Superan la capacidad de control, tienen propagaciones erráticas e impredecibles, representan una amenaza mayor para los operativos de extinción de incendios, para la población y para el patrimonio natural, generando grandes impactos ambientales y económicos.
Durante estas últimas semanas, la investigadora portuguesa, una de las grandes referencias mundiales en el estudio de los incendios forestales, ha participado en las “Jornadas sobre Aspectos sociales de la ecología y la Gestión Integrada del Fuego” celebradas en Tragacete y organizadas por el grupo de investigación Social-GIF de la Universidad de Castilla-La Mancha, donde hemos podido conversar con ella para hacer un repaso a sus últimos trabajos de investigación relacionados con las causas de los incendios forestales en el Mediterráneo Occidentales.
Dos millones de incendios en 2022
A lo largo de 2022, hubo cerca de dos millones de incendios forestales registrados en todo el mundo, la mayoría de ellos pequeños en términos de área quemada. Sin embargo algunos de ellos han causado daños sustanciales, provocando muertes de civiles y bomberos forestales. Sólo en España, el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS) ha registrado casi trescientas mil hectáreas quemadas y se han registrado sesenta grandes incendios forestales.
Fantina Tedim estudió con detalle el catastrófico incendio forestal de Pedrógão Grande que ocurrió en junio de 2017, en Portugal, que acabó con 65 vidas humanas y más de doscientos heridos. Su comportamiento e impacto extremo resultado de la interacción compleja entre carga de combustible, continuidad, condiciones atmosféricas y comunidades vulnerables, le hicieron proponer un nuevo término para definir este tipo de incendios forestales con el término “Incendio Extremo” que cada vez es más utilizado en los trabajos científicos de todo el mundo. “En Portugal nunca habíamos tenido una serie de incendios que causaran sesenta y siete muertes. El bosque se regenerá de una forma u otra, pero el trauma de las muertes quedará ahí presente”.
Según la profesora de la Universidad de Oporto, “la sociedad no está suficientemente informada sobre este nuevo tipo de incendios, porque aún siendo un escenario dramático, tenemos que preparamos para coexistir y saber cómo tenemos que prepararnos y saber cómo actuar ante ellos, porque los fuegos extremos serán la nueva normalidad. ”
La coautora del informe 'Spreading like Wildfire: The Rising Threat of Extraordinary Landscape Fires' para el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha centrado sus últimas investigaciones coordinando especialistas de once países en estudiar las causas de los incendios forestales en Europa, comprobando en sus estudios preliminares el elevado porcentaje de causas desconocidas en los informes de incendios forestales, rozando el cuarenta por ciento, algo que dificulta sobremanera la prevención de los mismos.
Seis grandes causas
La Unión Europea clasifica las causas en seis grandes grupos, a saber, desconocidos, naturales, accidentales, negligencias, deliberados y reavivados. Para la profesora Tedim, “un componente fundamental de la gestión eficaz de los incendios forestales es la mitigación de la ignición, concretamente la reducción de la probabilidad de que se produzcan focos de incendios forestales por causas intencionadas, accidentales y naturales”, pues considera que “detener o reducir los brotes de incendios forestales es la forma más segura de mitigar los impactos perjudiciales de los incendios forestales”.
Según Fantina Tedim, los incendios forestales se deben prevenir atacando las causas que los origina, “es importante desarrollar conocimiento para reducir las causas de los incendios a través de la prevención. En Portugal llevamos mucho tiempo realizando campañas de concienciación, pero quizá no nos estamos dirigiendo al segmento de población adecuado, sino que están destinadas a una población en general que poco tiene que ver con las causas de los incendios forestales. Hay que estudiar las causas de los incendios para informar, educar e implicar a cada segmento de población de manera diferenciada”.
Una de las principales conclusiones de su investigación es que “se ponen claramente de manifiesto las discrepancias existentes entre la percepción de los expertos y estadísticas sobre las causas y motivaciones de los incendios forestales en la zona estudiada, se ve muy claramente que se sobreestiman los incendios provocados de forman malintencionada”, explica la profesora de la Universidad de Oporto. “Además en muchas ocasiones la causas de los incendios son hipótesis plausibles o conjeturadas, pero no confirmadas con la identificación de pruebas sobre el terreno”.
Según Tedim, “las políticas actuales sobre incendios forestales en los países de la Unión Europea no han resuelto el problema de los incendios forestales y probablemente no serán efectivas en el futuro, ya que todas las iniciativas se centran en la supresión y minimizan el uso del fuego arraigado en el conocimiento ecológico tradicional de las comunidades europeas. El uso tradicional del fuego como herramienta para la gestión del territorio ha sido manipulado y casi criminalizado por una perspectiva urbanocéntrica y un sesgo antiincendios. Estas políticas están mal adaptadas y no pueden hacer frente a la naturaleza compleja del fenómeno de los incendios forestales, ya que descuidan sus raíces sociales”.
En esta línea va la Legislación Europea, traspuesta en España en la recién aprobada ley 7/2022, de residuos y suelos contaminados para una economía circular prohíbe, con carácter general, la quema de residuos vegetales generados en el entorno agrícola o selvícola, trasposición de española a una normativa española, Tedim opina que más que prohibir taxativamente, hay que legislar un “uso legal del fuego más fácil y seguro, que ofrezca oportunidades y actividades alternativas y que implique a las comunidades locales en estos cambios. Hemos detectado otro grave problema”, dice Tedim, “como el uso del fuego se ha tipificado como delito en la mayoría de países, es bastante más difícil atrapar a los culpables de los casos in fraganti. Ahora suelen adoptar una estrategia de quemar y escapar o de quemar y huir para escapar del control y evitar las sanciones penales y monetarias”.
“Las políticas que buscan reducir el riesgo de incendio pueden tener incluso el efecto contrario”, explica la profesora Tedim, “si no trabajamos con las personas afectadas sobre el terreno y no entendemos cuáles son las dificultades y preocupaciones concretas que tienen en su día a día. Dedicando más recursos a identificar y documentar las complejas causas de los incendios forestales para evitar así orientar la prevención en una dirección equivocada, dirigiendo los esfuerzos de comunicación de los riesgos a segmentos de la población concreta afectadas, modificando las actitudes, hábitos, costumbre y comportamientos, diferenciando los mensajes entre los distintos segmentos destinatarios”.