Los ucranianos que se han visto obligados a huir a otros países a consecuencia de la invasión rusa en las dos primeras semanas de conflicto se elevan a 2,31 millones, según los últimos datos que ha ofrecido este jueves la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Polonia, Hungría, Rusia, Rumanía y Moldavia son, por este orden, los países que están acogiendo a la mayor parte de ellos. Sin embargo, también hay ciudadanos que, una vez que cruzaron la frontera de Ucrania, han conseguido desplazarse hasta otros países en los que cuentan con familiares o conocidos.
Es el caso de la familia de Tamara, una ucraniana residente en Toledo que hace unos días recibía el apoyo de sus vecinos mientras aguardaba que su hija y cuatro nietas pudieran escapar de la guerra. Lo consiguieron y el pasado viernes pudo recibirlas, también a su nuera y su consuegra. Todas ellas pudieron salir del país, no así el hijo de Tamara y el marido de su hija, pues ambos son militares y están luchando en la capital, Kiev, donde vivían junto a sus familias.
Menos de un mes ha pasado desde que la vida de Viktoria y Vladyslava cambió para siempre. Acompañadas de Olga, Yelyzaveta y Sophiia comenzaron su camino para abandonar su ciudad natal, Kiev, apenas un día después de que se diera por iniciada la guerra. “El 24 de febrero vino mi madre y nos dijo a mi hermana y a mí que nos teníamos que ir, porque era la guerra”, explica Viktoria. Al principio no podían creerlo. “Sabíamos que iba a pasar, porque nuestro padre es militar. Estábamos listas, en realidad, pero a la vez no nos lo creíamos”, recuerda.
Ellas son vecinas en Kiev, así que pudieron reaccionar rápido, pero igualmente tardaron 14 horas en recorrer sólo 100 kilómetros. Vladyslava apunta: “Para nosotros era casi como una fantasía, algo que no podía ser real, especialmente para lo más jóvenes”. “Es que es una locura que en el siglo XXI tengamos que ver una guerra, gente muriendo, bombas, tiroteos. Mis padres siguen ahí con mi abuela, mis perros y mi hámster. Es difícil cuidar de todos ellos y estamos preocupadas por ellos”, afirma Viktoria. “Ellos siempre nos dicen que todo está bien, pero sabemos que es para que no nos preocupemos”.
Viktoria es estudiante de periodismo y Vladyslava, de medicina. “Nuestros amigos viven bajo tierra, buscando refugio. Otros intentan proteger nuestro país y también difundir información acerca de lo que está pasando. Estamos trabajando en un proyecto con estudiantes que cuentan en primera persona lo que está pasando, mostrando sus casas destruidas, mostrando las ruinas de lo que solía ser la ciudad. Pero no son vídeos de Instagram o Tik Tok, no son imágenes bonitas, es la vida real, historias reales de personas de verdad.
Al abandonar Ucrania, era la primera vez que Viktoria conducía sin sus padres. “Yo entendía que tenía que llevar a mi familia, a mi tía, a mis hermanas a un lugar seguro”, recuerda. Su camino las llevó por la zona de los Montes Cárpatos, donde tuvieron que protegerse en un sótano de los peligros de la zona. “Hacía mucho frío y había niños, niños muy pequeños que habían llegado de otras zonas de Ucrania. Hacía tanto frío que nos abrazábamos para entrar en calor. Pero no era un problema para nosotras”, recalca. Pasaron por Ujgorod, ciudad casi fronteriza donde pasaron tres días. Cuando cruzaron la frontera, un equipo de Cruz Roja les dio alojamiento por dos días hasta que pudieron llegar al aeropuerto, volar hasta Madrid y llegar a Toledo. “No nos importaba cuán duro era el camino, porque teníamos que llegar hasta aquí, hasta la seguridad”.
“Teníamos miedo de que un misil alcanzase el coche, porque íbamos con mis hermanas pequeñas. Escuchamos bombas durante varios kilómetros y veíamos los tanques”, recuerda Vladyslava. Pero también agradecen el apoyo que han recibido ellas y otras personas que han buscado refugio. “Hay que entender que Rusia no nos quiere rescatar, que lo que quieren hacer es matar nuestro país. Éramos libres antes de todo esto”.
“Zonas por las que pasamos luego fueron destruidas”
Tienen miedo por sus familias, y saben que los mensajes optimistas que reciben de su familia es para intentar tranquilizarlas. “Hemos visto militares que se llevaban gente al bosque, muchas zonas por las que pasamos luego fueron destruidas, en apenas días”, recalca Viktoria. Sonríe cuando habla de sus padres. “Me mandan fotos con el pez de Sophiia y nos dicen que ahora el pez es del ejército ucraniano”. Esperan que la guerra no dure mucho, e incluso su madre dice que pueden volver para el cumpleaños de su hermana, que es el 21 de abril. “Nos dicen que todo está bien, pero la realidad es que podemos hablar muy poco, uno o dos minutos al día”, aclara Vladyslava. Se quieren ir a casa. “España está bien, pero nuestro hogar siempre será mejor”, recalcan.
Kiev, una ciudad “muy verde y muy bonita”
Viktoria subraya que quienes luchan no lo hacen tanto por su país como por proteger a sus familiares. Ellas vivían felizmente en Kiev, “una ciudad muy bonita, muy verde, con hermosos parques y muchos monumentos históricos”. Su día a día era como la de cualquier persona joven en España. “Íbamos a la universidad, quedábamos con nuestros amigos y teníamos nuestros hobbies”, pero cuando comenzaron los bombardeos señalan que tomaron “muy rápido” la decisión de abandonar la ciudad.
“Es horrible y peligroso”, agregan sobre el monumento que se vive en la capital ucraniana. “Rusia está tratando de matar nuestro espíritu, nuestra historia”, lamentan ambas, que consideran que Putin está tratando de “controlar a la gente” y “no cree que Ucrania pueda protegerse a sí misma”. “Está loco. Cuando era joven dijo que un presidente no debería estar más de siete años en el cargo. Él ya está más de siete y más de diez”, afirman al tiempo que aseveran que “no hay razón para matar la gente”, rechazando los argumentos que esgrimió Putin para comenzar la invasión.
En este sentido, recalcan que “la gente quiere paz” y que, antes del conflicto que arrancó en 2014 con la crisis de Crimea y su adhesión a Rusia, ambos eran “países hermanos”. “Era una mentira. Empezó con Crimea pero quiere todo Ucrania”, señalan las jóvenes, que afirman que aunque Ucrania “no es un país tan grande como Rusia, se ha mantenido fuerte para protegerse durante estos últimos ocho años”. “Nosotras no queremos ser Rusia, queremos vivir en nuestro país”, añaden.
¿Qué opinan de Zelenski?
Preguntas por su opinión sobre el presidente ucraniano, Volodímir Oleksándrovich Zelenski, reconocen que al principio tenían una impresión “negativa de él porque no es un político” sino un “showman”. “Sin embargo, ahora veo lo que hace y lo que intenta para proteger Ucrania. Está intentando hacer nuestro futuro mejor. No sé si es verdad, pero quiero ver los resultados”, agrega Viktoria.
También muestran su desconfianza en los medios de comunicación, pues señalan que, por ejemplo, desde que están en España, la información que ven en algunas cadenas televisivas muestran mapas de la situación de la invasión que no se corresponden con las noticias que ellas manejan a través de distintas redes sociales. Sí confían más en lo que todavía están pudiendo contar desde medios ucranianos, pues corroboran lo que ven con lo que está viviendo directamente su padre, un militar ucraniano que está luchando en la guerra.