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“Hay una verdadera pandemia de salud visual” que se ha agravado con la crisis sanitaria del coronavirus

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Tenemos razones para preocuparnos por los hábitos tecnológicos del siglo XXI y su impacto en la salud visual. Y esa preocupación se ha visto incrementada debido al confinamiento y las restricciones para estar al aire libre debido a la crisis sanitaria que ha ocasionado la COVID-19.

Así lo afirma el catedrático del departamento de Cirugía, Ciencias Médicas y Sociales de la Universidad de Alcalá, Francisco José Muñoz Negrete. “Todo lo que incremente la actividad cercana nos obliga a hacer el esfuerzo visual, a realizar un esfuerzo acomodativo para ver de cerca y a lo largo del día notaremos cansancio e irritación ocular”, explica.

La tecnología nos ha proporcionado soluciones laborales y de ocio durante los meses de obligado encierro debido al virus, pero también ha tenido otros efectos. En concreto en nuestros ojos.

“Hay una verdadera pandemia de salud visual”, dice el catedrático, como consecuencia de estar más tiempo en casa y utilizando la visión cercana más a menudo en las pantallas de ordenadores, móviles o tabletas. Y eso afecta sobre todo a los más pequeños.

A medio y largo plazo los efectos de esa situación suponen un incremento de la incidencia y la prevalencia de la miopía en la población más joven. “Se ha visto que cuando utilizamos en exceso la visión cercana, nuestro ojo se adapta a esa circunstancia y tiende a alargarse, para que se pueda enfocar mejor la imagen en la retina. Si esta situación se prolonga durante meses o años, se incrementará la incidencia de la miopía, como se está viendo sobre todo en la población infantil”.

Según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el año 2050 habrá cinco billones de miopes en el planeta. “Hasta un billón de ellos, serán miopes magnos, es decir, miopes de alta graduación. Eso nos tiene que concienciar sobre esta otra pandemia, la visual”, asevera el oftalmólogo.

En este aspecto, recomienda, una de las mejores maneras de prevenirlo es estimular la vida al aire libre porque, explica el profesor, “miramos de lejos, con la mirada más relajada. Además, la luz solar tiene un efecto positivo en el desarrollo del dioptrio ocular”, en referencia al sistema óptico de nuestros ojos.

Además de las medidas preventivas, existe tratamiento para la miopía infantil. “Hay evidencia demostrada de la eficacia del colirio de atropina diluida que recomiendan muchos oftalmólogos pediátricos”. La investigación ha determinado que retrasa la progresión de la miopía.

Además, se están utilizando métodos de Ortoqueratología, es decir, “lentes de contacto que aplanan la córnea y disminuyen las dioptrías, aunque sea de forma temporal. Hay que ser cautelosos porque si no se usan bien, pueden tener efectos adversos”.

La miopía no suele aumentar en edad adulta y, si ocurre, puede ser signo de cataratas

La miopía no suele aumentar durante la edad adulta, aunque haya casos, sobre todo en mujeres, en los que a partir de los 20 años puede continuar aumentando.

Sin embargo, aclara, “Si aumenta la graduación de una paciente miope de más de 40 años, no debemos pensar que su ojo se está alargando, lo más probable es que se esté desarrollando una catarata nuclear que aumenta la potencia del cristalino.

Algo parecido podríamos decir de un paciente de 60 años que ha usado gafas de cerca toda la vida y de repente no las necesita, “será síntoma de que ha podido desarrollar una catarata que le ha miopizado y que le permite ver de cerca”, añade.

En ambos casos se recomienda acudir al oftalmólogo.

¿Se puede prevenir la fatiga y la sequedad de los ojos?

Las largas exposiciones a actividades que requieren fijar la vista también tienen efectos a corto plazo y para cualquier edad. Es el caso de la sequedad ocular, que se ve incrementada si además hay calefacción o aire acondicionado.

“Cuando estamos muy concentrados mirando una pantalla se nos olvida parpadear. Es esencial hacerlo. Tenemos el ojo abierto y expuesto mucho tiempo y la película lacrimal que cubre la superficie del ojo se evapora y comenzamos a ver borroso. Al parpadear se segrega lágrima y nos permite restablecer esa película”, explica este catedrático.

Después, otra recomendación para evitar la fatiga visual pasa por la denominada ‘regla 20-20-20’. Por cada 20 minutos que pasamos mirando una pantalla, debemos descansar la vista durante 20 segundos, mirando a una distancia de 20 pies (unos seis metros). 

Por cierto, aclara el Muñoz Negrete, la presbicia o pérdida gradual de visión de cerca, no tiene nada que ver con la exposición a las pantallas sino con la edad. A partir de los 40 o 45 años es cuando empieza a notarse. “El cristalino se endurece y pierde la capacidad de enfocar de cerca. Las pantallas no solo no perjudican, sino que podrían ayudar. El consejo que suelo dar es retrasar el uso de las gafas de cerca si nos es posible, porque una vez que nos acostumbramos a ella, el cristalino dejará de cambiar su curvatura y la necesidad de gafas de presbicia será ya permanente”.

¿Sirven de algo las gafas con filtros para pantallas?, preguntamos. “Hay que tener cuidado porque hay interés comercial para vender determinados productos. No hay evidencia clara de que las pantallas produzcan efectos perjudiciales en la retina. No, no es necesario recurrir a gafas especiales”. 

“Determinadas patologías se han deteriorado en pacientes sin seguimiento adecuado”

Pero además, la crisis sanitaria del coronavirus nos ha dejado otro efecto relacionado con la salud visual. “El hecho de no poder acudir a consulta de forma reglada ha provocado que determinadas patologías se hayan deteriorado en algunos pacientes por falta de un seguimiento adecuado”, señala este especialista.

Entre esas patologías, las más problemáticas “son las que tienen consecuencias irreversibles. Si un paciente está desarrollando una catarata nos da igual operarla ahora o el año que viene. El resultado es el mismo. Otras patologías, como la degeneración macular exudativa, se deben tratar, cuanto más precozmente mejor, pero si se retrasa el inicio del tratamiento, podemos llegar a una situación de no retorno”.

Muñoz Negrete es experto Neuro-Oftalmología y Glaucoma. Esta última patología, advierte, “es otra de las que por falta de seguimiento adecuado ha determinado perdidas irreversibles de campo visual”.

Tenemos razones para preocuparnos por los hábitos tecnológicos del siglo XXI y su impacto en la salud visual. Y esa preocupación se ha visto incrementada debido al confinamiento y las restricciones para estar al aire libre debido a la crisis sanitaria que ha ocasionado la COVID-19.

Así lo afirma el catedrático del departamento de Cirugía, Ciencias Médicas y Sociales de la Universidad de Alcalá, Francisco José Muñoz Negrete. “Todo lo que incremente la actividad cercana nos obliga a hacer el esfuerzo visual, a realizar un esfuerzo acomodativo para ver de cerca y a lo largo del día notaremos cansancio e irritación ocular”, explica.