Resistencia', por ejemplo, establecemos puentes de ida y vuelta. Por ejemplo, publicar un poeta chino en esperanto hubiera sido imposible sin internet.

Escribes también crítica teatral. Precisamente, seguimos asistiendo a muchos cruces de géneros: microshows poéticos, vídeo-poesía, perfo-poesía… ¿Lo híbrido también sirve para la disidencia?

Por supuesto. Una de las claves para un pensamiento disidente es fomentar la sociedad plural y por eso no podemos imponer una forma de hacer las cosas, eso sería contraproducente. Debemos explorar todas las vías que tenemos, sobre todo en un momento en el que ideológicamente seguimos en derrota, y eso es una apuesta inteligente y filosóficamente coherente. Hay que explorarlas todas porque no sabemos qué es lo que puede llegar a provocar el cambio y la transformación. Por ejemplo, la perfo-poesía llega a cierto público que no se acercaría a ella en un principio y la poesía que se hace más en texto escrito llega a otras personas complemente diferentes. Al final, vamos sumando.

La tendencia es que estamos acabando con las categorías literarias y artísticas tal y como las conocíamos hasta ahora...

Sí, en la universidad nos enseñaban mucho que las cosas había que encajonarlas, y afortunadamente los cajones están llenos de agujeros y la realidad no la podemos parcelar. Es como los mapas, nos sirven para orientarnos, pero no son un reflejo de la realidad.

Por último, ¿qué diferencias existen entre España y los países del entorno en cuanto a la poesía crítica?

En ‘Caja de Resistencia’ lo estudiamos. Una de las claves para arrancar esta publicación fue conocer qué se estaba haciendo en otros países. Efectivamente hay movimientos críticos, con sus dificultades, singularidades y contextos. La poesía es la necesidad, en un momento de crisis, de poder construir comunidades y eso se está consiguiendo en muchos países. Lo importante es ponernos en comunicación y ver si podemos construir algo desde ahí. Estamos en ello.