‘Economía feminista’ en Molina de Aragón para exigir la igualdad

“Mi sueño era vivir en Peralejos de las Truchas”. Este era el reto más importante para Esther Martín, una madrileña de raíces molinesas que un buen día decidió cambiar la vida urbana para establecerse en esta localidad, su pueblo de la niñez, situado al sur de la comarca del Señorío de Molina, en Guadalajara.

Su historia comenzó hace 16 años, cuando Esther, que trabajaba por entonces como educadora infantil en Madrid, dio el paso de abandonar la estresante rutina de la ciudad por otra realidad de emprendimiento personal al frente de una empresa dedicada a la decoración en madera y pintura en una pequeña población de 100 habitantes en el corazón del Parque Natural del Alto Tajo. “Inicié mi nuevo proyecto de vida en Molina con mi marido vinculado también a Peralejos vendiendo cajas de madera por todos los pueblos de la comarca que pintaba en mi taller”, asegura Esther Martín a eldiarioclm.es

Después de 16 años de trabajo incansable, venciendo las adversidades que acompañan al medio rural como la despoblación, la deficiencia en las comunicaciones o la falta de Internet, Esther continua con su negocio que se ha expandido gracias a la difusión en redes sociales y cada vez cuenta con más clientes: “Ha sido una experiencia dura por la escasez de recursos, pero al mismo tiempo gratificante, porque vivo de lo que más me gusta hacer, el arte y la pintura en el lugar que siempre deseé”. Algunas de las piezas que Esther decora en su taller aplicando su técnica de pintura en relieve son troncos de ciruelo y sabina para diseñar cuelga llaves, muebles, cuadros de piedra o tejas, todos ellos inspirados en el paisaje del Alto Tajo.

Este es el testimonio de una de las 60 mujeres que han apostado por el autoempleo como opción laboral en la comarca de Molina de Aragón. Este emprendedora de Peralejos de las Truchas colabora desde hace un año con la asociación La Artesa en talleres y cursos de asesoramiento para apoyar a otras compañeras que han optado por seguir su mismo camino empresarial y afirma que “es positivo y enriquece compartir y unir experiencias a través del coworking, cuando vas a poner en marcha tu actividad o ya tienes tu empresa”, puntualiza Martín.

Igualdad de género

La Artesa es un proyecto social financiado por el Ministerio de Sanidad que se centra en mejorar la empleabilidad de las mujeres en el medio rural mediante la formación y el asesoramiento de las candidatas con el objetivo de que puedan iniciar su propia andadura empresarial. La iniciativa que en la comarca de Molina se coordina, a través del Centro para la Integración de Inmigrantes (CEPAIM), cuenta ya en tan solo dos años de funcionamiento con 16 participantes, que están en vías de emprender su negocio.

Para Ángela Martínez, técnico de Cepaim “la Artesa es un proyecto solidario que pretende unir a mujeres emprendedoras para que compartan sus experiencias y mejoren su calidad de vida en un entorno rural difícil marcado por la despoblación”. La filosofía de este programa se asienta en los valores de la igualdad de género y del ‘emponderamiento femenino’ como vías para superar los tradicionales roles machistas que han acompañado a la mujer en su incorporación al mercado laboral. La participación de las mujeres en redes públicas femeninas donde comercializan sus productos “ha ayudado en el plano económico, personal y social a estas mujeres, porque participan en proyectos de producción, al tiempo que se apropian de la palabra, se replantean ciertos estereotipos de género y refuerzan su seguridad e independencia”.

Las microempresas que arrancan, después de completar la fase de asesoramiento laboral que ofrece esta organización a las emprendedoras durante varios meses, se relacionan con la economía propia del territorio. En el contexto de la comarca de Molina, la mayoría de iniciativas llevan en su ADN el sector agroalimentario, la artesanía o la explotación de los recursos naturales del Alto-Tajo. Así han surgido algunas empresas como ‘Ester S Alto’ Tajo, dedicada a la decoración en madera y piedra; ‘Haberlas Hailas’, centrada en la ilustración en tela y la creación de juguetes para utilizarlos al aire libre o ‘Legajos y Documentos’, que presta algunos servicios como la gestión de archivos, la digitalización de documentos o el diseño de páginas webs para ayuntamientos, asociaciones y pequeñas sociedades que se localizan en esta zona de la provincia de Guadalajara.

El perfil social de las féminas que se interesan por este programa de educación laboral es muy diverso, pero, en general, se trata de mujeres con estudios universitarios de entre 30 y 60 años. Entre las situaciones que las conducen a establecerse en un hábitat rural se encuentran mujeres autóctonas que regresan a su población de origen por la falta de trabajo en la ciudad, nuevas pobladoras que buscan un nuevo proyecto de vida o inmigrantes que recuperan oficios tradicionales y los enriquecen con los conocimientos que traen de sus países.

El emprendimiento en el mundo rural se caracteriza por las dificultades a las que las personas autónomas se enfrentan, especialmente en lo relativo a la financiación, la fiscalidad, los gastos o la exigente normativa sanitaria que impide que muchos negocios ligados a la industria agroalimentaria prosperen. La consecuente reducción de ingresos o la pérdida de empleo provocan que afloren, según Ángela Martínez “micro emprendimientos de urgencia, precarios, con remuneraciones inestables que se vinculan a la economía informal fuera de los mercados institucionales y de las relaciones laborales”.

Judith Iturbe, de 48 años encarna el perfil de mujer que se inicia en el emprendimiento, aunque su vida en el mundo rural comenzó hace 20 años. En 1997 se despidió de su rutinaria vida en la ciudad como secretaria de Dirección en una multinacional para regresar a Milmarcos, el pueblo donde nació su padre. “Quería vivir en el pueblo y el objetivo era disponer de un medio de vida que me llenara y por eso el emprendimiento es importante para mí”, explica Judith Iturbe a eldiarioclm.es.

Después de dos décadas residiendo con su familia en este pueblecito del Señorío de Molina y haber “trabajado de todo”, Judith admite que “nos reinventamos y esta vivencia nos impulsó a desarrollar nuestra faceta más creativa”. Su primer intento para fundar su empresa de quesos artesanales ocurrió hace dos años y asegura que “fue una experiencia complicada porque no contaba con suficiente financiación y la fiscalidad y los permisos sanitarios que me reclamaba la administración eran tan exigentes como si se tratara de la empresa García Vaquero”.

Precisamente, la fiscalidad rural es una de las mayores demandas que se alzan desde el medio rural con el fin de facilitar que las microempresas se instalen en sus zonas. Esta reivindicación se centra en reclamar un sistema de impuestos que se adapte a las necesidades especiales de despoblación y baja actividad que caracterizan a estas áreas rurales como sucede en Francia y otros países europeos.

Para Iturbe el hecho de que la actual normativa no se armonice ni con el lugar ni con la productividad provocaron que su iniciativa de fabricación de quesos no pudiera seguir adelante. Pero en la mente de esta emprendedora no figura la palabra desaliento y ahora se dedica a la apicultura criando sus colmenas. Con el soporte del proyecto La Artesa afronta con ilusión otro reto profesional relacionado con el ‘coworking’: “Quiero crear un vivero de empresas agroalimentarias en asociación con otras mujeres artesanas de Molina para elaborar, comercializar nuestros productos y formar una marca de calidad comarcal”, puntualiza.

El coworking es una de las técnicas básicas que se emplean en La Artesa con el objetivo de reunir a grupos de mujeres que compartan los mismos objetivos para que se asocien en forma de cooperativas y consigan compensar los gastos que conlleva abrir un negocio en solitario. “Es difícil emprender y por esa razón nos plantemos crear una cooperativa de trabajos asociados para ayudar a las emprendedoras en los momentos iniciales hasta que se afiance su actividad”, afirma Ángela Martínez. En Castilla-La Mancha existen 150 cooperativas de trabajo asociado.

Encuentros

Fomentar la comunicación entre las emprendedoras molinesas es otra de las metas que esta iniciativa en femenino ha cultivado durante estos dos años. El pasado 21 de octubre, la asociación La Artesa celebró el II Encuentro de Experiencias sobre el Emprendimiento de la Mujer Rural en Molina de Aragón. Durante la actividad, participaron la psicóloga rural, Iratxe Bolaños, que abordó el tema de la capacidad positiva y las claves internas para el emprendimiento rural femenino. Seguidamente, Lucía López, especialista en agroecología y desarrollo rural, diseminó acerca de la importancia de la mujer en los sistemas agro ganaderos. La jornada concluyó con un mercado de venta de productos artesanales fabricados por las empresas que colaboraron y varias ponencias en las que algunas mujeres relataron sus experiencias de emprendimiento.

La situación de la mujer en la comarca de Molina ha evolucionado en positivo a lo largo de las últimas décadas. Tal como reflexiona a este digital Miguel Ángel Navarrete, experto en nuevas masculinidades, que colabora con en la educación de la mujer en cuestiones de género “recuerdo que cuando llegué a Molina hace 20 años en las asociaciones de mujeres se elaboraban rosquillas, se hacían labores y se planificaba el Día de la Mujer. Ahora, existe mayor concienciación social y se acepta y respeta que la mujer rural trabaje y emprenda”.

En las jornadas de educación de género que esta entidad social organiza periódicamente se trabaja en valores como la igualdad de género, la discriminación positiva, las nuevas masculinidades y la superación de los roles machistas que caracterizan a la sociedad patriarcal. Según Navarrete, “hace 10 años se produjo la liberación de la mujer y el concepto de nuevas masculinidades es la puerta del hombre al feminismo pacifista”. Esta teoría sociológica defiende que no hay diferencias biológicas entre niños y niñas más allá de la reproducción, además de tratar de desmontar los presupuestos de la sociedad patriarcal y abogar por la educación igualitaria de género.