Desde hace años en España se está produciendo una suerte de resurrección de las prácticas machistas que vienen “disfrazadas de progresismo”. Así lo ha defendido Almudena Grandes en una entrevista con eldiarioclm.es con motivo de la presentación en Toledo de su novela ‘Los pacientes del doctor García’, la cuarta entrega de sus ‘Episodios de una guerra interminable’. Preguntada por la próxima huelga feminista convocada para el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, ha manifestado todo su apoyo a las iniciativas llevadas a cabo en cada territorio y ha alertado de que la “revitalización” del feminismo es más necesaria que nunca “porque estamos viviendo un rearme machista espectacular”.
“Lo que caracteriza los primeros años de este siglo es que algunos demonios que creíamos definitivamente muertos y enterrados, los peores, están volviendo. Pero no vuelven tal y como se fueron, sino envueltos en una especie de cáscara progresista o neutral”, explica.
Compara esta situación con la del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, “un fascista que se presenta como empresario neoliberal”. En su opinión con el machismo pasa lo mismo en España y se ha visto claro en algunos temas como la gestación subrogada o medidas como las de Apple animando a sus trabajadoras a congelar sus óvulos. “En teoría parecen medidas feministas porque apelan a la libertad de la mujer, pero no dejan de ser una resurrección del machismo”.
Frente a ello, Almudena Grandes considera que en el colectivo feminista hay un doble trabajo por delante: “Desenmascarar este rearme y además luchar contra él”. Por eso considera fundamental que el movimiento haya ido creciendo y que también se apele al papel que los hombres deben cumplir en la consecución de la igualdad de derechos con las mujeres. “La cuestión es la misma que en muchas luchas sociales. ¿Cuál era el papel de los blancos cuando los negros dejaron de ser esclavos? Les interesaba tener esclavos pero la mayoría comprendió que era una iniquidad y que era fundamental que todos tuvieran los mismos derechos. Ahora los hombres tienen que comprender la sociedad en la que vivimos y la profunda desigualdad que hay. Es inevitable que tarde o temprano acaben posicionándose y actuando a favor de la igualdad”.
En otro orden de cosas, y en referencia a su serie de novelas sobre la dictadura franquista, señala que su último libro intenta contribuir a la recuperación de la memoria histórica, en la medida en que refleja una parte de la sociedad española durante la dictadura “a la que nunca se ha homenajeado y que ha estado olvidada” porque “los resistentes antifranquistas no caben en el relato de la transición que se forjó en los 70”. Ha querido recordar así que durante 37 años hubo hombres y mujeres que se jugaron la vida y que su papel debe ser recordado y reivindicado.
“España es el único país del mundo donde existen enemigos de la memoria. El hecho de que esos enemigos se organicen y la ataquen es un indicio de que es algo que hay que tomarse en serio. Y yo tengo la sensación de que esa batalla se va a ganar, porque cuando lleguen al poder -y falta muy poco- aquellos que han nacido y crecido durante la democracia, se plantearán si a ellos les compensa mantener la ignominia sobre de más de 100.00 muertos en las cunetas”.
Almudena Grandes dice no comprender que se invoquen cuestiones como la ideología en este tipo de demandas, puesto que se trata de una cuestión de derechos humanos fundamentales. “Todo es tan lógico, que no se podrá sostener en el futuro que esas familias sigan teniendo a su familiares sin enterrar”.
Se muestra así convencida de que habrá un relevo en la política española “del que depende todo lo demás” y ha puesto como ejemplo el hecho de que mientras que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se pone “chulo” no asignando dotación económica a la Ley de Memoria Histórica, a Ciudadanos por su parte “le interesa diferenciarse del PP” para parecer una “derecha civilizada” y terminará por apoyar el cumplimiento de esta norma.
“El último cartucho” para echar a Franco
Durante la presentación posterior del libro, en la que ha estado acompañada por el coordinador de IU-Toledo y concejal de Bienestar Social, Javier Mateo, la escritora ha querido recordar que ‘Los pacientes del doctor García’ refleja la gran obsesión de los republicanos durante la década de los 40 del siglo pasado por provocar una invasión de los países europeos aliados en España que acabara con la dictadura franquista y que nunca se produjo. Pero el “último cartucho” utilizado para este objetivo es el núcleo de la novela, que se vertebra en torno al intento de hacer pública la existencia en Madrid de una red de evasión de nazis que logró que huyeran cerca de 1.000 criminales de guerra. “Refleja el último aliento por conseguir que los países europeos echaran a Franco del poder”.
Se trata, como en las entregas anteriores, de una novela de ficción basada en algunos hechos reales, como fue esa evasión de nazis, y que surgió en torno a la figura de Clara Stauffer, militante de la Sección Femenina de Falange que tejió toda una organización para permitir estas huidas y que se convierte en la “villana fascinante” de una trama diplomática y de espías donde la autora ha querido volver a reivindicar la “historia de los supervivientes”.
Además, también da protagonismo a esa burguesía republicana y progresista que ha sido “exterminada” de los relatos de la Guerra Civil y de la posguerra tanto en el cine como en la literatura, una eliminación “que no es inocente, porque con ello se refuerza la visión que tienen los golpistas de un bando republicano oscuro e inculto”. “Sin esa burguesía no hubiera sido posible la Constitución de 1931 ni la Institución Libre de Enseñanza ni las misiones pedagógicas”, ha resaltado.
Por último, esta novela supone también un homenaje a Norman Bethune, médico y científico canadiense que en 1936 viajó a Madrid en plena guerra y regaló al Gobierno republicano un centro de transfusión de sangre mediante refrigeración, con el que se salvaron muchas vidas. Otro tributo de Almudena Grandes es a los denominados ‘Chicos del 46’: unos 300 jóvenes de la organización estudiantil FUE (Federación Universitaria Escolar) que elaboraron un plan para tomar Madrid cuando la ONU emitió en 1946 su “tibia” condena al régimen dictatorial de Franco.