El vino siempre ha sido fuente de inspiración, sobre todo, en el mediterráneo, en el área del mundo en que nosotros tenemos la suerte de vivir, y naturalmente ha estado en el centro de un montón de procesos relacionados con la cultura. En las primeras manifestaciones poéticas de la historia también ha habido siempre poemas dedicados al vino y a aspectos relacionados con el vino.
Por tanto, el vino como parte de nuestra cultura, ¿es un buen aliado de las artes en general?
Creo que sí, hay siempre una especie de conexión perversa entre el vino y la borrachera, que está muy vinculada a determinada tradición poética, con todo lo que tiene que ver con los excesos como fuente de creación literaria. Pero yo creo que más allá de eso, el vino es un buen compañero del buen escritor.
Para usted, el vino es sinónimo de…
Sobre todo de felicidad; yo el vino lo tengo asociado a la felicidad, a los amigos, a todo ese ámbito del ocio y de la alegría. Para mí, el vino tiene que ver con eso.
¿Qué opinión le merece una feria como FENAVIN que aparte de impulsar todo lo que es el negocio del sector del vino hace especial hincapié en su contexto cultural?
Me parece fundamental, porque eso también tiene que ver con nuestra cultura. Frente a las prácticas o relación que puede tener el alcohol en los países del norte o en otras partes del mundo donde se vincula solamente el alcohol a la borrachera, nosotros venimos de una cultura muy antigua y es fundamental reivindicarla, y en este sentido es importante esa misión.
Recientemente se ha publicado su última novela “Las tres bodas de Manolita”, ¿cómo ha evolucionado Almudena Grandes hasta llegar aquí desde aquellas “Edades de Lulú?
He evolucionado 25 años (risas), como mujer y como escritora, y creo que como escritora soy mucho mejor ahora que entonces; he conseguido un mayor control sobre mi trabajo, un poder mucho mayor sobre lo que escribo. Y ése es el aspecto fundamental; afortunadamente madurar no sólo es engordar y que te salgan arrugas, también hay aspectos positivos y en mi caso concreto lo que me ha dado es potencia y control sobre mi trabajo.
Todas sus obras muestran una amplia radiografía de nuestra sociedad y del alma humana, ¿cómo ve ambos aspectos hoy día?
Creo que estamos viviendo en una época muy compleja y también muy apasionante. Tenemos la impresión todos de que está cambiando el paradigma, de que de alguna forma las cosas no van a volver a ser como han sido hasta ahora, eso me parece interesante. Pero como todo tiene un lado bueno y otro malo, sin embargo, también creo que estamos viviendo una época de crisis profunda de valores, la impresión que tengo es que en este sentido la sociedad no sólo española, sino la mundial, está un poco huérfana. El gran proyecto que suponía la globalización, de que venía un mundo nuevo, ha sido un mal negocio en el sentido de que la globalización más que otra cosa lo que ha hecho ha sido universalizar la miseria, y tengo la sensación de que en este proceso en el que cada vez es más difícil ser libre, en el que cada vez es más difícil pensar críticamente sobre la realidad, la sociedad nunca ha estado menos formada que ahora para afrontar esos cambios.
A pesar de toda la información de la que disponemos…
Sí, a pesar de todo el nivel de información que tenemos porque el nivel de información en este tiempo que vivimos no tiene mucho que ver con la libertad. Es verdad que hay una proliferación extraordinaria de medios de comunicación, la red, lo que supone internet, y sin embargo creo que la independencia de los medios nunca ha sido más limitada que ahora. El poder político nunca ha sido tan poco significativo como ahora, el poder económico ha invadido el espacio del poder político, y es verdad que el acceso a la información es muy universal, pero lamentablemente no veo que esa facilidad para acceder a la información se traduzca en pensamiento crítico, en un análisis consciente de la realidad.
¿Nos quedan las artes como forma de trascender todo eso?
La función de los artistas, más que trascender la realidad, ha sido sobre todo animar a pensar. Yo siempre digo que la literatura no tiene que ver con las respuestas, tiene que ver con las preguntas. Yo no escribo para dar respuestas a mis lectores, escribo para hacerme preguntas a mí misma, con la esperanza de que ellos también se hagan preguntas. La literatura yo creo que tiene más que ver con la capacidad de inquietar a la gente, de obligarla a pensar. No creo que la función sea facilitar una fuga de la realidad, sino más bien al contrario, vincular a la gente a la realidad.
No es poco…
No, es bastante, sí.