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En el corazón del ‘chabolismo’ manchego

Ninguna ciudad de Castilla-La Mancha cuenta con un barrio como San Martín de Porres. En ningún municipio de la región residen 150 familias en un espacio que hace más de una década fue declarado como gueto por varias ONG’s en los estudios de pobreza de Castilla-La Mancha. Ninguna localidad castellano-manchega tiene un problema anidado de familias alejadas de su centro urbano, olvidadas, entre caminos polvorientos y barrizales cuando llueve, y donde la marginalidad y la imposibilidad de salir del barrio hace que vaya creciendo.

Este barrio es San Martín de Porres donde IU Ciudad Real hoy ha celebrado un encuentro con sus vecinos de cara a una futura moción. Un encuentro que iba a ser cerrado a la prensa pero en el que, a petición de los propios vecinos, los medios han podido acudir para ver sus chabolas, los escombros y basura que les rodean y mostrar la cara oculta de una zona que los ciudadrealeños solemos evitar.

“Se va a hacer más grade San Martín de Porres que Ciudad Real al paso que vamos”, comentaba uno de los vecinos, y es que este es el problema de no atajar a tiempo la situación. 53 viviendas conformaban el barrio en un principio, la de las familias que fueron realojadas en esta zona. Sus hijos son quienes han ido ocupando parcela a parcela los alrededores, a veces metiéndose en propiedades privadas de vecinos de la zona con sus chabolas, en un número que ni ellos mismos saben. “Entre 70 y 80″ es la cifra que repiten cuando se les pregunta.

Así, el barrio se distribuye entre la calle Cachorro, la zona de entrada al barrio, alquitranada y llena de baches; la calle Carmen Amaya, donde se encuentran las entradas a estas viviendas, alejadas del resto de Ciudad Real; la calle de las chabolas, como ellos mismos la llaman y donde entre el pladur y los techos de Uralita conviven familias de entre cinco y ocho miembros; y la otra zona de chabolas, la que da a la calle San Martín de Porres, al descampado y quizás la más conocida, también de chabolas, normalmente de madera o construidas de ladrillo. Un quebradero de cabeza entre quienes viven con una vivienda en propiedad y quienes han ocupado unos terrenos propiedad del Ministerio, donde se les reubicó ante la necesidad de realizar el polígono industrial.

Cada chabola cuenta con una distribución propia, pero todas comparten un amplio salón, con sofás, televisión y alguna chimenea u horno para calentarse. Además poseen una habitación adosada con dos camas, para el matrimonio y los menores, y una cocina. Apenas hay baños y los que existen no se puede demostrar su existencia, no hay alcantarillado y se desconoce a dónde van las aguas que por el discurren, en una alegalidad absoluta.

Las casas están rodeadas de escombros, propios en muchos casos, pero también ajeno; entre caballos que pacen por los campos cercanos y mucho material de obra que sirve de valla para delimitar propiedades y para dar el aspecto de de domicilio a aquello que se ha usado para construir. “Cada vez esto se va a hacer más grande”, “ si no intervienen ahora van a tener que acabar realojando a 200 familias”, recuerdan los vecinos haciendo referencia a la imposibilidad que hay de salir del barrio, las dificultades para encontrar un empleo y que hace, que ellos mismos piensen en el futuro de sus hijos. “En tres o cuarto años se va a querer casar y se construirá su chabola en el barrio”, argumenta una de las madres, señalando a su hijo, y es por esta situación en la que San Martín de Porres va a seguir creciendo exponecialmente, de 53 familias a 123, y en unos años “200″ con todos los nietos de quienes fueron realojados y que habitan y juegan entre barro y basura.

Manuel, uno de los orientadores de Secretariado Gitano, es una de las personas que ha conseguido salir del barrio. Tiene trabajo, nómina y es presidente de una comunidad de 140 vecinos. “Si vendes casa, yo te la compro, pero si la pones de alquiler,….” cuenta, mientras relata que el dueño que alquila su casa a un gitano, aunque tenga nómina, va a tener a todos sus vecinos en contra. “Te cuesta el doble que al resto de la gente salir”, explica, mientras piensa en lo que puede ocurrir si pierde su trabajo o “en los 250 euros de luz” que ha pagado estos meses. “Me veo aquí de nuevo, a que tengo que volver otra vez a San Martín de Porres”.

Mientras piensan en ese futuro no guardan su otro gran temor. “Es que van a tirar”, preguntan a los integrantes de IU que van hablando con ellos y a la prensa. La piqueta, que derriben las chabolas y se vean en la calle, es su gran miedo, con la mirada constante a que aquello que han construido para sus familias se convierta en escombros bajo el peso de las máquinas. “Si me tiran casa, le voy a dar la patada” al primer piso que encuentren vacío para “instalarme”, explica uno de los vecinos.

En todo momento son conscientes de su situación, pero reclaman ese derecho a la vivienda digna. “En una chabola así como vivo yo ahora mismo ¿podemos vivir nueves personas?”, se pregunta una de las chabolistas, mientras relata cómo le salió ardiendo la cocina el otro día cuando estaba friendo. Con los ladrillos que hay ahí, hago una cocina”, explica como un modo de salvar la seguridad y para aumentar su vivienda, adosada a una de las legales de la calle Carmen Amaya.

“No viene alcantarillado, ni el butanero viene,… en todo el barrio no hay parada de autobuses, si no tenemos nada”, reclama Manuel un vecino que va acompañando toda la visita y señalando los espacios donde se forman los charcos mientras relata las promesas incumplidas de años y años desde el realojo y de permisividad municipal para ir ocupando terrenos adyacentes con chabolas. “Aquí nos tienen igual que los indios” y “sólo viene a pedir los votos”, argumenta.

De la visita, IU ha sacado en claro contactos con la asociación Raíces, para que tengan un teléfono con el que contactar y solicitar reuniones para exigir una actuación integral en el barrio. Lo explica Prado Galán, encargada de Servicios Sociales y técnica que durante años ha trabajado con las familias de San Martín de Porres. “Teníamos una moción preparada, con una normativa vigente para exigir la eliminación de la infravivienda y dar una solución integral y un realojo progresivo”, explica como elementos que saldrán de estas dos horas de recorrido por el corazón del chabolismo manchego y que continuarán su trabajo en el futuro.