Este blog se dedicará a hablar de uno de los fenómenos más incipientes de la actualidad: el mundo seriéfilo. Recomendará, analizará y traerá curiosidades de series de televisión estadounidenses, británicas, europeas y de otros países del mundo.
La HBO fue -y lo es- un referente para cualquier adicto a las series de televisión, ahora, con la entrada de nuevos operadores han hecho entrar en una pequeña ‘crisis’ en su apartado de drama a la cadena del ‘It´s Not TV, It´s HBO’. Quizás no es una cuestión de competencia y más una de creatividad o conexión con el público pero, es cierto que la televisión de pago por excelencia tiene serias dificultades para encontrar una ficción de referencia para cubrir la baja -dentro de dos o tres años- de ‘Juego de Tronos’. Tras el fracaso de ‘True Detective’, con una segunda temporada muy a la baja, o ‘The leftovers’, la próxima será su última temporada, pocas le quedan en ese género y formato que generen imagen de marca. Cierto es que en comedia y series limitadas -miniseries- han encontrado un foco de atención con: ‘Veep’, ‘Silicon Valley’, ‘Girls’, ‘Show me a Hero’, ‘Olive Kitteridge’ o ‘The Jinx’, entre otras.
La audiencia casi nunca ha sido un problema para la HBO porque siempre apuesta por crear series de prestigio que den valor a su marca pero, no nos engañemos, el ‘tamaño’ -a veces- sí importa. Por eso, esta semana escribiré sobre ‘Vinyl’ una apuesta vertiginosa de la cadena de pago que tenía la misión de convertirse en su nueva referencia televisiva, y, que no lo ha terminado de conseguir con la fuerza necesaria.
La expectación era máxima ya que ‘Vinyl’ reunía entorno a ella a Mick Jagger, Terence Winter (‘Boardwalk Empire’, ‘El Lobo de Wall Street’ o ‘Los Soprano’) y al director Martin Scorsese (‘Uno de los Nuestros’, ‘Boardwalk Empire’, ‘Taxi Driver’ o ‘Toro Salvaje’). La ambición estaba certificada con un piloto cercano a las dos horas de duración que rondaba los 30 millones de dólares de presupuesto. Así, la HBO ponía toda la carne en el asador para conjugar una serie que daría que hablar; aunque, pronto se daría de bruces con la realidad: una audiencia que poco a poco perdió y una crítica que tampoco se apasionó. La sorpresa mayúscula vino cuando al final de la temporada Terence Winter abandona su puesto como showrunner, algo muy significativo por ser quien es, dejando las riendas de la segunda temporada a Scott Z. Burns (‘El ultimátum de Bourne’) y Max Borenstein (‘Minority Report’, la serie). Un cambio en la dirección creativa para intentar reconciliarse con la audiencia.
En ‘Vinyl’ somos testigos de la industria musical del New York de principio de los años 70 donde las drogas y el sexo corrían por sus venas. Una caminata aturdidora y adrenalínica por los inicios del punk, el hip hop y la música disco. Richie Finestra (Bobby Cannavale), presidente del sello discográfico ‘American Century’, intenta salvar su compañía y su alma sin destruir a nadie en su camino.
Un piloto, cercano a las dos horas -quizás demasiado largo- y dirigido por Scorsese -único episodio dirigido por él-, fue un inicio notable para una serie que prometía mucho. En estos primeros minutos conocemos a Richie Finestra -un papel hecho a medida para Bobby Cannavale-. Un antihéroe de manual que intentará buscar su propia salvación y la de su empresa y que se mueve espoleado por sus miedos y temores del pasado más sus problemas en el presente; además, tiene tendencia a la autodestrucción y gran adicción a las drogas. Un alma ‘vacía’ que intenta llenar a través de la música. Un personaje que puede traer reminiscencias a Don Draper de ‘Mad Men’. FInestra es quizás lo mejor de esta primera temporada, su historia peor o mejor construida, es el pilar central, todo pivota a su alrededor: sus miedos, anhelos, errores y esa capacidad para querer arreglarse.
La historia que quiere contar ‘Vinyl’ tiene todos los ingredientes para ser distinta, interesante y especial -posiblemente lo sea-: música -excelente, por cierto-, drogas, sexo y una época y tipo de industria que pueden -y deben- dar mucho juego. Ahora, el resultado, sin ser realmente malo, no es ni mucho menos es que yo me esperaba. La narración se diluye y se torna caótica y difusa. La trama central -la de Richie Finestra- se estira en demasía, además, la serie tampoco sabe encontrar un equilibrio entre secundarios y, lo que verdad importa, la industria musical. El desarrollo, a veces, le falta ritmo y empuje.
Los secundarios y sus tramas tampoco ayudan a una ficción que pide a gritos personajes más complejos e interesantes. Nadie, absolutamente nadie, aporta más que Richie Finestra y eso es un problema para ‘Vinyl’ y para él. Ni Olivia Wilde lo consigue, su trama es tan accesoria y olvidadiza que, no es capaz de dar algo con jugo al espectador. En ‘Mad Men’, con una narración exquisita, se esbozan secundarios de lujo en su primera temporada.
Los diez episodios son un constante querer y no poder, un esperaba más pero no le consigo pillar el punto; al final, ‘Vinyl’ se convierte en una serie perfecta para melómanos que esperan la siguiente canción o cameo del artística, por ejemplo, hay un homenaje fantástico a David Bowie. Una delicia auténtica para los oídos. Porque, eso sí, la primera temporada es una lección de historia de la música. Un recorrido por grupos y movimientos que aparecieron y desaparecieron en una de las épocas más agitadas. Un cambio generacional y de mentalidad que se vive en el corazón de ‘American Century’ y que estará liderado por el grupo ‘Nasty Bits’, su cantante lo interpreta James Jagger, el hijo del propio Jagger. Lo nuevo contra lo viejo.
La experiencia con ‘Vinyl’ me hubiera resultado más redonda si la música hubiera sido el complemento a una historia interesante y más rica con unos personajes con más bagaje -a parte del protagonista-. Así, como ‘Mad Men’ usaba la publicidad como excusa para dar un pasito más. La serie de la HBO debe de dejar de ser una simple ficción referencial de la cultura musical y artística de la época para transgredir en su narración.
La lista de deberes para sacar a flote una serie que parece no haber conectado con un espectro más amplio de la audiencia es muy grande; o, quizás la narración de ‘Vinyl’ se asemeja a la canción ‘Personality Crisis’ de los ‘New Yorks Dolls’: descuidada, impulsiva, enérgica y salvaje.
Sin duda, yo estaré en la segunda temporada de ‘Vinyl’ esperando que me sorprenda y me guste en el nivel que yo deseo, porque pienso que la época tiene potencial para convertir la serie en algo especial. Quizás, lo ‘único’ malo que tiene es enfrentarse al nivel de exigencia y calidad que se espera a un producto HBO.
La HBO fue -y lo es- un referente para cualquier adicto a las series de televisión, ahora, con la entrada de nuevos operadores han hecho entrar en una pequeña ‘crisis’ en su apartado de drama a la cadena del ‘It´s Not TV, It´s HBO’. Quizás no es una cuestión de competencia y más una de creatividad o conexión con el público pero, es cierto que la televisión de pago por excelencia tiene serias dificultades para encontrar una ficción de referencia para cubrir la baja -dentro de dos o tres años- de ‘Juego de Tronos’. Tras el fracaso de ‘True Detective’, con una segunda temporada muy a la baja, o ‘The leftovers’, la próxima será su última temporada, pocas le quedan en ese género y formato que generen imagen de marca. Cierto es que en comedia y series limitadas -miniseries- han encontrado un foco de atención con: ‘Veep’, ‘Silicon Valley’, ‘Girls’, ‘Show me a Hero’, ‘Olive Kitteridge’ o ‘The Jinx’, entre otras.
La audiencia casi nunca ha sido un problema para la HBO porque siempre apuesta por crear series de prestigio que den valor a su marca pero, no nos engañemos, el ‘tamaño’ -a veces- sí importa. Por eso, esta semana escribiré sobre ‘Vinyl’ una apuesta vertiginosa de la cadena de pago que tenía la misión de convertirse en su nueva referencia televisiva, y, que no lo ha terminado de conseguir con la fuerza necesaria.