Castilla-La Mancha Opinión y blogs

Sobre este blog

Llegan las vacaciones, pero ¿qué hacemos con los niños? ¡Mejor tengamos un “perrhijo”!

Susana Blázquez Muñoz - Socióloga y antropóloga y profesora asociada de la UCLM

0

Llega el verano y las vacaciones, una época fantástica para viajar, tomar el sol, salir, disfrutar de los amigos, pero también para reflexionar sobre un tema que en este período trae de cabeza a más de una familia: y ahora ¿dónde dejamos a los niños?

Conciliar durante el año es difícil, pero en verano resulta casi utópico. Las posibilidades para conciliar de las familias son diversas, pero todas suponen costes: bien económicos, emocionales y/o sacrificios familiares. Existen en el mercado multitud de soluciones, previo pago ¡claro está! (porque no olvidemos que vivimos en una sociedad de consumo) de campamentos urbanos y colonias infantiles, estancias deportivas o de cuidadoras por horas, cuyo precio, de cualquiera de estas opciones, puede escaparse de los bolsillos de muchas familias.

A sí que ¡a falta de pan buenas son tortas! Muchas familias optan por recurrir a su entorno más cercano, el clásico: ¡con los abuelos o los tíos al pueblo! No olvidemos que en España, para bien o para mal, somos muy familiares, y optamos por los modelos familistas para resolver la conciliación. También comienza a normalizarse que, cuando los niños son preadolescentes (8-12 años) pueden empezar a quedarse solos en casa: ¡que aprendan y se hagan responsables! Ah, eso sí,, “enchufados a la wifi” con control o no control parental, para que no monten mucho escándalo.

En otros casos hay familias que, deciden hacer encaje de bolillos y cuadrar las vacaciones entre los progenitores de manera que estos no coincidan entre sí, y sumen todas las horas acumuladas durante el invierno, para que los niños estén a cargo de un adulto durante el periodo estival el máximo posible. Sacrificando las vacaciones en familia, o dejando una semana para disfrutar en familia, y así sobrevivir al verano. Es decir, el coste es asumido por las familias. Son estas las que se encargan de resolver el problema de los cuidados de menores, incluso en algún caso, la familia decide que sea la mujer la que asuma el coste: pidiendo reducciones de jornadas e incluso excedencias, si es que puede permitirselo. A fin de cuentas, es muy probable que ella tenga el trabajo más precario.

Desfase

Es la falta de conciliación la que puede explicar el desfase que existe entre los hijos deseados y los que se tienen en realidad. Según el INE, las mujeres preferiríamos tener una media de 2 hijos, sin embargo, la realidad muestra, a través de la Tasa de Fecundidad (número medio de hijos por mujer) que se tienen 1,19 (INE, 2021), muy por debajo de garantizar el remplazo generacional (de 2,1 hijo por mujer) y de conseguir así la estabilización de la población.

Pero por otro lado, también el desfase entre los hijos deseados y los que se tienen en realidad estaría relacionado con la edad media a la que las mujeres son madres, ya que esta va en aumento: actualmente se sitúa en los 34 años. La precariedad laboral, representada por los bajos salarios, la temporalidad y la inestabilidad; o el cambio cultural que afecta al ciclo vital, caracterizado por querer satisfacer primero otras necesidades en el proyecto de vida, como estudiar, trabajar, viajar, darse tiempo como pareja, son las variables que explicarían que cada vez se tengan los hijos a edades más avanzadas, con las dificultades de fertilidad que ello conlleva, puesto que a más edad, la fertilidad disminuye, y por tanto, la llegada de un segundo hijo no se produce.

Con todas las dificultades que supone la conciliación y la corresponsabilidad, me surge la duda de si existirá algún tipo de relación entre el número de niños menores de 14 años y el número de mascotas. En España viven 6.265.153 niños menores de 14 años (INE, 2021) y el número de perros registrados asciende a 9,3 millones (ANFAAC, 2022). Es decir, el número de mascotas ya supera en número a los menores de 14 años. ¿Será que las familias jóvenes, ante la imposibilidad y las dificultades que tienen para poder conciliar deciden comprarse un perro? Pues, no parece muy descabellado. Las mascotas requieren de muchas menos necesidades que un niño, dan menos quebraderos de cabeza y las puedes dejar solas en casa sin ningún tipo de remordimiento. Además, dan mucho cariño, y han pasado legalmente, desde el pasado 5 de enero de este mismo año,  a ser un miembro más de la familia. De esta manera, las familias pueden satisfacer la necesidad de ser padres y madres comprando un “perrhijo”: son fieles, hacen compañía y dan mucho amor.

El debilitamiento del Estado de Bienestar, la falta de respuestas a la conciliación, el desarrollo de políticas efectivas por parte de quienes gobiernan y la poca implicación por parte de las empresas en lo que a la conciliación y corresponsabilidad se refiere, nos deja a merced del sistema neoliberal,  que responde de dos maneras: una, ofertando una amplia gama de servicios, previo pago, para los padres con hijos que necesitan conciliar, y a su vez ampliando la brecha entre quienes pueden permitírselo y quienes no. Y dos, ofertando la posibilidad de satisfacer la necesidad de convertirse en padres con la fórmula del “perrhijo”; no se si más barata, pero sí más acorde con lo que las empresas y lo que mercado neoliberal precisa: al “trabajador champiñón” (como le denomina Amaia Pérez Orozco), que aparece en mitad de la oficina, sin ningún tipo de responsabilidad sobre cuidados familiares ni personales.

¡Eso sí! Me aqueja también la duda de si la fórmula de los “perrhijos” será la que garantice el remplazo poblacional y el sistema de pensiones.

Llega el verano y las vacaciones, una época fantástica para viajar, tomar el sol, salir, disfrutar de los amigos, pero también para reflexionar sobre un tema que en este período trae de cabeza a más de una familia: y ahora ¿dónde dejamos a los niños?

Conciliar durante el año es difícil, pero en verano resulta casi utópico. Las posibilidades para conciliar de las familias son diversas, pero todas suponen costes: bien económicos, emocionales y/o sacrificios familiares. Existen en el mercado multitud de soluciones, previo pago ¡claro está! (porque no olvidemos que vivimos en una sociedad de consumo) de campamentos urbanos y colonias infantiles, estancias deportivas o de cuidadoras por horas, cuyo precio, de cualquiera de estas opciones, puede escaparse de los bolsillos de muchas familias.