Fiesta, tormenta o muerte: ¿por quién doblan las campanas en Alustante?

Porque es fiesta. Porque alguien ha fallecido. Porque habrá tormenta. Porque hay misa. Hasta 16 tañidos diferentes completan los motivos y circunstancias por los que las campanas doblan en la localidad de Alustante, en el Señorío de Molina de la provincia de Guadalajara. Con poco más de un centenar de habitantes, fue el primer pueblo español donde este toque de campanas se reconoció como Bien de Interés Cultural (BIC), en febrero de 2021, y desde hace meses también es, junto con otros de toda España, Patrimonio de la Humanidad con carácter de Inmaterial.

En total, Alustante lleva cinco siglos tocando sus campanas. Hasta donde se ha podido documentar, la tradición arranca en el siglo XVI y desde entonces ha sido un sistema de comunicación que cumple un conjunto de funciones sociales como informar, alertar, delimitar las lindes del territorio y proteger a la población.

Lo hemos visto, leído y escuchado en muchas ocasiones, pero la mecanización del toque de campanas que se produce a partir de la segunda mitad del siglo XX provocó la pérdida progresiva de esta tradición, relegada en la mayoría de los municipios a dar las horas en punto.

Los que recuperaron el toque manual

Sin embargo, a finales de los años ochenta del pasado siglo aparecieron grupos de campaneros, estudiosos y asociaciones que, además de tocar las campanas, investigaron, recuperaron toques, fomentaron restauraciones y difundieron sus actividades. Esto ocasionó que, en localidades por lo general pequeñas como Alustante, con una fuerte tradición musical y campanera, haya pervivido como portador de la identidad colectiva.

En este pueblo, según detalla el Ayuntamiento a elDiarioclm.es, la iglesia parroquial de Santa María de la Asunción posee un campanario con cuatro campanas, donde aún hoy se puede oír el repique de las mismas. Su disposición es totalmente intencionada y cada una cumple una función.

La campana del medio día, la campana mayor, se llama “Santa María”, en honor a la advocación de la Asunción. La segunda se llama “Bárbara” (o la de los Credos) y mira a poniente porque es de allí de donde suelen venir las tormentas. La campana menor estaba dedicada a San Pedro, muy posiblemente porque miraba a Motos, pueblo cercano de la antigua diócesis de Albarracín, que tiene como patrono a dicho apóstol. Y en 1803 se añadió la cuarta campana, la del reloj, conocida como “campanillo menor”, cuyo mecanismo se encuentra documentado en 1773.

Los toques que se han podido mantener alcanzan el número de 16, basados en cuatro técnicas, a veces combinadas: la señal, el repique, el medio vuelo o medio bando y el volteo o bandeo.

La forma de tocar las campanas responde cada una a un motivo, civil o religioso. Se denominan: toques de oración, toques de misa, toques de misa en ermitas, toques de rosario, repique de fiesta, repique de domingos terceros (pascua), escuela (clase), toque de doctrina, penitencia (confesión), toque de nublo (tormenta), toque de concejo (reunión de vecinos por asuntos públicos), toque de rebato (reunión por posible peligro), toque de personas perdidas, toque de difuntos, toque de gloria (muerte de un niño) y toque de bandeo (la víspera de las fiestas patronales). 

El de Alustante es uno de los más de 30 modos diferentes de toque manual de campanas que perviven actualmente en España, un lenguaje sonoro que se ha mantenido a lo largo de los siglos como un medio de comunicación comunitario.

Gracias al Ayuntamiento de este pueblo, a la parroquia de la Asunción y a la asociación cultural 'Hontanar' se ha trabajado en la conservación de este conjunto de sonidos, que representa uno de los medios de comunicación de masas que, a lo largo de los siglos, ha cumplido un conjunto de funciones sociales para la comunidad.

El toque ha servido como medio de expresión y comunicación en España

“Existe una gran variedad de sonidos determinados por las técnicas -tañido, giro o medio giro- combinadas con la habilidad de los campaneros y las características físicas y propiedades acústicas de las campanas, torres y campanarios. Los elementos convergen para crear un repertorio profundo y rico”, afirma la UNESCO respecto a esta tradición. De hecho, subraya su uso también fuera de la esfera religiosa: “El toque ha servido como medio de expresión y comunicación en España, cumpliendo una serie de funciones sociales, desde el intercambio de información, hasta la coordinación, protección y cohesión”.

Por su parte, y a efectos prácticos, el Ministerio de Cultura recalca que este reconocimiento permite defender el lenguaje, poniéndolo en valor, y “asegurar la continuidad” de la tradición. “Contribuye a proteger unos sistemas de comunicación, casi siempre únicos, al borde de la extinción por la falta de campaneros, figura fundamental para salvaguardar esta práctica ancestral”.

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