Son conocidos los impactos que soporta el río Tajo en casi toda su cuenca y que han provocado que actualmente sea el que registra peor estado en toda España. A la falta de renovación de las depuradoras en la Comunidad de Madrid se une el histórico y polémico funcionamiento del trasvase Tajo-Segura y la situación de sus caudales ecológicos. Pero también lo dañan las hidroeléctricas que operan en casi toda su cuenca.
En esta cuestión se ha centrado una de las sesiones del XI Congreso Ibérico de Gestión y Planificación del Agua que ha organizado -este año online- la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA). Y más concretamente, sobre el impacto de las centrales hidroeléctricas ha realizado un repaso Domingo Baeza, profesor de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro del Grupo de Investigación del Tajo en la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). Junto con Beatriz Larraz, la experta e investigadora de este grupo, han presentado un estudio sobre los caudales ecológicos en proyectos hidroeléctricos de la cuenca del Tajo.
Según el profesor, actualmente este tipo de producción en el río no supone gran relevancia en cuanto a potencia si se compara con el resto del país. Pero hay un dato que sí resulta muy clarificador: tan solo el 1,85% se corresponde con producción enteramente hidráulica. El resto del uso de estas centrales, es decir, casi el total, es para energía nuclear.
Actualmente, del total de estas instalaciones, hay 144 centrales que son hidráulicas, dos centrales térmicas y dos nucleares, pero estas dos últimas son las que producen casi la totalidad de la energía en la cuenca del Tajo.
El impacto fundamental en cuanto a efectos medioambientales se produce cuando se alteran los regímenes de caudales debido a las subidas y bajadas (“fluctuaciones bruscas”) por la turbinación de las centrales. Este fenómeno es el denominado “Hydropeaking”, es decir, los picos de producción de las turbinas de estas instalaciones y su afección, bastante “relevante”, en el río Tajo.
Según Domingo Baeza, se trata de un factor que no se ha tenido en cuenta en la redacción del nuevo Plan del Tajo, dentro del segundo ciclo de planificación hidrológica. Recuerda que su borrador tan solo abarca 19 masas de agua superficiales y que no se centra en los efectos sobre caudales ecológicos, “ni mucho menos en el impacto de las centrales hidroeléctricas”.
¿Hay posibilidad de mitigación? El investigador, que también es técnico de la empresa Ecohidráulica, considera que bastaría con que todas las centrales de la cuenca evitaran los picos bruscos de producción, que son los que alteran los caudales. “Las centrales producen mucho en pocas horas provocando ese impacto. Se trataría de turbinar poca potencia, poco caudal, pero más horas”. Detalla que hay centrales que con menos turbinas producen más ‘Hydropeaking’ sobre el agua del Tajo que otras con más potencia.
Otra solución sería también la producción en cadena de todas las centrales. Es decir, que si una de estas instalaciones en la parte alta de la cuenca tiene más efecto de producción, las que se están ubicadas aguas abajo podrían aprovechar para reducir los picos de fluctuación.
“Hay mucho campo y muchas alternativas”
“Son muchas las formas de hacer las cosas y las alternativas para evitar estas fluctuaciones y cómo alteran al Tajo, sin tener que disminuir su producción de energía. Hay mucho campo y muchas alternativas para mitigar los efectos”, subraya. Pero para ello, añade, sería fundamental que las empresas gestoras (en la cuenca del Tajo son principalmente Iberdrola y Naturgy) “abrieran sus puertas” a los investigadores para saber “cómo están trabajando y qué otras opciones se pueden barajar”.
Domingo Baeza ha podido comprobar in situ cómo muchos técnicos le han manifestado que tanto la producción en cadena como el aumento de horas para evitar los 'picos' son “soluciones posibles”. “Pero poco podemos hacer si estos gestores no abren un diálogo con investigadores y expertos para que eso sea una realidad”, concluye.