Todo empezó en 2012, recuerda Paco Cantero. “No sabía que había gente trabajando para encontrar las familias de los demás”, explica tras haber asistido a una charla de memoria histórica de la asociación La Gavilla Verde, que es la que ha impulsado todo el proceso para exhumar la fosa común de Pajaroncillo, una pequeña localidad conquense en la que hay cerca de medio centenar de soldados republicanos del Frente de Teruel enterrados. En la localidad se situó el Hospital de El Cañizar, un hospital militar impulsado por el doctor Pedro Vallina. “En aquel hospital eran atendidos los enfermos y heridos que llegaban de un frente que se remontaba por un terreno extremadamente frío y escabroso hasta el mismo Albarracín”, cuenta el médico en sus memorias, divulgadas por Frente Obrero.
Cantero recuerda emocionado cómo Adolfo Pastor, entonces el encargado del área de desaparecidos de la Gavilla Verde, trabajó para ayudar a encontrar a sus familiares. Paco Cantero es el representante de los familiares de la fosa común del Pajaroncillo, y buscaba al hermano de la madre de su esposa, Joaquín Lázaro Domínguez, un joven labrador que formó parte del Frente de Teruel. “Cuando vino a España la abogada argentina [Ana Messuti], me decidí. Digo: voy a intentarlo”, recuerda. Entonces llegaron a las memorias del doctor Vallina. “Ahí él exponía que todos los fallecidos del hospital eran enterrados en el cementerio del Pajaroncillo en Cuenca”, recalca.
“Para enterrar a los caídos, muertos de sus heridas en el hospital, los llevamos al cementerio de Pajaroncillo y hombres, mujeres y niños nos acompañaban llorando a la fosa, donde dejábamos para siempre a un hermano querido”, recuerda el doctor Vallina.
“Yo siempre veía a mi suegra llorar por su hermano. Entonces me decidí a encontrarlo. Por desgracia mi suegra falleció hace dos años, pero sabía dónde estaba enterrado su hermano, porque pudimos decírselo”, recuerda emocionado Paco. Gracias a una “modesta” subvención del Gobierno de España, 14.000 euros, con la ayuda de La Gavilla Verde y el equipo de Paleolab podrán comenzar los trabajos de exhumación de los cuerpos que se encuentran enterrados en la localidad conquense. El Ejecutivo se comprometió en 2019 a dedicar una partida económica para realizar estos trabajos.
Larga búsqueda, “con desprecio” de los partidos políticos
“Jamás ninguna formación política ha hecho nada para ayudarnos a encontrar a estas personas. Un desprecio. La excepción fueron el delegado de Gobierno y la delegada de la Junta en Cuenca, en 2020. A partir de ahí recibimos apoyo”, lamenta Cantero. Sí agradece el papel de Luis Gascó, alcalde de Pajaroncillo, que entregó las actas de defunción de los 47 soldados y del niño que se encuentran enterrados en la fosa.
“Para mí ha sido una gran satisfacción que La Gavilla Verde haya hecho una labor tan encomiable, tan fuerte para que las familias podamos encontrar a los nuestros. Todo ha sido un devenir diario, hasta que nos han concedido una exigua subvención. Pero sobre todo queremos encontrarlos. Incluso el hermano del niño no quería saber nada, pero hoy estoy muy orgulloso de haber podido hablar con él y saber que está interesado en poder darle sepultura. Algunos creemos que debemos dejar los cuerpos en Pajaroncillo, y también hacer un monumento para darles el honor que se merecen”, recalca Paco.
Los soldados venían de ocho comunidades autónomas diferentes, y todavía hay siete de los que se desconoce su procedencia. Todos son hombres. “Esperamos que el Gobierno siga apoyándonos y poder desenterrarlos y darles la sepultura que se merecen. Las formaciones políticas han incumplido la Ley de Memoria Histórica, porque sabían lo que había y era su responsabilidad, y eso es lo que dice la Ley”, asegura Cantero. Sin embargo, recalca que está muy orgulloso. “Siento que las lágrimas de mi suegra están llegando a su fin”, reflexiona.
Los trabajos técnicos que se aproximan
Tres años lleva trabajando el equipo de Paleolab con el caso de la fosa de Pajaroncillo. Son especialistas forenses en la materia. Manuel Polo dirige el proyecto y también destaca el papel de Adolfo Pastor: “Ha buscado familiares a lo largo de España y ha encontrado a más de veinte familias”, recalca. El planteamiento del proyecto, señala, es “complejo”. “No hay ninguna documentación que nos explique qué tipo de fosa podemos encontrar, si es una o son diversas fosas en las que se iban enterrando víctimas que fallecían en el hospital de sangre”, señala.
Por eso, han planteado diversas fases: la primera de ellas, en la que localizarán la fosa para hacer sondeos arqueológicos. “Es una gran fase, con casi medio centenar de cadáveres. Empezaremos con la prospección de georradar y en función de los resultados que obtengamos plantearemos una internvención para documentar los puntos donde se nos pueda sugerir que hay restos humanos y comprobar que haya efectivamente cuerpos”, señala Polo.
A posteriori, se planificará una segunda expedición, para seguir luego con la de identificación y análisis de los restos humanos. Para ello, ya han empezado a recoger muestras genéticas de los familiares que ya han sido encontrados. “En el caso de muchas familias, se trataba literalmente de auténticos desaparecidos, de los que no quedaba constancia”, explica Polo. Las familias tendrán que completar extensos cuestionarios, que se harán vía on-line debido a la pandemia. “Con ello generaremos un banco de ADN, de muestras indubitadas, adaptado a la fosa. Estamos preparando los árboles genealógicos familiares y probablemente tengamos que tomar muestras de familiares fallecidos. Esto nos va a llevar unos meses, pero es la información básica que necesitamos para poder acometer el proyecto con garantías, que es lo que pretendemos”, concluye.