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Parques infantiles y economía circular

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Los parques infantiles son un espacio de esparcimiento y socialización para los más pequeños. Y también el siguiente espacio de greenwashing que la industria del envase de usar y tirar quiere colonizar con sus campañas de propaganda verde.

Si bien sería interesante que la equipación de estos espacios se hiciese con productos procedentes de la economía circular, no creo que sea adecuado utilizarlos para posicionar marcas o estrategias corporativas basadas en la economía circular. Más cuando estas se dedican a confundir a los consumidores. Quizá tendríamos que empezar por aclarar que el reciclaje no es economía circular.

Tampoco creo que el público infantil deba ser objeto de las campañas de lavado de imagen de las grandes corporaciones que tienen el producto de usar y tirar como base de su modelo de negocio.

Los parques infantiles, como espacio de ocio y esparcimiento para los más pequeños no son lugares donde sea necesario el reciclaje, no son un espacio de consumo y los usuarios que los utilizan no los emplean como espacio para el consumo.

Quizá habría que evitar que otros usuarios de estos espacios utilizasen productos de usar y tirar. En particular jóvenes y adultos que consumen bebidas en latas de usar y tirar o botellas de plástico y vidrio para las que no hay sistemas de recogida adecuadas o cuyo consumo se produce en circunstancias, como el botellón, que no invitan a participar en los sistemas de recogida selectiva.

A la hora de atender a la gestión de los residuos que pueden aparecer en un parque lo primero es no confundir separación y reciclaje. El reciclaje es un proceso industrial que ocurre en una fábrica. Independientemente de su grado de concienciación, los usuarios de parques infantiles no pueden reciclar, como mucho pueden participar en la recogida selectiva.

La pregunta es ¿hay capacidad para recoger el 100% de los envases de usar y tirar que se ponen en el mercado? Y la respuesta es que no, en las grandes ciudades apenas hay capacidad para recoger en el contenedor amarillo un tercio de todos los residuos de envases que se recogen Y en los municipios más pequeños la dotación es incapaz de atender características como la estacionalidad.

Un ejemplo de la falta de dotación de medios de recogida de residuos son los parques, donde apenas existen papeleras, las que hay no suelen ser adecuadas para dar cumplimiento a las obligaciones derivadas del principio de responsabilidad ampliada del productor.

Sobre distintos tipos de residuos:

  • Juguete roto de plástico: para reciclar un juguete de plástico roto hay que llevarlo a un proceso industrial con otros plásticos similares. Dado que la mayoría de los juguetes de plástico son de materiales que están presentes en los envases de plástico, la mejor forma de entregar ese residuo al sistema de recogida sería aquella que permita agruparlo con otros plásticos destinados al reciclaje.
  • Botella de agua de plástico: la forma correcta de evitar este residuo es dotar a los espacios de fuentes con agua potable, de modo que las personas que tengan necesidad de beber agua puedan hacer uso de estas fuentes. Otra manera reducir el consumo de estos envases de usar y tirar es concienciar a las familias del uso de recipientes reutilizables, idealmente una botella de acero que pueden llenar en el grifo de su casa.
  • Envoltorios, por ejemplo, de un paquete de galletas: si concienciamos a las familias para que consuman productos saludables evitaremos este residuo. En el caso de que tengamos previsto dar de almorzar o merendar a los más pequeños en el parque es preferible acudir con una pieza de fruta temporada, o con un bocadillo preparado en casa, que con productos industriales sobreembalados.
  • «Papel albal«: Deberíamos sustituirlo por tarteras reutilizables u otros recipientes que eviten el uso de este producto de usar y tirar. Y tenemos el residuo lo suyo es tirarlo al contenedor amarillo, desde el que le daríamos una oportunidad de ser recuperado para el reciclaje.
  • Brik de zumo: Este producto es nefasto, tanto por el contenido -desaconsejado por pediatras y nutricionistas- como por el envase. Refleja claramente el impacto de las campañas de publicidad que posicionan como saludables o sostenibles cosas que no lo son. Desde el punto de vista del residuo es lamentable que se comercialice como «reciclable» algo para lo que no existe la posibilidad de reciclaje.

La composición de los envases es muy variada. Predominan distintos tipos de plástico, metal, cartón… En los envases destinados al público infantil predominan envases multicapa cuya recuperación y reciclaje es muy difícil. El envase principal suele ser de un material que va forrado de otro diferente sobre el que se imprimen dibujos coloridos de personajes destinados fomentar la compra compulsiva. Otras veces el tamaño monodosis hace que los envases sean tan pequeños que no se recuperan en las plantas de clasificación y se descarten, destinando estos envases a vertedero o incineración.

En el caso del brick tenemos un producto multicapa, de plástico, cartón aluminio, más plástico… que difícilmente se pueden separar en un proceso industrial que sea rentable económicamente. En la mayoría de los casos solo se puede recuperar una parte del cartón y el resto se destina a vertedero o incineración.

Los envases de usar y tirar no se pueden reutilizar, están diseñados para ser descartados. Los distribuidores de producto envasado ni siquiera tienen en cuenta si existen sistemas de recuperación adecuados para los envases que utilizan en sus modelos de negocio. Por eso es importante no pervertir el lenguaje y hablar con propiedad. La definición de «reutilización» es: «cualquier operación mediante la cual productos o componentes de productos que no sean residuos se utilizan de nuevo con la misma finalidad para la que fueron concebidos».

Tampoco es posible reutilizar nada de lo que se deposita en el contenedor amarillo, ya que se compacta para optimizar el transporte mezclando gran variedad de envases diferentes y de distintos materiales. Y una parte importante de los residuos que se recogen en los contenedores amarillos tampoco se puede reciclar ni convertir en materias primas porque, o bien tiene una calidad tan baja que no interesa a la industria del reciclaje o bien porque la falta de medidas de prevención del sistema de responsabilidad ampliada del productor hace ocurran decenas de incendios sobre ese material recuperado en instalaciones recuperadoras homologadas. La falta de trazabilidad del sistema y su opacidad impiden saber en qué se están convirtiendo los residuos que depositamos en el contenedor amarillo.

Lo dicho, está muy bien que la economía circular avance y conquiste espacios. Pero no podemos permitirnos el lujo de dejar que esa conquista sea por la industria del envase de usar y tirar.

Los parques infantiles son un espacio de esparcimiento y socialización para los más pequeños. Y también el siguiente espacio de greenwashing que la industria del envase de usar y tirar quiere colonizar con sus campañas de propaganda verde.

Si bien sería interesante que la equipación de estos espacios se hiciese con productos procedentes de la economía circular, no creo que sea adecuado utilizarlos para posicionar marcas o estrategias corporativas basadas en la economía circular. Más cuando estas se dedican a confundir a los consumidores. Quizá tendríamos que empezar por aclarar que el reciclaje no es economía circular.