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‘Peaky Blinders’: los ‘héroes’ del pueblo británico

La mafia y todo lo que le rodea ha sido tratado ampliamente en el cine y las series de televisión a lo largo de décadas: ‘El Padrino, ‘Uno de los nuestros’, ‘Boardwalk Empire’, ‘Casino’, ‘Los Soprano’, ‘Roma Criminal’, ‘Érase una vez en América’, ‘El Precio del Poder’, ‘Gomorra’, ‘Snatch, Cerdos y diamantes’ o ‘Crematorio’, entre otras. Algunas de ellas han puesto su granito de arena y otras han supuesto una vuelta de tuerca a un subgénero muy trillado. La ficción de la que voy hablar esta semana no supone una aportación especial pero es una apuesta muy atractiva para los fans o degustadores de la gastronomía gangsteril: ‘Peaky Blinders’, británica, que se contextualiza en la Inglaterra de los años 20, en pleno periodo de entreguerras.

Emitida por la BBC Two, creada y guionizada por Steven Knight (‘Promesas del este’), traslada al espectador a los sucios y malolientes años de la posguerra mundial en la ciudad de Birmingham, capital del impulso industrial de Reino Unido. Una época oscura donde el país intentaba salir de los efectos que dejó tras de sí la I Guerra Mundial. Durante y después de esta, el clan Peaky Blinders se asienta y estabiliza como una de las familias de gánsteres más temibles y violentas del país. Tommy Shelby (Cillian Murphy) junto a sus hermanos y su tía Polly son dueños de un local de apuestas hípicas, pero su imperio está lleno de extorsiones, contrabandos y asesinatos. Los problemas empiezan con el afán de expansión y la llegada de nuevo inspector jefe Chester Campbell (Sam Neill) para intentar limpiar la ciudad y convertirse inmediatamente en el némesis del clan de los Shelby.

En Inglaterra, el parón en el desarrollo económico y las diferencias sociales tras la I Guerra Mundial fueron evidentes y todo ello sumado a conflicto con el IRA. También los conceptos ideológicos del anarquismo y el comunismo se empezaron a extender desde Rusia y, de ahí, las primeras huelgas proactivas por parte del proletariado. Los años 20 fueron el inicio de la recuperación y expansión industrial con Birmingham como pulmón británico. Los que regresaron de la contienda fueron tratados como verdaderos héroes pero, en sus espaldas cargaron con duras consecuencias psicológicas por la crudeza de la batalla. Así, el vacío y las secuelas provocadas por la guerra hicieron de caldo de cultivo perfecto para la afluencia de organizaciones criminales que estuvieran aceptadas por la gente y por el terror que provocaba, o bien por la ‘protección’ y ‘cuidado’ que les prometían, ya que el gobierno tenía otros temas más importantes.

La serie es rica en matices y en temática y, desde luego, hará las delicias de los fans del género y de ‘Boardwalk Empire’. ‘Peaky Blinders’ navega por la traición, las problemáticas sociales, los traumas psicológicos de la postguerra, el despertar industrial, la pobreza, los movimientos obreros, las nuevas ideologías, la lealtad, el odio y la venganza, entre otras cosas. Pero la figura icónica del capo, del jefe, Tommy Shelby, es muy reseñable: frio, mirada inquietante y gélida, violento, ambicioso, carismático, duro y sobreprotector de los suyos; aunque es tratado y condecorado como un héroe -junto con más soldados- tras su regreso de la guerra. De hecho, es curioso el gran respeto que le procesa una persona como Winston Churchill aun sabiendo que es -Tommy- un mafioso y un asesino. Un antihéroe al uso con el que es muy fácil empatizar, como ya ocurría con Nucky Thompson en ‘Boardwalk Empire’. De hecho, a la ficción se le puede reprochar que es fría y distante pero ¿acaso los gangsters no lo son?

Escenarios industriales, suciedad, mugre, oscuridad, ruidos, obreros saliendo del trabajo y olor de tabaco, entre otras cosas, es como me imaginaría la Birmingham de los años 20. George Steel (‘War and Peace’, ‘The Honourable Woman’, ‘Black Mirror’) consigue trasladar esa sensación opresiva y anaranjada a la fotografía de ‘Peaky Blinders’. El toque especial es cuando fusionamos esta fantástica ambientación con una banda sonora que da como resultado una exquisita mezcolanza. El acompañamiento se antoja perfecto solo con citar a los diferentes grupos que ponen música a esta ficción: Nick Cave, The White Stripes, Arctic Monkeys, PJ Harvey o Tom Waits, entre otros.

La dirección, a cargo a varios directores (Colm McCarthy, Otto Bathurst y Tom Harper), es sencillamente magistral, dando valor y empaque a una obra perfectamente conjugada: opresiva, emocional, expresiva, jugando a la perfección con el ritmo, con un ‘slow motion’ cuando la narración lo requiere. El montaje, muy reseñable, me parece brillante. El guion sí que sufre algunas irregularidades, sobre todo al final de la primera temporada ya que no resuelve bien ciertas situaciones, quedando el texto un poco irrisorio; aunque, su evolución es muy favorable ya que en la segunda se sacuden los errores y se marcan unos episodios de bandera. También se le puede poner algún ‘pero’ al no sacar el jugo a temas muy interesantes, como por ejemplo el del IRA. Los diálogos, con grandes confrontaciones dialécticas, son inteligentes y afilados. Así, ‘Peaky Blinders’ se compone de drama con pequeños puntos de humor y un constante in crescendo en sus temporadas.

Lo mejor es que al gran Tommy Shelby le acompañan una serie de personajes que están tan bien construidos y perfilados como él: la tía Polly Gray (Helen McCrory), excelentísimo personaje que cuida de la familia mientras los hombres andan en la guerra; Arthur Shelby (Paul Anderson), el hermano mayor, violento por naturaleza y que vuelve con muchas secuelas de la guerra; John Shelby (Joe Cole), el hermano menor; Ada Shelby (Sophie Rundle), reseñable papel de la hermana que sale en secreto con Freddie Thorne (Iddo Goldberg), afamado y perseguido líder comunista; Grace Burgess (Annabelle Wallis), excitante, misteriosa y de mirada inquietante que hará temblar los cimientos de la dura y fría personalidad de Tommy.

Peaky Blinders’ se descubre como un producto muy disfrutable para todo el mundo pero sobre todo gustará a los amantes de la temática. Tiene gran calidad, un escenario  y época propicia para gozar de una buena historia. En España, se puede ver a través de Wauki.tv y de Netflix -solo la primera temporada-. Por cierto, la tercera temporada empezará supuestamente a lo largo de este 2016.

La mafia y todo lo que le rodea ha sido tratado ampliamente en el cine y las series de televisión a lo largo de décadas: ‘El Padrino, ‘Uno de los nuestros’, ‘Boardwalk Empire’, ‘Casino’, ‘Los Soprano’, ‘Roma Criminal’, ‘Érase una vez en América’, ‘El Precio del Poder’, ‘Gomorra’, ‘Snatch, Cerdos y diamantes’ o ‘Crematorio’, entre otras. Algunas de ellas han puesto su granito de arena y otras han supuesto una vuelta de tuerca a un subgénero muy trillado. La ficción de la que voy hablar esta semana no supone una aportación especial pero es una apuesta muy atractiva para los fans o degustadores de la gastronomía gangsteril: ‘Peaky Blinders’, británica, que se contextualiza en la Inglaterra de los años 20, en pleno periodo de entreguerras.

Emitida por la BBC Two, creada y guionizada por Steven Knight (‘Promesas del este’), traslada al espectador a los sucios y malolientes años de la posguerra mundial en la ciudad de Birmingham, capital del impulso industrial de Reino Unido. Una época oscura donde el país intentaba salir de los efectos que dejó tras de sí la I Guerra Mundial. Durante y después de esta, el clan Peaky Blinders se asienta y estabiliza como una de las familias de gánsteres más temibles y violentas del país. Tommy Shelby (Cillian Murphy) junto a sus hermanos y su tía Polly son dueños de un local de apuestas hípicas, pero su imperio está lleno de extorsiones, contrabandos y asesinatos. Los problemas empiezan con el afán de expansión y la llegada de nuevo inspector jefe Chester Campbell (Sam Neill) para intentar limpiar la ciudad y convertirse inmediatamente en el némesis del clan de los Shelby.