A Roberto Ruiz Cubero y Enrique Ruiz Cubero siempre les gustó la música tradicional de su tierra. Las canciones populares y líricas de La Alcarria, esa zona que abarca a Guadalajara y parte de Cuenca donde el cancionero de siglos pasados ha dado cierta sabiduría popular a toda una zona. Les gustaba tocar y cantar para ellos mismos “por puro placer”, pero un día decidieron fusionar esos sonidos limpios y acústicos con el rock americano más puro, el bluegrass, y darle algo propio. Comenzaron entonces a trabajar las letras, ácidas, comprometidas, irónicas, inteligibles para cualquiera, y a partir de ahí “sacarlas a la calle”.
Seis años después, Los Hermanos Cubero tienen actualmente cuatro discos en el mercado: ‘Cordaineros de La Alcarria’, un EP de edición limitada y ahora agotado llamado ‘La calle abajo’; ‘Flor de canciones’; ‘A burrasca perdida’ (también EP); y el último, ‘Arte y Orgullo’, el cual se encuentran actualmente promocionando. Roberto explica que hay una clara evolución desde aquellas primeras composiciones “aunque solo sea por aprendizaje y experiencia vital”.
“Es verdad que aunque la línea del estilo sigue siendo más o menos la misma, sí que ahora sonamos más refinados porque hemos depurado más las letras, la armonía, y los arreglos están más cuidados”, añade. En este último trabajo han empleado más tiempo en la composición y más recursos en la grabación, con la ayuda del técnico de sonido Suso Ramayo, cuyo criterio es muy parecido en cuanto a la música “con naturalidad, sin artificios ni post-producción”.
La idea está conseguida. “Queríamos coger las herramientas de la música tradicional y hacer música contemporánea, lo más 'aquí y ahora' posible”, explica Roberto. Con ello se refiere a la simpatía que despierta este dúo en cuanto a sus letras. Cuentan historias actuales, “que pueda entender cualquiera” aunque no sea aficionado a ese folclore. De hecho, en este último trabajo es donde más reflejan ese compromiso social, “simplemente porque son canciones autobiográficas, hablamos de lo que conocemos y lo que conocemos es lo que hemos vivido”.
De ahí nace también la fusión de su música con el rock americano más puro, con el bluegras, que “tiene algo muy bueno, que es hacer música de una manera muy sencilla, que suene poético”. Las metáforas, las imágenes y las alegorías se pasean por todas sus canciones, pero al final del camino siempre hay una reivindicación de justicia social: “los problemas actuales de la gente son los de siempre”. Roberto pone como ejemplo el tema “Ya se está poniendo el sol”, que es una composición tradicional de Cuenca que habla de la explotación y la precariedad laboral, al igual que otros como “Por ganarme la vida”, que beben del mundo rural pero que ellos transforman en relatos de supervivencia que “valgan para cualquiera”.
Se preguntan en otras de sus canciones “¿Quién electrificaría su alma?”. Y tiene una doble lectura. “Hablamos sobre nuestros instrumentos, que siempre tocamos en acústico, porque nos gusta mantener el alma de la música, pero también venimos a decir que el progreso no tiene por qué significar dejar atrás lo más natural, el mantenerse fiel a uno mismo”. Son metáforas que repiten a lo largo de todo el disco como con esa “Maldita urraca” a la que hay que cazar, una forma de decir las cosas “para que la Ley Mordaza no te atrape”.
Los Hermanos Cubero apenas han tocado en su tierra. Presentaron el primer disco hace ya seis años en el Teatro Moderno de Guadalajara y no han tenido ocasión de volver a realizar conciertos en la zona. Su gira es mayoritariamente de festivales y salas por toda España donde la acogida está siendo muy buena. “Sabemos que hacemos algo muy diferente, pero si el público se libra de prejuicios y se interesa por la música, no hay ningún problema”.