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Fotografiando el subsuelo en Cuenca

FotoEspeleo surge de unificar dos pasiones como son la espeleología y la fotografía, ambas a nivel amateur pero con mucha dedicación y técnica que permite aventuras reseñables e instantáneas de película.

Conformado por un grupo de 10-12 amigos, hace tres años se plantearon una cuestión “¿Por qué no enseñar lo que tenemos debajo? Hay gente que no puede acceder”, comenta Eduardo García, miembro de FotoEspeleo. Y así es como comenzaron a reunirse con más equipo que de costumbre, sumando a las cuerdas y anclajes, cámaras y flashes con los que inmortalizar la belleza subterránea de la provincia. “El agua, las estalactitas, estalagmitas... Tenemos que aprovechar todos los elementos que nos llamen la atención y poner modelos para saber la proporción”, dice el espeleólogo, resaltando que la falta de luz no supone un problema, “es un punto a favor porque nos deja jugar con la imaginación, con luces, contrastes y sombras”.

Para capturar estas instantáneas no basta con sacar la cámara y disparar, es necesario una preparación del marco y una división del trabajo entre todos los presentes. “Uno portea, otro hace de modelo, necesitamos alguien que ilumine y, por supuesto, el que hace la foto”. Durante el transcurso de la inmersión y para evitar que el equipo fotográfico sufra daños, todos los elementos van en “maletas especiales antigolpes y donde no entre la humedad”.

Aunque la idea es pionera en la provincia, sí que tenían constancia de otros grupos de personas “dedicados a la fotografía en cuevas. Teníamos referencias antes de empezar”.

Creando cantera

La afición por este deporte aumenta en la provincia y cada vez es más habitual encontrarse grupos numerosos de gente que comienzan a recorrer las cavidades subterráneas en busca de nuevas aventuras. En parte, este crecimiento es favorecido por el trabajo de difusión que desde FotoEspeleo están realizando.

“La gente se va uniendo cuando ve nuestras fotos. Nos pregunta por las próximas quedadas para venir”. En estos casos y ante la llegada de nuevos aficionados, lo habitual es “acudir a cuevas más fáciles, para que no tengan que estar usando cuerdas ni aparatos de golpe”.

En Cuenca, actualmente, hay dos grupos de espeleología federados, pero David Alcalde, otro de los miembros de FotoEspeleo, recalca que “hay más espeleólogos de los que nos pensamos”, además de los visitantes que cada vez con más frecuencia acuden a las profundidades de la provincia. También hay, quien cómo Ballesteros, lleva 15 años ligado a la espeleología, acudiendo a cuevas cada vez más complejas y tecnificando sus habilidades.

“La más profunda a la que he accedio para hacer fotografías fue a la Sima del Bancal de la Nevera, a menos 98 metros”, dice el espeleólogo en clara referencia al aumento de la difícultad que han llevado a cabo con el paso del tiempo.

El morbo que crea el riesgo

La belleza que esconde el subsuelo permite apreciar desde la claridad de un agua pura que mana directamenta de la montaña hasta la creación de estalactitas blancas exhuberantes sobre un fondo rocoso oscuro. “El entorno de la cueva te ayuda a configurar la fotografía, a resaltar el valor paisajístico que esconde”.

La última batida de este grupo de espeléologos fue en la Cueva de Pedro Cotillas, en Palomera, con el objetivo de ganar un concurso fotográfico.