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Neuroarquitectura para respirar

Ana Mombiedro

Arquitecta —

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Si en todos los proyectos de arquitectura participan personas, pero no siempre ladrillos, ¿por qué en la carrera de arquitectura dedicamos tanto tiempo a estudiar el ladrillo y tan poco a las personas? ¿No debería ser prioritario comprender mejor el cerebro, esa herramienta con la que imaginamos, diseñamos y creamos? Hablar de 'estudiar el cerebro' puede sonar tan vasto y abstracto como hablar de 'explorar el universo'. Sin embargo, ¿no resulta fascinante pensar que cada ser humano lleva consigo un universo propio dentro de su mente?

En la actualidad, el interés por entender las implicaciones del cerebro en la vida cotidiana no deja de crecer. Desde las neurociencias, un campo en constante evolución, se generan investigaciones que buscan explicar fenómenos en ámbitos muy diversos. Entre los conocimientos derivados de estas investigaciones, los que más interesan a los profesionales de la arquitectura son aquellos relacionados con el comportamiento humano y la interacción de las personas entre sí y con los espacios que habitan.

¿Cómo se refleja esto en nuestra vida diaria? En los últimos años, disciplinas como la psicología y las neurociencias han dado lugar a enfoques que arrojan luz sobre procesos tan variados como la decisión de comprar, la educación o la forma en que nos relacionamos con los entornos construidos.

Conceptos como el neuromarketing, la neuroeducación y la neuroarquitectura están cobrando protagonismo, mostrando cómo los descubrimientos sobre el cerebro pueden transformar nuestra manera de vender, enseñar, o diseñar espacios que realmente conecten con las emociones y necesidades humanas. En este post, exploramos brevemente el potencial que tiene la investigación en neuroarquitectura para diseñar hospitales, colegios y ciudades.

La neuroarquitectura es una disciplina que estudia la relación entre las personas y su entorno. En su vertiente de investigación (neuroarquitectura experimental), emplea herramientas de las neurociencias (seguimiento ocular, respuesta galvánica de la piel, electrocardiograma…) para analizar las respuestas fisiológicas que los espacios generan en las personas, complementando estos datos con herramientas psicológicas (tests estandarizados, encuestas, entrevistas…). Por otro lado, su vertiente práctica (neuroarquitectura aplicada) utiliza los resultados de dichas investigaciones, junto con herramientas de la neuropsicología, para evaluar el impacto de los espacios reales —construidos y en funcionamiento— en la vida diaria de sus usuarios.

Por ejemplo, sabemos que los pacientes hospitalizados que tienen vistas a la naturaleza desde sus ventanas requieren menos analgésicos y se recuperan más rápidamente que aquellos cuya vista se limita a una pared.

También conocemos qué proporciones espaciales y colores fomentan la atención y la memoria. Asimismo, se ha comprobado que ciertos tonos, como el rosa palo, pueden reducir la fuerza física durante unos minutos o que los altos niveles de ruido ambiental afectan negativamente al rendimiento académico.

Estos son solo algunos ejemplos de investigaciones en neuroarquitectura y psicología ambiental que nos permiten comprender el potencial que los espacios tienen sobre las personas. 

Más allá de ser meros contenedores de nuestra vida cotidiana, los espacios arquitectónicos acompañan, facilitan e incluso propician determinadas dinámicas sociales y emocionales. La arquitectura es una herramienta política capaz de cohesionar barrios y ciudades. Tenemos ante nosotros la oportunidad de emplear este conocimiento para enriquecer nuestras ciudades y promover el bienestar colectivo.

Si en todos los proyectos de arquitectura participan personas, pero no siempre ladrillos, ¿por qué en la carrera de arquitectura dedicamos tanto tiempo a estudiar el ladrillo y tan poco a las personas? ¿No debería ser prioritario comprender mejor el cerebro, esa herramienta con la que imaginamos, diseñamos y creamos? Hablar de 'estudiar el cerebro' puede sonar tan vasto y abstracto como hablar de 'explorar el universo'. Sin embargo, ¿no resulta fascinante pensar que cada ser humano lleva consigo un universo propio dentro de su mente?

En la actualidad, el interés por entender las implicaciones del cerebro en la vida cotidiana no deja de crecer. Desde las neurociencias, un campo en constante evolución, se generan investigaciones que buscan explicar fenómenos en ámbitos muy diversos. Entre los conocimientos derivados de estas investigaciones, los que más interesan a los profesionales de la arquitectura son aquellos relacionados con el comportamiento humano y la interacción de las personas entre sí y con los espacios que habitan.