Desde el inicio del verano se han sucedido decenas de accidentes, algunos de ellos de gravedad, en el monumento natural de las Chorreras del río Cabriel, en la provincia de Cuenca. En algunos días del mes de julio el aforo llegó hasta las 2.500 personas, según fuentes municipales, una cantidad muy por encima de lo que esta magnífica reserva, conformada por saltos, cascadas y pozas de agua turquesa, puede acoger para preservar sus valores naturales.
Cuando saltaron las alarmas por los sucesivos accidentes, la Administración autonómica, a través de la Dirección General de Medio Natural y Biodiversidad, ya había sometido a consulta pública la orden para regular las actividades de uso público entre este paraje, ubicado en los municipios conquenses de Enguídanos y Víllora. En esa propuesta, se establece un aforo máximo diario de 250 personas. Es decir, casi diez veces menos de lo que ha llegado a tener este verano.
Esta medida ya ha pasado por el trámite de información pública, para el cual se ha realizado una encuesta de participación ciudadana. La han respondido cerca de un centenar de personas, casi la mitad procedentes de la provincia de Cuenca. Y la gran mayoría avala limitar el aforo de este monumento natural. Concretamente el 90%, según los resultados consultados por elDiarioclm.es.
Pero este sondeo también busca explorar la opinión de la ciudadanía sobre las causas de la problemática existente en las Chorreras y su actual situación. Por ejemplo, pregunta a los encuestados a qué se ha debido su masificación, a lo que el 52% apunta hacia los bañistas y barranquistas, el 39% hacia las empresas de turismo activo y el 9% hacia senderistas y otro tipo de visitantes.
¿Más información y aparcamientos?
Asimismo, el Gobierno regional pregunta sobre el tipo de equipamiento de uso público que puede ayudar a controlar ciertos aspectos de la problemática existente. El 47% defiende que haya un punto de información y más personal de la Administración, mientras que el 32% se decanta por más aparcamientos y el 21% por aseos públicos.
En general, un 88% de las personas encuestadas dice conocer los valores naturales por los que las Chorreras del Cabriel fue declarado como espacio protegido. Un 67% considera que la mejor forma de poner más en valor los recursos naturales existentes es a través de la educación ambiental, un 28% prefiere promoverlo a través de las redes sociales y el resto, no sabe o no contesta.
Por último, la encuesta se centra en la forma de solucionar el problema de los residuos en este espacio natural. Más de la mitad de las personas encuestadas, un 52%, defiende que haya restricciones en la entrada de envases con el apoyo de voluntariado, un 33% cree que debe haber más información sobre esta cuestión y un 15% se limita a pedir más papeleras.
Mientras la orden administrativa para regular el aforo sale adelante, tanto el Gobierno regional como los municipales de Enguídanos y Víllora han realizado varios llamamientos “al civismo”, precisamente por la masificación de esta zona declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 2019. Además, han reforzado la vigilancia, apelando a la vez a la responsabilidad y el respeto a la señalización. “Por nuestra parte, vamos a intentar reforzar no solo por las personas sino también por preservar el paraje natural, que es un bien protegido. Esperamos que poco a poco se vaya mentalizando la gente”, señalaban desde la Delegación de Desarrollo Sostenible en Cuenca.
Este monumento natural cuenta con señalización sobre su peligrosidad en determinadas zonas y también sobre posibles aumentos “repentinos” de caudal debido a que allí opera una central hidroeléctrica. Así figura en las indicaciones de la web de las Chorreras donde, además, se recuerda que es obligatorio realizar reserva de aparcamiento y que está prohibido estacionar en el tramo desde estos parkings hasta el paraje natural. También está prohibido pisar las cascadas así como las zonas donde está fluyendo el agua y el baño únicamente se puede realizar en las pozas señalizadas. De igual forma, no están autorizadas sombrillas, sillas, mesas, carros y todo aquello que pueda dañar la roca.
Muchas de estas normas no se cumplen, y a esta situación se ha sumado un mayor número de visitantes y “mayores imprudencias”. De momento, se han aumentado las labores de vigilancia, a la espera de aprobación definitiva de la orden autonómica.