José Luis y María Isabel comparten su vida cotidiana desde hace casi veinte años y algo en común que afianza cada día más su relación: el cariño y la entrega por su pueblo, Las Inviernas. Esta recoleta población de la Alcarria, emplazada a 60 kilómetros de Guadalajara capital, ha protagonizado una de las escenas más curiosas de la campaña para las elecciones municipales que arrancó el 10 de mayo. Y es que esta pareja pugnará el próximo 26 de mayo por alzarse con la alcaldía de Las Inviernas, representando cada uno al PP y al PSOE, respectivamente.
Para José Luis, que tiene el honor de ser el último niño nacido en el pueblo, en 1966, sería su primera experiencia como alcalde. Durante la última legislatura ha sido concejal por el Partido Popular junto a su amigo Ignacio, que ha renunciado a repetir candidatura. En cambio para María Isabel, que hunde sus raíces, a caballo entre La Alcarria y La Mancha toledana y lleva vinculada a Las Inviernas desde hace casi dos décadas, supone su aterrizaje en la política municipal.
La necesidad de rellenar las dos listas electorales ante la falta de candidatos ha llevado a la pareja a confluir en los comicios por siglas contrapuestas. Un hecho que ha sido acogido con una mezcla de sorpresa y simpatía en la comarca y que ha ocasionado reacciones espontáneas de las localidades aledañas como en ‘vaya lío que os habéis metido’ o ‘a ver si os va a costar el divorcio…’, según comenta, entre risas, la pareja a eldiarioclm.es
“Decidí presentarme a las elecciones para acompañar a mi marido y no dejarle solo con otros dos candidatos de fuera, pero tenía claro que iba por el PSOE, por tradición familiar y porque es el partido afín a mis ideas”, afirma Espada. Cualquiera que entable conversación con ellos comprueba que forman un buen equipo y, que por encima de las siglas, prevalece el compromiso de ayudar a su pueblo: “Esto es como cuando rivalizan el Madrid y el Barca, pero en nuestro caso, hay armonía, debatimos tranquilos, reconocemos cuando nuestros partidos aciertan o se equivocan y tenemos claro que lo importante es hacer cosas por el pueblo”, asegura Rodríguez.
La vida en Las Inviernas ha cambiado mucho desde que José Luis marchó a Guadalajara con sus padres, cuando solo contaba con cuatro años. A principios de la década de los 70, en esta población, flanqueada por hermosos campos de trigales vivían 200 vecinos, la escuela funcionaba, la Tía Alejandra regentaba la botica y las ovejas y las vacas integraban el paisaje.
Hoy, medio siglo después, Las Inviernas es un encantador caserío de callejuelas empinadas en el que el silencio se cuela por cada esquina, un lugar donde ya no quedan niños y, como en otros cientos de poblaciones de la provincia apenas se ve actividad. La población censada es de 59 personas, aunque solo cerca de 20 habitantes viven durante todo el año. Al lado del Consistorio, la taberna, con una barra alargada y televisión que atiende una familia de la población, es quizá el lugar que mejor evoca aquellos tiempos en que las aldeas castellanas bullían de vida y los vecinos se reunían en el teleclub, antes de que de que la televisión se colara en los hogares.
José Luis, que trabaja como agricultor en los terrenos aledaños al municipio, recuerda con emotividad cómo durante su niñez “no había calles pavimentadas, ni agua y cuando se celebraba fiesta en el colegio en Guadalajara venía al pueblo a jugar con mis amigos y disfrutábamos mucho”. Una estrecha vinculación con su pueblo que ambos han transmitido a sus dos hijos con los que pasan temporadas en Las Inviernas: “Si hubiera más gente, colegio y pudiéramos trabajar, viviríamos aquí todo el año”.
En los últimos cuatro años, el Ayuntamiento de Las inviernas, que cuenta con un presupuesto anual cercano a los 60.000 euros, y, que, además, recibe una asignación anual de la Central Nuclear de Trillo ha rehabilitado el antiguo lavadero recobrando su estilo original en madera y piedra. También, ha reconvertido la antigua escuela en el futuro centro social y de fiestas para cuando el actual bar eche el cierre. Por su parte, la iglesia románica luce su porte erguido de antaño, gracias a las obras desarrolladas en el templo. “Somos como una gran familia y todo el mundo arrima el hombro cuando se necesita”, aseveran.
En el caso de ser elegido alcalde, José Luis pergueña algunas ideas en su mente para “ayudar a mejorar el municipio y para que los vecinos se sientan a gusto”, como concluir la obra del depósito de agua o asfaltar las calles en mal estado. Una idea con la que conviene su adversaria, para quien “se trata de trabajar por el pueblo, yendo a donde haga falta a pedir ayudas y haciendo todo lo que está en tu mano para que no se pierda el pueblo”. Entre sus iniciativas destaca una pista deportiva para que“ venga más gente joven y disfruten del pueblo”.
Con respecto a la despoblación, ambos consideran que “tiene solución, pero los políticos deben esforzarse por atraer industria y mejorar las comunicaciones”. En el caso de las Inviernas, a pesar de que dista 10 kilómetros de la autovía A2, el autobús regular que conecta con Guadalajara “no para en la localidad y la parada más cercana está a 8 kilómetros”, según explica Rodríguez.
Asimismo, recalca que “la gente pide Wifi, Wifi y les digo que ni siquiera el Ayuntamiento dispone de red”. Y, añade: “Hay que poner más antenas, porque aquí, si tu móvil no es de Movistar, tienes que subir a un alto para poder hablar”. Además, apelan a que “se incentive mínimamente a los alcaldes para que cada vez se presenten más candidatos” y aporten al desarrollo del mundo rural.
De momento y a diez días de las elecciones, José Luis y María Isabel afrontan la campaña con ilusión, espíritu de colaboración y se desean un educado “que gane el mejor”. Porque, según confiesan con una mirada cómplice, “pase lo que pase el 26M, los dos entraremos al Ayuntamiento y la sangre no llegará al río”.