Se conocieron en un festival de cine español de París en 2014. Por entonces Ingrid García-Jonsson presentaba ‘Hermosa juventud’, de Jaime Rosales, y David Verdaguer ’10.000 kilómetros’, de Carlos Marques-Marcet. Ninguna de las dos películas recibió ningún galardón pero se hicieron amigos. Estaban viviendo experiencias muy similares: los dos habían hecho cine, teatro o televisión pero era la primera vez que pasaban la puerta de la industria cinematográfica. Desde entonces no han dejado de trabajar. Coincidieron años después en 'Salir del ropero' y en estos días se han convertido en protagonistas del Festival de Cine Independiente de Albacete (Abycine). Han recibido sendos premios a la Trayectoria Joven y conversamos con ellos, entre muchas risas y humor, en el Cine Capitol de la ciudad.
¿Qué sensaciones tenéis tras recibir este galardón?
Ingrid García-Jonsson: Estoy muy contenta porque Abycine es un festival que me gusta mucho, que ha apoyado muchísimo a las películas en las que he trabajado. Que ahora me apoyen personalmente me hace mucha ilusión, y compartirlo además con David es muy bonito porque empezamos a la vez en el cine y tenemos inquietudes muy parecidas a la hora de asimilar el trabajo. Es raro que te premien porque siento que no me lo merezco, pienso que lo que hago no es premiable, es mi trabajo y lo hago lo mejor que puedo. Aun así, que la gente valore mi curro de esta manera, me abruma y me pone muy contenta.
David Verdaguer: Lo bonito de este premio, como decía Lluís Miñarro (productor y director de cine independiente), es que no lo dan cuatro personas, ni las modas, ni la taquilla, sino que lo da gente a la que le gusta mucho el cine y que han visto mucho cine. Si ellos han visto que más o menos tu trabajo tiene una cierta coherencia, y te dan una premio, es algo que siempre gusta. Y también estoy encantado de compartirlo con Ingrid porque empezamos juntos en el cine y eso une mucho.
¿Qué os parece este festival?
Ingrid: Nunca había estado en Albacete pero me siento muy conectada porque muchas de mis películas se han proyectado aquí. Por ejemplo, a ‘Ana de día’, que es uno de mis proyectos más personales, la han apoyado mucho, y en esta edición presentamos también ‘Love Me Not’, de Lluís Miñarro. Me da la impresión de que estoy en casa. Es un festival que hace mucho por el cine independiente y es importante que siga y se mantenga por muchos años.
David: Estoy encantado. Yo tampoco conocía Albacete, conozco a Ernesto Sevilla, somos muy amigos desde ‘Lo dejo cuando quiera’. Es un festival y una ciudad impresionante. Y de día también, aunque menos (risas). Me está gustando mucho y estoy muy feliz. La gente te da la enhorabuena por tu trabajo y sabes que viene de gente que le gusta el oficio. De hecho, ya me he propuesto como jurado, que nunca lo he sido y me hace mucha ilusión.
En un momento de eclosión de las grandes plataformas de cine y televisión, aunque está suponiendo más puestos de trabajo a todos los niveles, ¿teméis que pueda ser una burbuja o que finalice cierta concepción romántica del cine?
Ingrid: Estamos en muy buen momento. Hay mucho trabajo y muchos compañeros que no estaban trabajando mucho, ahora lo están haciendo. Se está dando una oportunidad a nuevas voces, a nuevos directores. Eso está bien. Si es una burbuja, ojalá dure mucho tiempo, todos queremos trabajar lo máximo posible, y si dura poco, espero que ahorremos lo suficiente para aguantar el tiempo de crisis (risas). Yo estoy contenta, me da pena pensar que se va a acabar, y por eso prefiero vivir el día el día.
David: El otro día leía que había 96 series en España en preproducción, producción o postproducción en este momento. Eso es dar oportunidades a mucha gente. Me parece bien. Sí puede ocurrir que nos pongamos tristes o románticos, que entendamos que termina una forma de ver el cine. Pero siempre ha habido una parte romántica. Salió la tele y decían que se acabaría la radio, salió el e-book y decían que se acabarían las librerías. El cine siempre ha estado porque románticos siempre hay y no hay nada comparable a estar en una sala de cine. Es verdad que están cambiando las cosas y quien tiene que replanteárselo no son tanto los equipos técnicos, los actores o las actrices, sino las distribuidoras y productoras. Pero el oficio sigue siendo el mismo y lo importante es poder trabajar.
Pero vosotros habéis empezado en el cine independiente y seguís trabajando en el cine independiente, habéis tomado una opción en ese sentido…
Ingrid: Sí, pero cuando me ofrecen proyectos, no pienso en si la película es más o menos grande, sino en si me interesa la historia en el momento en el que estoy. Es verdad que a mí el cine independiente me gusta mucho porque me gustan los proyectos arriesgados y creo que en las pelis pequeñas se trabaja mucho más en equipo y eso es de las cosas más bonitas que hay en el cine, las familias que se van generando. Ahí estoy intentando mantener una balanza porque es verdad que del cine independiente no se vive, pero creo que también es el caldo de cultivo de directores como ha sucedido con Carlos Vermut o Carlos Marques-Marcet. A mí me gusta estar ahí, en el germen de las cosas, es más auténtico, más cine que el cine comercial que está pensado como un producto.
David: Yo vengo del teatro y empezar en el cine simplemente surgió. Confío en todo lo que vaya surgiendo. Yo creo que tiene que haber cine de palomitas y cine independiente siempre y cuando esté bien hecho o bien contado. Es como cuando alguien dice que le encanta el fútbol, pero en realidad le gusta un equipo. Eso no es gustarle fútbol. Si te gusta el cine, tienes que verlo todo. Luego te vas decantando pero todo es cine al fin y al cabo. Yo también me siento más cercano y me interesa más el cine de autor, supongo que también por cierto egoísmo, porque se cuida mucho más a los actores. Es todo tan pequeño que no se pierden dos horas poniendo una grúa sino intentando hacer que el actor entienda lo que le pasa a su personaje en ese momento. Hay otro camino y me siento mucho más cuidado. Y eso no siempre pasa en el cine comercial. Aún así a mí me gustaría hacer todo. Me gustaría hacer al año una película comercial para…
Ingrid: … paga ganar dinero (risas)
David: … para ganar dinero, sí (risas), pero también me gustaría una obra de teatro al año y otra película independiente al año para llenarme el alma.
Ingrid, el año pasado estuviste en Abycine con ‘Ana de día’ y este año, como has dicho, con ‘Love Me Not’, de Lluís Miñarro, una película calificada de “surrealista” que supone una metáfora de la bíblica Salomé. Se rodó en dos semanas en el desierto de México. ¿Cómo fue esa experiencia?
Fue muy intensa e interesante. En el desierto la muerte está muy presente y todo se vive con mucha intensidad. Lluís es un director muy disfrutón, le gusta aceptar las cosas como vienen. Todos los actores éramos muy jóvenes y estábamos muy entregados en sacar la película para adelante fuera como fuera porque había días con tormentas de arena en los que teníamos que parar de rodar, aunque también llegó a integrarlo en la película. De hecho, es un experimento maravilloso de una experiencia que tuvimos allí en el desierto. La excusa es el mito de Salomé, pero todo mezclado con el universo de Lluís, que es muy especial, muy culto y que ha incluido referencias del arte y de otras películas.
Precisamente, Lluís Miñarro ha comentado en este festival que le gusta más el cine artesanal, manual…ha comentado en este festival
Sí, es así, y también lo comentaba Jaime Rosales (director de ‘Hermosa juventud’). Me decía “Ingrid, no te preocupes, yo estoy tranquilo, la películas están vivas y sangran”. Eso tiene que ver con la artesanía y con esa cosa de que las pelis se van generando en rodaje y las cosas que van pasando en la vida contagian a la película. Que todo eso se pueda sentir de alguna manera me parece muy interesante.
Pese a tu juventud, ya has interpretado personajes en géneros muy diferentes ¿Ya podemos preguntarte si hay alguno en el que te sientas más cómoda?
Prefiero los proyectos en los que me dejan trabajar tranquila y noto que me dan mi espacio, me da igual el género. Porque muchas veces contamos con un tiempo limitado para hacer las películas y hay veces que el actor queda relegado a un segundo plano. La técnica se pone por delante y, como dice David, se tiran dos horas para montar una grúa para hacer un plano desde arriba pero luego cuando llega tu plano, que es cuando tienes que transmitir, te meten prisa porque se va el sol. A mí me gusta estar en películas donde puedo estar tranquila y no estar pendiente de la técnica o cualquier cosa que me impida estar conectada con el aquí y el ahora. Yo quiero contar la escena con la mayor veracidad posible y poder permitirme vivir experiencias. Ahora, es muy difícil que se den esas situaciones porque se tienen que alinear los planetas y nunca el proceso es perfecto. Pero es tan bonito cuando pasa, que compensa.
David, tu carrera es dilatada en teatro, pero en el cine llevas solo cinco años. Estás en Abycine con ‘Los días que vendrán’, de nuevo con Carlos Marques-Marcet. Aunque se trate de ficción, hay imágenes y sentimientos reales sobre la maternidad y la paternidad que son comunes a cualquier pareja ¿Qué ha supuesto para ti reflejar parte de tu vida real en una película?
En realidad quien está expuesta es solo María (María Rodríguez Soto, su pareja y compañera de película). Yo creo que está expuesta a nivel físico y emocional, ella es la protagonista, como cualquier mujer cuando está embarazada: el padre es un secundario con frase que a veces cae por montaje. Yo no quería hacer un ‘Alaska y Mario’, quería distanciarme mucho y he dado lo mejor de mí. Es la mejor película que hecho y también la más difícil. Carlos ha hecho una película maravillosa que espero que tenga recompensa, porque es solo un poquito mejor que ’10.000 kilómetros’.
En ‘Lo dejo cuando quiera’ has compartido actuación con el albaceteño Ernesto Sevilla, uno de los precursores de lo que ahora se denomina “humor manchego”. Aquí la pregunta es obligada, pero ¿elegirías drama o comedia?
Lo que decía Ingrid todo el rato: elijo el compromiso. Yo tengo el mismo compromiso haciendo ‘Los días que vendrán’ que ‘Lo dejo cuando quiera’, te lo digo en serio. Porque en realidad estás intentando hacer lo mismo. Los tonos son diferentes, pero cuando pillas el tono de una película, ya tienes la película, algo que a veces es muy complicado.
Una última pregunta para ambos: ¿cómo es la experiencia de crecer junto al cine, de ir desarrollando tu vida, tus emociones, mientras vas a interpretando a otros? ¿cómo se gestionan las consecuencias, esas transferencias?
Ingrid: El cine refleja la vida y es inevitable poner tu experiencia personal al servicio de una historia. Yo tiro de imaginación, pero al final estoy mostrando cosas que en mi día a día no quiero mostrar. Es como cualquier trabajo en el que te implicas mucho. Para mí trabajar y vivir son las mismas cosas. Voy leyendo guiones y pensando cosas de mi vida que podría aplicar o desarrollar, y en ese caso se contagian y se completan. Lo que sí pasa es que creces mucho más, te vuelves mucho más tolerante porque ves otros puntos de vista.
David: Estoy de acuerdo. Yo me obsesiono mucho de fuera para adentro, no soy un actor de método. Vas creando elementos, juegas con la imaginación y sí que depende mucho de en qué momento estés en tu vida, cómo sea el proyecto y los compañeros con los que trabajas. He dicho que sí a películas solo por el reparto: todo se basa en la vida con la gente y este oficio es para contar historias y conocer gente con la que luego abrazarte cuando pasan muchos años.