Juan Francisco Ortiz, el guitarrista hijo de una víctima de un campo nazi de exterminio que usa la música para sanar
Francisco Ortiz Torres fue el deportado 4245 en el campo de exterminio nazi de Mauthausen, donde estuvo preso cuatro largos años. En este Día de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto, su hijo y su nieto tocarán en su memoria. Su memoria y la de tantas víctimas del holocausto nazi, españolas o de cualquier parte del mundo. Es el “pequeño homenaje” que ha organizado este jueves a las 19.00 horas en el Museo Sefardí de Toledo.
“El Holocausto repercutió en muchos lugares del mundo, también en nuestro país, y es nuestra responsabilidad promover y fortalecer la memoria colectiva en torno a sus víctimas”, explican desde el Museo.
Este año se quiere recordar a todas las personas españolas que vivieron el horror de estos campos de concentración; en Toledo, será de la mano de Juan Francisco Ortiz, hijo de Ortiz Torres, y de David, su nieto. Juan Francisco es un conocido guitarrista y activo defensor de la memoria. “Siempre que hablo de mi padre, me vienen las lágrimas. Este tipo de trauma se reproduce a las familias, a las generaciones y tiene un impacto muy fuerte”, recalca Ortiz desde Francia.
Mi padre nunca habló de eso. Yo siento algo muy profundo, porque nunca le pregunté bastante
Con más de 60 años de trayectoria, el guitarrista ha recorrido todo el mundo, y ha participado en eventos tan importantes como el 70 aniversario de la Liberación del campo de Mauthausen en 2005, o conciertos en las casas de Federico García Lorca, Miguel Hernández o Antonio Machado. “Una cosa es lo que he vivido gracias a la guitarra, y otra lo que ha vivido la familia de mi padre, como su hermana que va a cumplir 102 años. Todas estas personas han pasado cosas muy feas”, lamenta, en el recuerdo.
“Al final creo que somos nosotros los que hemos ganado, pero mucha gente lo ha pagado muy caro”, explica el guitarrista, que recuerda que fue la unión de las personas las que mantuvieron a víctimas como su padre vivo. “Sus compañeros lo salvaron después de recibir una paliza y ser dado por muerto. Encontraron un cadáver y lo salvaron”, recuerda. Emocionado.
“Mi padre nunca habló de eso. Yo siento algo muy profundo, porque nunca le pregunté bastante. Al final me enteré de muchas cosas, como que estuvo en todos los frentes, en Madrid, Brunete, en el Ebro... Nunca pregunté nada. Fue cuando se jubiló cuando empecé a saber. Yo creo que él lo que quería era olvidar”, recalca. “Estuvo primero tres años en la Guerra Civil y luego otros cuatro años en el campo de exterminio. Es que Mauthausen no fue un capo de deportación, fue de exterminio, lo que querían era liquidarlos a todos”, recalca.
“No eran pesadillas. Eran recuerdos”
En los últimos años de su vida, Juan Francisco se hizo cargo de su padre y recuerda las pesadillas con las que se despertaba todos los días. “Me di cuenta de que no eran pesadillas. Eran recuerdos. Recuerdos de lo que vivió en los campos nazis, como tantas otras personas”, reflexiona. Su padre murió en 2013. Tanto él como su hijo han participado en varios eventos de memoria, e incluso han sido premiados en su lucha por la memoria por otros defensores de la memoria. “Mucha gente ha sufrido, ha sido una catástrofe humana”.
El programa que presentarán en el Museo Sefardí es propio en su práctica totalidad. Composiciones que evocan a su padre, que cantaba flamenco y ha influenciado toda la vida del guitarrista, también desde el punto de vista artístico. “Es una obra que él cantaba a menudo”. Luego, hará una evocación del campo de Mauthausen, recordando la llamada 'escalera de la muerte' y, finalmente, el exilio que sufrieron quienes pudieron salir del campo, pero no volver a España. También se plantea una suite de música judía y una obra que homenajea a las Trece Rosas y a la memoria de Machado, García Lorca y Miguel Hernández.
El concierto acaba con obras simbólicas de la “resistencia y la libertad” como el tema de la Lista de Schindler y el Bella Ciao. “La música es el lenguaje universal para sanar. He viajado mucho, por países que no entendía el idioma y me he encontrado con músicos. Y tocamos sin problema, vibramos juntos, porque la música es el lenguaje universal. Como el director que organizó una orquesta con palestinos y judíos. Yo en vez de comprar armas, compraría guitarras”, concluye.
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