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Menos mal que ha llovido

Parece que fue hace mucho, pero realmente sólo ha sido hace unas semanas. Los campos estaban secos y agostados, el suelo agrietado y los embalses bajo mínimos. Varios pueblos sufrían restricciones y la situación tenía tintes de convertirse en un problema más serio. Según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), el mes de marzo de 2018 ha sido uno de los más lluviosos jamás registrados en el promedio del país, sólo por detrás del que vivimos en 2013, pero con una diferencia tan mínima que podemos decir que han sido prácticamente idénticos.

Vivimos en una región con una gran diversidad climática. No podemos comparar la serranía conquense con la zona de Almadén, del mismo modo que tampoco podemos hacerlo entre Albacete y la Sierra de San Vicente en Toledo. Cada zona tiene sus características y eso hace que tengamos una gran complejidad en el reparto del agua incluso dentro de nuestra región.

Borrasca tras borrasca y frente tras frente, estas últimas lluvias han venido arrastradas por vientos ábregos, que soplan de suroeste y se canalizan por los valles del Tajo y del Guadiana, afectando sobre todo a las provincias de Toledo y Ciudad Real, y descargando con intensidad allá donde las precipitaciones quedan retenidas en las montañas como ocurre en Montes de Toledo o en el Sistema Central, el conocido 'Efecto Foehn', motivo por el cual algunos de estos municipios han recogido varios cientos de litros.

En Guadalajara y Cuenca las precipitaciones han sido menores, pero al tener más zonas de montañas y temperaturas más bajas, han registrado mayor número de nevadas, algunas de ellas tardías, como las que veíamos hace unos pocos días y las que a lo mejor siguen viendo en las cimas más altas.

Saliendo de la UCI, pero aún con seguimiento y cuidados

Ya se oía a mucha gente decir “que salga el sol pronto” pero menos mal que hemos tenido tantas semanas de lluvias. Gracias a esta configuración meteorológica muchos de nuestros embalses se han llenado y aunque por lo general no alcanzan aún la media de los últimos diez años, lo cierto es que la situación crítica la hemos pasado. Han salido de la UCI para pasar a planta, por lo tanto, no hay que perder su seguimiento y sus cuidados.

Es importante que esta situación que se ha dado, no sirva para frenar la imperiosa necesidad de conseguir un acuerdo para la gestión del agua acorde a un modelo sostenible y teniendo en cuenta los escenarios de futuro. Tristemente, incluso desde el mundo científico, algunos han tratado de silenciar el problema del calentamiento global con estas lluvias, pero lo cierto es que este fenómeno también responde a los efectos del cambio climático.

En los últimos años se está viendo cómo tenemos oscilaciones más bruscas. Hemos pasado de varios meses de sequía consecutiva a un mes de lluvias en el que ha llovido cuatro veces más de lo normal, la primavera de momento está siendo fría, pero es que el año pasado tuvimos la primavera más cálida jamás registrada. Aunque marzo en nuestro país ha sido fresco, a nivel mundial ha sido el quinto más cálido. El calor que no estábamos teniendo nosotros, lo tenían en otros puntos… todo esto demuestra, la situación a la que nos enfrentamos.

En el caso de nuestra región, mientras los embalses de Toledo y Ciudad Real superan el 60%, los de Guadalajara, Cuenca y Albacete se mueven entre el 30% y el 40%. Es importante que nos demos cuenta de esta situación, porque que veamos abiertas las compuertas del embalse de Gasset en Ciudad Real, no quiere decir que también estén así los embalses de Entrepeñas y Buendía, de donde está saliendo agua a través del trasvase hacia Levante.

Si no aprendemos a gestionar los momentos de subida de los embalses de manera lógica, racional y sostenible, nos volveremos a enfrentar a la misma situación cada poco tiempo con las oscilaciones que esperamos en los próximos años. Hay que entender también cada geografía y cada espacio, con sus problemáticas y sus recursos, pero la sensación general en los ciudadanos es que ahora mismo tenemos agua de sobra, una idea bastante alejada de la realidad.

Si se vuelve a dar una fase de sequía, que se dará, debemos estar preparados para ello, y no deberíamos seguir teniendo en muchas zonas del país consumos de agua en cantidades industriales para cosas poco sostenibles. También es importante entender estas oscilaciones tan marcadas de sequía-inundación, porque serán una constante en los próximos años.

Del mismo modo hay que remarcar, que, aunque continuamente nos decían a los que nos dedicamos a esto de dar el tiempo, que “fuéramos poniendo soles”, menos mal que los cielos han estado oscuros durante tantos días. Bendito mal tiempo.

Parece que fue hace mucho, pero realmente sólo ha sido hace unas semanas. Los campos estaban secos y agostados, el suelo agrietado y los embalses bajo mínimos. Varios pueblos sufrían restricciones y la situación tenía tintes de convertirse en un problema más serio. Según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), el mes de marzo de 2018 ha sido uno de los más lluviosos jamás registrados en el promedio del país, sólo por detrás del que vivimos en 2013, pero con una diferencia tan mínima que podemos decir que han sido prácticamente idénticos.

Vivimos en una región con una gran diversidad climática. No podemos comparar la serranía conquense con la zona de Almadén, del mismo modo que tampoco podemos hacerlo entre Albacete y la Sierra de San Vicente en Toledo. Cada zona tiene sus características y eso hace que tengamos una gran complejidad en el reparto del agua incluso dentro de nuestra región.