¿Sabías que un monje cisterciense llegado desde Navarra propició en buena medida lo que hoy es la provincia de Ciudad Real? Eso se sabe gracias al patrimonio documental que ha logrado conservarse ocho siglos después.
El documento fundacional de la Orden Militar de Calatrava, que ha determinado a lo largo de la historia el mapa administrativo, los rasgos y la idiosincrasia de esta provincia, será exhibido en Almagro durante 24 horas, desde el viernes 24 de abril al sábado 25 (aunque será previsiblemente aplazado por la crisis del coronavirus).
Podrá contemplarse en el Palacio de los condes de Valdeparaíso. Además, en la Imprenta Provincial se editará una fiel reproducción en facsímil para conmemorar la exhibición y se ofrecerá como actividad a las universidades populares para que los ciudadanos de la provincia puedan conocer el documento.
Forma parte de un acuerdo entre la Diputación de Ciudad Real, el Ministerio de Cultura, a través de la Subdirección General de Archivos Estatales, el Archivo Histórico Nacional, el Instituto de Estudios Manchegos y el ayuntamiento de la villa encajera.
Se trata de una iniciativa del Ministerio de Cultura que ya cuenta con cuatro años para difundir el patrimonio histórico documental. En anteriores ocasiones se exhibió uno de los 22 beatos que existen, en el pequeño pueblo zamorano de Tábara (2016), y en Tordesillas (Valladolid) el año pasado se mostraron los tratados que se conservan tanto en el Archivo Histórico Nacional como en el Archivo de Indias de Sevilla.
“Queremos que aquellos documentos que reflejan la historia de la sociedad actual vuelvan al lugar en el nacieron para que los ciudadanos los perciban como propios. Se trata de plasmar identidad, territorio, memoria, pasado, presente y futuro”, explica a eldiarioclm.es el director del Archivo Histórico Nacional, el manzanareño Juan Ramón Romero Fernández-Pacheco.
La exhibición del documento en Almagro irá acompañada de actividades pedagógicas. “Además hemos acordado con la Facultad de Letras de la UCLM celebrar una serie de conferencias entre las cuatro y las seis de la tarde en torno al significado del documento y que la gente de la provincia sepa que a partir de documentos como este se construyó su territorio”.
Calatrava La Vieja, el origen de la actual distribución territorial de Ciudad Real
“Del documento sabemos casi todo”, explica Juan Ramón Romero. Fue emitido en el año 1158 por la Cancillería Real de Sancho III y en él se donaba Calatrava La Vieja al abad Raimundo de Fitero para su población.
“Fue un rey que vivió muy poco tiempo (murió el mismo año en el que fue coronado). Donó la plaza a una lejana abadía de Navarra con sede en la población de Fitero, conocida hoy por su centro termal”, explica Francisco Ruiz Gómez, catedrático del Área de Historia Medieval de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). “Nadie quería ir a este lugar estepario de La Mancha”.
Calatrava La Vieja era una fortificación islámica que había sido tomada por Alfonso VII en el año 1147 convirtiéndose así en la plaza cristiana más avanzada frente al Islam. Allí se crearía un arcedianazgo que dependía del Arzobispado de Toledo.
“La defensa militar se la encomendó a los templarios. Y no sabemos lo que ocurrió. Probablemente nunca llegaron desde su asentamiento en el castillo de Montalbán, en Toledo. El lugar era muy inhóspito, con pocas posibilidades de supervivencia. Había que llevar los alimentos desde Toledo”.
Después de fracasar la encomienda otorgada a los templarios, dicen algunos relatos que se la devolvieron al rey, Sancho III se la concedió a la orden del Cister y así nació la primera orden militar autóctona de la Península Ibérica y la primera que nació fuera de Tierra Santa, la orden de Calatrava.
“Es muy probable que los primeros caballeros calatravos procediesen de la milicia toledana que estaba organizada y tenía experiencia para defender la frontera frente al Islam”, sugiere el catedrático de la UCLM.
Esta parte de la hoy provincia de Ciudad Real se convirtió en “zona de cruzada” y eso a pesar de la paradoja de que el nombre de la orden militar, que como todas estaba formada por monjes, tenga orígenes árabes: ‘Qal'at’ (castillo) y Rabat, el nombre de la persona que lo fundó.
Los almohades recuperaron el lugar para el Islam a raíz de su victoria en la batalla de Alarcos (1195) y después Alfonso VIII la retomaría definitivamente pocos días antes de la batalla de las Navas de Tolosa (1212).
“El documento de 1158 materializa la organización del territorio” relata el director del Archivo Histórico Nacional. Pasó a formar parte del archivo de la orden militar. Durante casi 300 años estuvo en Calatrava La Vieja y a finales del siglo XV pasó al nuevo Convento de Calatrava La Nueva que los caballeros calatravos habían convertido en su sede.
Allí estuvo hasta que fue trasladado a Almagro, la capital del Campo de Calatrava donde permaneció hasta 1834. La desamortización de Mendizábal provocó que los bienes patrimoniales documentales iniciasen un itinerario que Romero califica de “variopinto”. En muchos casos, como ocurriera con monasterios, catedrales o iglesias, terminarían en el Archivo Histórico Nacional a finales del siglo XIX.
El Archivo Histórico Nacional conserva la memoria “de la vida cotidiana”
El propio Archivo Histórico Nacional, subraya Romero, fue creado en 1866 “para hacer la historia de la nación de España”. Entre sus miles de documentos se conservan los relativos a las órdenes militares. “Sus bienes patrimoniales tanto documentales como inmuebles se habían desamortizado para la reventa. Como ya no sabían qué hacer con los documentos, pasaron por las delegaciones de Hacienda provinciales hasta llegar al Archivo Histórico Nacional”.
Pese al paso de los siglos y a la “diáspora documental” en los distintos periodos históricos, sobre todo los más convulsos relacionados con las guerras, conserva muchos vinculados a la provincia de Ciudad Real. “En el caso de los territorios de órdenes militares, los concejos tenían una jurisdicción más limitada que en los concejos que dependían del rey. Por eso no siempre hemos conservado los archivos concejiles completos”.
Muchos documentos terminaron en el Consejo de las Ordenes Militares, configurado entre 1511 y 1516, donde se sustanciaban todos los asuntos que ocurrían en territorios bajo su dominio. Hay unas 12.000 cajas en la sede del Archivo Histórico Nacional con esta documentación.
“Por cierto, el Archivo de Pleitos Especiales de las Órdenes Militares estaba en Toledo y acumuló más de 100.000. De la Orden Militar de Calatrava hay unos 30.000. Allí está toda la vida cotidiana de los habitantes de estos territorios. Es nuestra memoria”, cuenta Juan Ramón Romero.
En este 2020, el Archivo Histórico Nacional colabora con la conmemoraciónde los 600 años del privilegio concedido por el rey Juan II (padre de Isabel La Católica) que convirtió a la entonces villa en lo que hoy conocemos como Ciudad Real, y lo hace a través del Instituto de Estudios Manchegos.
Monasterio de Uclés…¿Próximo destino para exhibir patrimonio documental?
El Archivo Histórico Nacional espera repetir la experiencia de mostrar al público nuevos documentos que se conservan en su sede madrileña. “Estamos abiertos a cualquier institución, investigador o ciudadano. Sería impactante llevar a Uclés, el gran monasterio de las órdenes militares de Santiago, algunos códices maravillosos que conservamos como el tumbo menor de Santiago”, dice su director.
Este libro de pergamino incluye en su primera página con una miniatura única a todo color de la reina Leonor y el rey Alfonso VIII. Juan Ramón Romero deja un apunte sobre la imagen coincidiendo con la reciente celebración del Día Internacional de la Mujer: el rey ostentaba el poder, pero la reina hacía valer el suyo. Basta mirar cómo ambos sujetan en la imagen un lazo que soporta el sello que daba validez a los documentos de la época, en el siglo XIII.