Castilla-La Mancha sigue posicionándose entre las comunidades con peor calidad en el empleo en virtud de una docena de variables analizadas por la empresa Adecco en su último informe. A esta conclusión ha contribuido el hecho de que la región no saque buena nota en cuestiones como oportunidades de empleo y desarrollo profesional, o como la conciliación de la vida profesional y personal.
En el primer punto, nuestra comunidad autónoma refleja una tendencia general de todas las regiones en cuanto a la mejora de sus respectivas puntuaciones, pero se ubica en el puesto penúltimo de la tabla con una nota de 3,3, por detrás de Murcia y empatando con Andalucía. Estas calificaciones suponen la mitad de otras de la parte superior de la tabla, como Madrid o Baleares, con 6,8 puntos cada una.
En el informe explican que el hecho de que cuatro de cada cinco empleos destruidos hayan correspondido a las categorías de ocupaciones que implican una menor capacitación, ha hecho que el peso de las tareas directivas, técnicas y científicas haya aumentado en los peores años de la crisis. Así, esas ocupaciones han pasado de representar el 29% del empleo total en 2007 al 32,8% a comienzos de 2014.
Con respecto a la conciliación de la vida laboral y personal, la puntuación media ha disminuido en una docena de comunidades autónomas, debido a la disminución del porcentaje de ocupados que cursan estudios y de la proporción de los mismos que teletrabajan al menos ocasionalmente.
Castilla-La Mancha es de las más perjudicadas, ya que ha bajado su calificación en esta variable hasta obtener tan solo un 3,4, bajando incluso tres escalones en el ranking de comunidades autónomas, y situándose también en penúltimo lugar, por delante de Cataluña, donde la conciliación tan solo obtiene una nota de 2,2.
Adecco detalla que el porcentaje de ocupados que cursan estudios se ha reducido en 14 autonomías. El descenso interanual nacional ha sido de 7 décimas, hasta el 10,8%, el dato más bajo en al menos diez años. Así, mientras el empleo ha crecido en más de 500.000 personas, el número de ocupados que estudian se ha reducido en 77.000, un dato “coherente” con el hecho de que la creación de empleo se concentra en ocupaciones de relativamente baja cualificación.